24 horas.

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Capítulo 4.

Argentina, Buenos Aires, Pilar. 1:20 pm.

     Me despierto, reviso mi celular y éste tiene 18% de batería. Todo está oscuro a pesar de ser la una de la tarde, pero aún llegan a divisarse algunas cosas a mi alrededor. Levantándome como puedo y caminando por los salones, me detengo al ver a Astier alrededor de un grupo de chicos. Los reconozco, son mis compañeros.

—Tenemos que ahorrar bastante energía. Tenemos 3 generadores pero somos al rededor de 20 personas y 17 animales, no podemos abusar —habla el rubio a Milu.

—Sí... pero, ¿Cuándo encienden las luces? —contesta ella.

—Loco, me aburro. Me estoy pudriendo en este lugar —exclama Pablo algo agotado.

—No llevamos ni 24 horas acá, ¿Y ya no aguantas más? —le dice Miku rodando los ojos.

     En ese momento se prenden las luces. Conecto en el cargador más cercano mi inutilizado teléfono, el cual no tiene señal.

—¿Cuándo vamos a comer? ¡Tengo hambre! —dijo una chica que no reconozco, de ojos azules.

     Astier le hace señas para que espere y dirigiéndose a una bóveda del lugar habla a través de un pequeño comunicador, seguramente intercambiando palabras con Shino. Minutos después saca de las reservas unas doce latas de sopa y un anafe eléctrico.

—¿Entonces tienen suficiente comida para ustedes y para los animales?, cambio.

—Sí Astier, estamos todos bien acá. ¿Como va todo allá?, cambio —responde Adam desde otro comunicador.

—Bien, ¿Dónde está Shino?, cambio.

—Está limpiando excremento, ya sabes, perdió una apuesta. ¿Es necesario siempre decir cambio?

—Luego hablamos, cambio y fuera —Astier se coloca el comunicador en su cinturón y conecta la hornilla eléctrica. Espera un poco y nota mi mirada fija—. ¿Tu también tienes hambre y estás aburrida, no? —suena un poco agotado, no parece ser una persona que le guste estar alrededor de tantas personas o encerrado.

—Sí, un poco —contesto acercándome un poco—. Aunque realmente prefiero más ésto que...estar en el medio de la lluvia ácida.

—Sinceramente yo tampoco quisiera estar allá arriba... —contesta colocando una olla en el anafe. Sin decir nada más, empieza a abrir las latas de sopa.

—...

     Miro si puedo ayudarlo en algo. No tuve que hacerlo por mucho tiempo, ya que él me extiende su abrelatas y por su lado empieza a abrir los envases de comida con una navaja. Sonrío y no dudo en ayudarle. Al terminar nos preparamos para llamar a los demás. Para comer como somos tantos que no hay hornos suficientes para calentar la comida al mismo tiempo. Entonces nos turnamos para comer racionando la comida.

     Al cabo de un rato, todos habíamos llegado a comer un plato, lo suficiente para por lo menos no pasar una completa hambre. Al terminar mi tazón le paso un trapo y lo guardo. No podemos utilizar el agua para lavarlos ya que también nos tiene que alcanzar para beber el resto de días que nos quedemos aquí.

—Al verlos a todos supe que tenia que adaptar el bunker para tantas personas, yo se de estas cosas —dice la señora de aspecto oriental.

     Astier toma el comunicador y se lo otorga a la señora, la cual se levanta pidiendo disculpas y permiso, para pasar a tratar de comunicarse. Todos comenzamos a mirarnos entre sí, notamos que por más calmados que intentamos estar, dentro de nosotros solo deseamos que todo lo que estamos viviendo ahora, sea nada mas que un simple sueño terrorífico y desesperante.

Sobrevivir por un futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora