Capítulo 9

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Aquí no importaba lo que yo quería. No importaba ni es lo más mínimo. Sólo pedía ser yo. Sólo pedía poder liberar mi verdadera naturaleza. Me reprimían. Me hacían disfrazar mis gustos, preferencias. Todo lo que yo quisiera para ellos estaba mal.

Mis manos reposan en mi regazo, mis piernas se balancean. La cortina es elevaba por el viento, revelando el hermoso paisaje. Esta habitación se está haciendo cada vez más acogedora, aunque con lo último que sucedió tenía un miedo volver a aparecer en este lugar. A nadie le gustaría tener una pesadilla de esas que te provocan un sudor frío.

Tantas veces he querido regresar el tiempo, para poder enmendar mis errores, pero luego veo lo que he hecho, y ya no siento ningún tipo de arrepentimiento. Justicia es lo que hice.

—¿Eso crees?—Miro hacia donde proviene esa dulce voz.

—Brenda...

—Te hice una pregunta—La frialdad con la que suelta esas simples palabras, me hace sentir una punzada en el pecho.

—Brenda, sabes que lo hice para protegerte, para vengarte.

—Lity, arruinaste mi vida. Me trajiste desgracias, llanto, tristeza. No sabes el asco que me das.—Comienza a carcajear cada vez más fuerte.

Su cara se deforma, sus ojos son más grandes, sus labios más gruesos, sus dientes filudos, perfectos para despedazar un trozo de carne. Sus venas sobresalen, su cabello desaparece. Se mueve hacia mi dirección.

—Mierda.

Su mano toma mi muñeca, sus uñas se entierran en mi piel. Quisiera correr, pero mis piernas no se mueven, al parecer se desconectaron de mi cerebro.

—Arruinaste mi vida.—Su voz es ronca.

Me empuja contra la pared, para luego enrollar sus manos en mi cuello.

—Mátame.—Sus ojos me miran con confusión.

Su agarre se hace aún más fuerte, el aire me comienza a faltar. No lucho para que me suelte, al final de todo tal vez me lo merezca.

_Dulces pesadillas, muñeca.—Mis piernas se debilitan, mis párpados comienzan a pesar, hasta que se cierran, y caigo al frio piso.

—¡Dijo que estaría mejor aquí, pero mire como está!

—No sabemos qué ocurrió.

—¡Y una mierda!

—¿Mamá?—Se acerca a mí rápidamente y me coge la mano.

—¿Cómo estás?, ¿Te duele algo?

—¿Qué me pasó?

—Te desmayaste, no habías comido nada en todo el día.

—Claro que comí, apenas me levante desayune.

Me sonríe, y afirma de nuevo lo que dice, como si así llenara la confusión que tengo. Me levanto de la cama, un dolor punzante me hace sostener mi cabeza. Mi madre me intenta volver a acostar, pero me suelto de su agarre y camino hasta la puerta, cuando la abro los recuerdos me llegan como un balde de agua fría.

—Brenda, ¡Brenda!, ¡¿Dónde está?!—Mi madre me mira con lágrimas en los ojos.

—Hija, recuerda... ella murió.

 ella murió

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Las paredes se cierranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora