Capítulo 03.

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Melissa se había arreglado y terminado de ir a mediados de las 10:00 pm. Esperé que saliera de casa para acomodarme en el sofá del salón principal, dispuesta a ver la primera película que pudiera entretenerme antes de dormir.

Había comenzado a llover, y el sonido de la lluvia se escuchaba de forma estruendosa por toda la casa, era un sonido que me agradaba bastante.

El primer relámpago se escuchó, haciéndome sobresaltar. Me levanté para cerrar las ventanas, ya que una brisa helada estaba empezando a irrumpir por ellas.

Me volví acomodar en el sofá y presté atención a la película que rodaba en la pantalla sostenida en la pared. No sabía con exactitud cuando tiempo había pasado desde que estaba acostada allí, pero la pesadez en mis ojos me estaba advirtiendo que era bastante tarde.

Poco a poco se iban cerrando.

Mis ojos estaban cerrados, pero mi mente se mantenía despierta, era algo que me ocurría cuando no tomaba mis pastillas, la razón por la que no descansaba lo suficiente.

La sensación de que estaba siendo observada de lejos, no me dejaba conciliar el sueño completamente. Aquella sensación de que no era la única que estaba en la casa, pero que por alguna razón no sentía miedo de no serlo, era como si mi cuerpo estuviese alerta, pero confiado.

Una respiración se comenzaba a escuchar cerca de mí, cada vez se sentía más cercana y yo trataba de moverme. Pero simplemente era en vano, mi cuerpo no reaccionaba ante mis deseos. Una sensación helada se colocó en mi rostro, como si estuviesen acariciándolo con suma delicadeza, recorriendo cada centímetro de él.

Traté de abrir los ojos.

─Se que estas despiertas, solo no puedes moverte. Eres muy vulnerable, Edeline y eso me colma de terror, porque te necesito y no sé hasta donde sea capaz de llegar.

Aquella voz...

Era la misma voz de la sombra de mis sueños.

─Duerme bien.

Siento como mi cuerpo es zarandeado, mientras escucho mi nombre ser repetido varias veces. Logré moverme con dificultad, tratando de incorporarme y de abrir mis ojos entre la claridad. Golpeo a mi amiga en su brazo con fuerza.

─ ¡Ay! Golpeas como brabucón. ─dice con una mueca de dolor en su rostro. Ruedo mis ojos.

–No tenías por qué despertarme así, sabes cómo me pongo. –le digo, fingiendo enojo.

Mi amiga sonríe y se tira de golpe en el sofá a mi lado.

─Toqué el timbre, no contestabas, llamé a tu teléfono y solo pitaba,  así tomé la llave que siempre esta escondida en el florero y cuando entré estabas dormida. ─chasqueó la legua. ─Digo, muerta. ─Se sienta en la cama. ─Tuviste que haber ido conmigo, todos preguntaban por ti. Hasta Enzo y se veía muy desilusionado cuando me vio llegar sola ¿Desde cuando no lo ves?

Enzo, mi ex novio. El único novio que había tenido en toda mi vida, con el que duré unos largos 3 años, pero que habíamos terminado unos meses después del accidente. Era una buena persona, pero ninguno de los dos pudo soportar el momento por el que estaba pasando, lo estaba hundiendo conmigo, por lo que tomó la decisión de terminar, y lo entendía hasta cierto punto, aunque al principio lo había tomado como que me había abandonado en mi peor momento, logré entender que ninguno de los dos supo como sobrellevar lo que estaba ocurriendo.

─ ¿Cómo está el? –le pregunto con simple curiosidad.

─No ha cambiado mucho, sigue siendo el mismo Enzo de siempre, lo verás cuando comencemos la universidad, quizás el amor vuelva desde las cenizas.

Lazos De Sangre ; DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora