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Capítulo 10: Segura

Danielle y yo estábamos sentados sobre su cama, uno frente a otro

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Danielle y yo estábamos sentados sobre su cama, uno frente a otro.

—¿Te puedo decir algo?

Asentí obvia.

—Hemos hablado todo el día, ¿cómo te lo niego?

—Te lo he dicho anteriormente de una manera informal, pero quiero que te lo tomes en serio cuando te digo que puedes confiar en mí —me miraba a los ojos mientras lo decía.

Tragué grueso traicionando mi actuación de fingir que no tenía nada que ocultar.

Pero ¿cómo podía contarle sobre Aiden, sobre mi conversación con Sasha, mis pastillas y mis sueños?

No era por confianza, para nada. Solo quiero encargarme yo de mis desgracias, no quiero a Danielle en esos asuntos.

Considero que las cosas en ambos marchan bien, él me hace sentir muy bien y no quiero espantar todos esos sentimientos por mis problemas.

—Lo sé… —dije en voz baja.

No estaba dispuesta a soltarlo todo. Solía controlarme para que confesara, como lo intentaba ahora. Sus ojos me miraban seriamente, no podía permanecer mis ojos en los suyos.

Desvié la mirada a la pared de la habitación.

—Mírame —dijo sintiéndome tan frágil…

Tomó mi mentón e hizo que yo lo miraba.

—Lo sé, Danielle, sé que debo confiar en ti.

Pero me da miedo. Yo quería que él me quisiera así.

—¿Entonces por qué me mientes? ¿Qué me ocultas?

Sus ojos verdes no se desconectaban de los míos.

—Algunas cosas —confesé.

Cada vez me sentía más débil, sentía que algo en mí se removía. Su calma, su mirada de protección, su piel acariciando mi mejilla no me hacían permanecer con fuerzas.

Es como si tratara de sacar algo dentro de mí.

—Creo poder superar esto sola… luego tu y yo podemos reír sin que mi corazón se sienta presionado, ni que tú tengas que preocuparte por lo que sienta.

Me miró detenidamente analizando mis ojos. Su rostro cambió notoriamente, se veía preocupado. Sin palabras.

—Prometo ayudarte.

—No —susurré.

Me sentí derrotada en el momento que sentí la humedad en mis ojos. No, todo menos eso.

Respiré hondo y traté de deshacerme del nudo en mi garganta tragando de mi saliva.

¿Por qué él me hacía sentir así? No era justo.

O D I L L E ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora