Two

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Baje de la silla observando mi alrededor, estaba en la misma habitación solo que la chica había desaparecido junto a todo el equipo que tenia frente a ella. Me miré del espejo frunciendo el ceño. Odiaba los vestidos de Abnegación, eran grises, largos y aburridos.  Por mi mente paso la posibilidad de que en la prueba saliera Abnegación y eso de algún modo me asustaba.

Me acerque mas a mi reflejo y de este comenzaron a salir muchos más. Mire extrañada a todos lados, pues todas esas replicas de mi tan solo me observaban. Me moví hacia adelante, caminando en círculos, para ver que es lo que hacían los demás y el reflejo que tenia delante me imitó.

En un pestañeo todos los demás reflejos desaparecieron, incluyendo el que tenía enfrente. Volví a fruncir el ceño. Un pequeño toque en mi hombro me hizo ponerme alerta y girarme descaradamente. Una replica de mi me observaba atentamente y detrás de ella había dos columnas, una con un trozo de carne y otra con un cuchillo.

— Escoge uno. — habló.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Esa era mi voz? Bueno, suena diferente a como yo me escucho, aunque aun no se si mejor o peor.

— ¿Para qué? — conteste arqueando una de mis cejas.

— Tú solo escoge. — sentenció en un tono mas firme.

Observe las dos columnas, miré por unos segundos la columna con el trozo de carne y después la columna con el cuchillo. Puede ser que con cada se desbloquee un enemigo. Me gire para preguntar una vez más pero la replica de mi había desaparecido. En su lugar se escucho un gruñido en la sala.

Me giré sobresaltada pero respire tranquila al ver que solo era un perro. Era un pastor alemán, era grande pero los perros no me daban mucho miedo. El perro avanzó rápidamente hacia mi y seguramente debería estar temblando pero esto era una simulación, por lo que nada de esto era real.

Me dejé caer sobre mis rodillos cerrando los ojos y los gruñidos del perro se convirtieron en gemidos de un cachorro. Abrí mis ojos y ante mi correteaba un cachorro de la misma raza que el perro anterior. Alce la mano con la intención de acariciar al cachorro pero el llanto de una niña me lo impidió.

Me giré sobre mis talones y mire a la niña pequeña que se encontraba en posición fetal llorando escandalosamente. El perro volvió a su tamaño anterior. Miré a la niña impotente, pues sabia quien era y por que estaba llorando. Mis piernas no reaccionaban, aunque me obligue a mi misma a correr al ver que el perro corría hacia ella.

Corrí todo lo que mi cuerpo me permitió y cuando estuve a la altura del perro me eché encima de él, provocando que ambos nos hundiéramos en el suelo como si este estuviera hecho de gelatina.

[ . . . ]

Abrí mis ojos rápidamente y me incorpore al mismo tiempo en la silla. Mi respiración era errática y no podía enfocar bien la vista. Finalmente pude calmarme y observe a la chica de antes, aunque ella no estaba para nada relajada. Se encontraba revolviendo su mesa de trabajo nerviosa hasta que fijó su mirada en mí.

— Levántate. — ordenó.

Opté por no negarme pues no sabia a que facción pertenecía y si era de Osadía podía perfectamente darme una paliza. Me levante del asiento y ella rápidamente cogió mis hombros y me llevó a la puerta trasera.

— Te irás a casa y dirás que el suero te ha sentado mal. — explicó abriendo la puerta.

— ¿Qué ha salido en la prueba? — pregunté antes de salir de la sala.

— No ha sido concluyente, algunos lo llaman divergente. — me explicó tirando de mi brazo hacia fuera.

Sin más remedio volví a casa sin esperar a Beatris ni a Caleb. Ellos sabían el camino de vuelta de todos modos. Al llegar a casa mis padres me preguntaron por que estaba de vuelta tan pronto y les contesté lo que me dijo aquella mujer, el suero me había sentado mal.

Ellos no quisieron insistir más, pues fingí cara de cansancio para que se lo creyeran más. Aunque mi madre no parecía muy convencida. Subí a mi cuarto, el cual compartía con mi hermana y m tumbe en la cama. Segundos después mi hermana apareció por la puerta.

— ¿Que haces aquí? — preguntamos ambas a la vez.

— El suero me ha sentado mal. — dijo ella con nerviosismo.

Mentía. Había mirado a la izquierda y siempre que hace eso miente. En ese momento pensé que a lo mejor ella también era divergente como dijo aquella mujer.

— ¿Y tu? — preguntó.

— Igual. — respondí.

— Espera...¿tu también? — pregunto ella sentándose en un lateral de mi cama.

— No debes decirle a nadie Beatris. — le advertí incorporándome.

— ¿Por qué? — cuestionó confusa.

— No sabemos de quien nos podemos fiar y si los que nos han hecho la prueba nos han dicho que mintamos será por que debemos mantener esto. — afirmé tomando sus manos.

— Bien, de acuerdo no le diré a nadie. — dijo asintiendo.

La estreche entre mis brazos pues no estaba muy segura de lo que "éramos". Nunca antes había escuchado la palabra divergente y si le pregunto algo a papá seguramente empezara a sospechar algo. Tengo que volver a ver a esa mujer y preguntarle sobre esa palabra y que tan peligroso es que la gente lo sepa.





Perdón por tardarme tanto en actualizar, no tengo excusa, pero últimamente he estado un poco enferma y no tenía ganas de escribir :(

De todos modos espero que os haya gustado el capítulo e intentaré actualizar más rápido la próxima vez. 💗

Dangerous. // Tobías EatonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora