De pronto, Alden notó el mundo moverse violentamente, como si una fuerza estuviera sacudiendo el planeta. Escuchó varias voces graves hablando al unísono en un idioma que no entendía. Fuera lo que fuera lo que le estaban diciendo (porque parecía que le hablaban a él), le estaban causando un inmenso dolor de cabeza. El cerebro estaba a punto de estallarle. Podía notar las venas de las sienes latir como si el mundo fuera acabarse y mazos imaginarios martillearle en la nuca. El terremoto comenzó a hacerse más fuerte y las voces empezaron a hablar más alto todavía, hasta que despertó.
Estaba sentado en el sillón junto a un Tony con más ojeras de lo normal que miraba su reloj de pulsera carísimo mientras lo sacudía.
—Venga, chico... Si sigues así, llegaremos los dos tarde a trabajar—los ojos del YZ repararon en él al fin—. Has tardado lo tuyo, ¿eh?—Alden, todavía confundido, miraba alrededor mientras su amigo parloteaba—. Me has despertado antes de que sonase la alarma, no parabas de moverte. ¿Has tenido una pesadilla?
El castaño negó con la cabeza y se levantó del sillón. No sabía si eso contaba como pesadilla. De todas formas, no tenía pensado comerse la cabeza por eso: Tony tenía razón, si seguían así, llegarían tarde al bar. Si eso pasaba, podría suceder una catástrofe. La gente era capaz de saquear el restaurante si no había nadie dentro: tazas, mesas, el piano. Todo robado en menos que canta un gallo. Al menos eso era lo que le había hecho creer su jefe. Él era muy desconfiado de los desconocidos. Como solía decir, "los desconocidos son desconocidos, Alden. Nunca se sabe de lo que es capaz de hacer un ser humano". Sabía que tenía razón.
—Deberíamos irnos ya—comentó el chico, mientras se puso el parche—. ¿Has traído el coche?
Tony se ajustó la corbata, se alisó el traje y se peinó las cejas.
—Sí, no lo he dejado muy lejos—dijo.
Alden subió las escaleras de metal y abrió el búnker después de un ratazo. El otro esperaba pacientemente debajo suya.
El Y echó un vistazo apartando las hojas del arbusto. No había ni un alma fuera en la estación, justo como esperaba y como debía de ser. Miró a su amigo y salió al exterior. Tony se apresuró en salir, y cerró el búnker con llave tras de sí. La alarma del fin del toque de queda debería sonar dentro de segundos, pero debían permanecer en silencio y desapercibidos por los silimen.
—Vamos, Alden—le instó Tony, empujándolo suavemente y echando a correr fuera del matorral. El chico lo siguió rápidamente, y entonces fue cuando sonó la sirena que marcaba el inicio de un nuevo y peligroso día.

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Incógnita
Science Fiction(No sé si va a ser una historia sólida, es experimental) Un planeta en un futuro muy lejano. Una sociedad que obliga a la gente mayor retirarse a un país con peleas y matanzas de por medio. Un presidente que gobierna el mundo, tan bien protegido que...