Capítulo 8

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—¡Suéltame, maldito!

—¡Mantén la puta boca cerrada!

—¡Hijo de puta! Te gusta esto, te gusta tenerme así frente a tus ojos, te gusta ver como se refleja el asco en mi mirada, te excita golpearme, mientras me insultas. Me das asco.

—Me excita, me encanta, me fascina tenerte así, maldita puta.—Sus manos van a mi cuello, apretándolo ligeramente.—No sabes cómo me pones de dura la polla cuando me miras así.— Su agarre se hace más firme, haciendo que no pueda respirar.—Te lo dije tu vida depende de mí, Lily.

—¡No, no, no!—Despierto con toda la frente sudada.— ¿Por qué tienes que torturarme así? ¿Por qué no me dejas continuar con mi vida?

Me giro en la cama quedando en posición fetal, las lágrimas no demoran en salir, los recuerdos llegan. No quiero. No vuelvas. Quiero mi vida de vuelta. Devuélveme mi vida. Sujeto mi estómago, trato de que no se escuchen mis sollozos, si me escuchan vendrán y... no, no. Mi pecho duele, mis manos no paran de temblar las cuales se agarran a la fina tela de mi pijama.

Tranquila, todo volverá a ser como antes.

No. Nunca volverá a ser como antes, nunca. No soy una persona mala, siempre buscaba las soluciones en donde no habían, trataba de estar para todos, arreglaba problemas que no eran de mi incumbencia, hacia trabajos que no eran para mí, hacia cosas que nadie habría hecho por otros, ¿Por qué me debía pasar esto a mí?

A las personas buenas siempre les pasa algo. Esas personas que ayudan a los demás, que arriesgan su vida por otros, suelen tener un final demasiado trágico, las asesinan cuando pretenden robarles, las violan, o simplemente tienen enfermedades terminales. Así es como nos damos cuenta que el mundo y nuestra vida es completamente injusta, tan injusta que llena el entorno de gente que en cualquier momento te va a apuñalar por la espalda.

Las lágrimas paran, mi cuerpo se comienza a sentir relajado, mis ojos pesan, los cierro, sumiéndome en la oscuridad.

—Joder, Brenda.

—¿Qué?—Giro los ojos.—No iba a perder esa oportunidad, estaba para chuparse los dedos ese chico.

Soltamos una carcajada.—Me encantas, Brenda.

—No te pongas así, eh.

—Ya, rechazas mi amor, auch—Poso mi mano en mi pecho, simulando que su comentario me hirió.

—No seas tan dramática.

—¿Yo dramática?, tú eres la única drama Queen aquí.

—Lity, no mientas.

—Brenda, no te hagas la loca.

Me acerco a ella quedando a horcajadas, coloco mis manos en su cintura, donde comienzo a hacer cosquillas, queda recostada en el pasto, sus ojos cerrados con el entrecejo fruncido, sus labios entreabiertos, mis manos no dejan de estar en sus puntos débiles. Sonrió ante la escena. Brenda se ve tan...

—Lity, para por favor.

—Bueno, pequeña.—Alejo mis manos.

Nos quedamos mirando, sus ojos negros escanean mi rostro, quedan posados en mis labios, los relamo inconscientemente, despega su espalda del césped. Su cara queda a centímetros de la mía.

—Disculpen.—El chico nos mira apenado.—¿No saben dónde queda el condominio Las rosas?—Me levantó del regazo de Brenda.

—Sí, camina derecho, luego en la primera esquina doblas y llegarás.—Nos sonríe, murmura un gracias y se va.

—¿Vamos a casa?—Brenda me toma la mano y comienza a caminar, en respuesta.

Brenda era la mejor. Era mi mejor amiga, mi compañera de aventuras, era todo lo que yo quería y amaba. Era la persona que me gustaba

 Era la persona que me gustaba

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Las paredes se cierranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora