One

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Me levante a causa de los constantes gritos de mi hermano y hermana llamándome desde la sala de estar. Abrí mis ojos lentamente encontrándome de nuevo con esa odiosa pared gris. Odio el gris. Me incorpore estirando los músculos de mis brazos y ladeando la cabeza para estirar mi cuello.

Había dormido mal y todo por culpa de la maldita prueba de hoy. Mi hermano tiene su futuro decidió, al igual que mi hermana, pero yo no. ¿Que pasa si en la prueba aparece Abnegación? No quiero abandonar a mis padre pero tampoco quiero quedarme, no puedo quedarme, más no.

Salí de la cama estirando el resto de mi cuerpo y gruñí al sentir una punzada en la espalda. Debí poner una mala postura al dormir. Cuando termine de vestirme, mi madre apareció por la puerta sonriente con unas tijeras. Si su sonrisa no fuera cálida la verdad tendría miedo.

Entramos al baño con una pequeña silla y me senté delante del lavabo. Mi madre mojó ligeramente mi pelo y comenzó a cortarlo. Al terminar recogió mi pelo en un moño alto, a diferencia de mi hermana que ella prefería ponérselo bajo, y abrió el espejo.

Me miré durante unos segundos preguntándome por un momento quien era o quien quería ser. Mi madre cerró la pequeña ventana que daba al espejo y me sonrió.

— Todo saldrá bien, Noah. — acarició mi mejilla y la conteste con una sonrisa.

¿De verdad iba a salir todo bien? Tenía miedo, mucho miedo. No se que haría sin mis padres si en la prueba me sale otra facción, pero tampoco se que haría si me quedase aquí.

[ . . . ]

Beatris, Caleb y yo ya nos encontrábamos en la fila para entrar a la prueba junto a todos los adolescentes de Abnegación, a nuestra derecha había un espacio libre ya que los de Osadía no habían aparecido aún y muy a mi pesar, a nuestra izquierda estaban los de Verdad. Observe con atención los símbolos pertenecientes a cada facción que había encima de las puertas.

Me sumi en mis pensamientos hasta el punto que no me di cuenta cuando la fila de abnegados comenzó a moverse. Sentí un leve empujón por parte de mi hermano, comencé a caminar hacia delante seguida de mis hermanos. Cada paso que daba estaba más que nerviosa.

[ . . . ]

Entre en aquella habitación. A mi izquierda había un gran espejo y aunque en Abnegación no eran muy de mirarse al espejo durante mucho tiempo, yo si lo hice. Observe el moño perfectamente peinado que mi madre había hecho horas antes. Retiré la mirada del espejo y la fijé en la muchacha que se encontraba al lado de la silla.

— ¿Qué les pasa a los abnegados con los espejos? — comento con cierta ironía.

— Son muy tiquismiquis con eso de rechazarse a uno mismo. — conteste encogiéndome de hombros y tumbándome en la silla.

Ella me tendió un pequeño vaso con un liquido azul. Mire extrañada el vaso y la chica me indico que lo bebiera de un solo trago. No creo que quiera envenenarme por lo que sin bebí  aquel líquido sin escrúpulos. Me recosté y me puse mas cómoda en la silla. Poco a poco fui cerrando los ojos, señal de que la simulación estaba por empezar.


 Poco a poco fui cerrando los ojos, señal de que la simulación estaba por empezar

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Dangerous. // Tobías EatonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora