CELOTIPIA

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   —Hypnos… —Se apartó de Dasha, empujándola de inmediato. La sorpresa en el gesto de su mellizo lo atemorizó, le dolió tener que hacerlo testigo de un suceso como ese.
   La joven comenzó a reírse.
   —También tengo uno para ti, cariño, ven aquí.
   —¡Silencio! —Thanatos le rompió el chiste—. Hypnos…, no es lo que parece, déjame explicarte.
   El aludido bajó los párpados.
   —No te preocupes, no tienes ninguna obligación de darme explicaciones, tampoco tengo derecho de exigírtelas. Solo finge que no me viste aquí.
   Por un momento se le esfumó toda aquella idea distante y rígida que había planeado ejercer en él, simplemente por más que lo intentara no podía ser así de indiferente con el rubio. Lo amaba tanto, que se veía obligado a darle toda clase de explicaciones desde que tenía consciencia, le contaba todos sus secretos, excepto uno, el amor que le guardaba.
   El de cabellos dorados no quiso quedarse por más tiempo, se retiró en cuanto tuvo oportunidad.
   —Hypnos… ¡Hypnos! —Emprendió a seguirlo, pero Dasha lo detuvo.
   —¿A dónde vas? ¿Qué pasó con eso de “no volveré a rogarle"? ¿O era: “no volveré a buscarlo"? —Quedó confundida.
   —¡TÚ! ¡Cierra la boca, esto es tu culpa! Sabías que se encontraba cerca. Por eso lo hiciste… No puede ser, y yo como un idiota te complací.
   —Ja. Es tu plan, ¿recuerdas? ¿No me pediste provocarle celos a tu hermano? Ahora que los tienes ya no los quieres, ¿quién te entiende?
   —Él lo hace. —Partió de inmediato en busca de su gemelo, a la lejanía lo vio acceder a su residencia, donde posteriormente cerró las puertas.
   —¡Hypnos!, ábreme, tengo que decirte algo. —Golpeó como un centenar de veces sin cansancio—. ¡Hypnos!
   El mencionado se hallaba a solo un metro de la entrada al otro lado, lo escuchó perfectamente, decidiendo no ceder. Un sinfín de emociones lo surcaban, no supo qué le dolía más, el beso con Dasha o la apasionante noche que había pasado fuera de los Campos Elíseos junto a Radamanthys. Estaba sumamente celoso, tuvo que aceptarlo para sí.
   Pronto se retiró hacia su recámara, en el trayecto los clamores de su mellizo fueron atenuándose por la distancia.
   —Por favor, no habrás los accesos —pidió a la ninfa que lo atendía.
   —Como usted diga, mi señor —sonrió.
   En cuanto el rubio cruzó la entrada de su dormitorio se recargó en ella, deslizándose hasta tocar el tapiz del suelo, donde inminentes lágrimas de amargura le escurrieron por las mejillas, percibió a un dolor tan intenso que le sofocó a los pocos segundos. Que equivocado estaba al pensar que encontraría consuelo en su única familia. Después de haber sido visto las marcas en su cuello, le fue evidente que ya no quería nada con él, incluso ya tenía a dos muy buenas opciones para pasar el tiempo, y una de ellas era Wyvern.
   Sintió perder a la única persona por la que hacía todo hasta ese momento, hasta el soportar a Hades y sus perversidades. Thanatos siempre había estado ahí para él y ahora ya no tenía ninguna obligación de ayudarlo después de hacerlo sufrir tanto.
   Todavía le dolía el cuerpo por los abusos del pelinegro, estaba demasiado frágil, no solo lidiaba con las secuelas de la noche anterior, también con el dolor de ver cómo perdía a su hermano.
   Repentinamente escuchó a alguien tocando su ventana, pequeñas piedrecillas que chocaban en el cristal.
   Su intriga lo orilló a levantarse en busca de la razón, al levantar discretamente la cortina se percató de que se trataba de su consanguíneo, mas decidió ignorarlo.

   —Pierdes tu tiempo. —Dasha lo interrumpió en su intento por llamar la atención de su gemelo.
   —¿Tú qué demonios quieres?
   —Tal vez se sienta triste por tú relación con Radamanthys.
   Thanatos soltó la pequeña piedra que estuvo a punto de arrojar.
   —¿Qué dijiste?
   —Dije que creo que se siente mal por la noticia de tu relación con uno de los jueces…, específicamente, con Wyvern.
   El peli-plata la avistó con una mirada furiosa.
   —¿De qué relación hablas? ¿Qué le dijiste a mi hermano?
   —¿Yo? Nada, por supuesto.
   —¿Qué fue lo que le dijiste?
   —Yo no fui, fuiste tú, ¿o acaso piensas que no se enteró de que estuviste en su recámara?
   —¿Cómo diablos te enteraste de eso?
   —Porque tengo amigos, querido.
   —¡Quiero que te vayas!, ¡ya no quiero verte cuando regrese o juro que no vivirás para ver el fin del día! ¡Lárgate!
   Dasha se asustó, nunca lo había visto tan alterado, salió huyendo en cuanto pudo.
   Thanatos tuvo en cuenta el por qué ahora su amado no deseaba verlo; las insinuaciones de la pelinegra sobre su “relación” con el juez y el beso de hace un rato; comprendió que no podía arruinar más la situación, pero la joven tenía razón, si Hypnos no quería nada con él, ¿por qué parecía estar dolido? Una luz de esperanza lo iluminó, eso significaba que Hades no era su elección definitiva. Tenía que arreglar la situación, para eso solo debía hablar con él y enfrentar las consecuencias de sus desastrosos despechos. Lo iba a conseguir a como diera lugar.

MIS DELIRIOS POR TI - THANATOS X HYPNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora