Capítulo 04.

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El sonido de mi sorbo tomando el té que la mamá de Melissa me había servido, era lo único que se escuchaba en la habitación. Aquel té había relajado por completo mi cuerpo, aliviándome de los nervios que me daba repetir la imagen de la casa destrozada en mi cabeza. 

No sabia que había ocurrido, solo recuerdo desvanecerme lentamente. 

Coloqué la pequeña taza, ya vacía, sobre la rinconera de noche que tenia Melissa a un lado de su cama, y me recosté en la almohadilla de la litera, cerrando mis ojos. Escuché ligeramente los ronquidos de mi amiga desde la parte de arriba de la litera, donde ella estaba dormida.

Me incorporo con suavidad, tratando de no despertar a Melissa.

Camino en punta de pies, para llegar al inmenso mirador y observar el hermoso panorama que poseía la vivienda de los Harts; La luminaria de la luna llena alumbraba el pequeño bosque que se adhería con el jardín, la madera de los árboles crujía debido al afanoso viento del otoño, al igual que sus hojas y los chillidos de los pequeños animales que vegetaban allí, forjaban una armonía tranquilizante.

Cerré mis ojos y me abrigué con mis brazos, tratando de calentar mi cuerpo.

Había perdido la noción del tiempo, mis ojos se mantuvieron cerrados por un largo rato, estaba concentrada en la serenidad que sentía en aquel momento.

Hasta que siento algo helado bajo mis pies, una textura suave y húmeda que me hizo sobresaltar y despertar de mi trance. Abrí mis ojos, dándome cuenta que lo que había sentido era el húmedo pasto de las afueras del jardín. Me sentí confundida, ¿Cómo había llegado hasta ahí sin darme cuenta? Observé a mi alrededor, temerosa de la oscuridad que amordazaba el lugar.

Pero una parte de mí, sabía que eso no era a lo que le debía tener miedo.

─La noche te sienta de forma espectacular.

Aquella voz...

Quizás correr era lo más lógico en aquel momento.

Giré para ver al dueño de la voz, pero no había nadie a mis espaldas, arrugué mis cejas, desconcertada.

─Creo que ya es tiempo de que me conozcas, aunque creo que ya sabes quien soy, ¿No es así, pequeña humana?

Volví a girar, tratando de encontrar a quien me estaba hablando.

─ ¡Ya basta! ─suelto con frustración. ─Me estoy volviendo loca.

Estaba dispuesta a irme nuevamente, pensando en que quizás mi mente estaba haciéndome una mala jugada y realmente estaba volviéndome loca, escuchando voces e imaginando cosas que no estaban allí.

Quizás estaba simplemente soñando.

Pero mi cuerpo choca contra algo mucho más grande que yo.

O alguien.

Subo mi mirada y doy un paso hacia atrás. Mi garganta estaba seca, y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, como si quisiera salir corriendo de mi pecho. El hombre en frente de mí, no parecía ser un simple hombre. La luna lo iluminaba, dejando ver aquellas facciones sobrehumana que me causó temor: La piel de su rostro lucia cadavérica, su cabello negro y largo caía hacia atrás con desarreglo, como si hubiese pasado su mano por este. Y sus ojos...Sus ojos no tenían ilustración, desde su lugar no podía descifrar los colores que atravesaban en ellos, pero tenían un brillo tan penetrante que parecían de un animal, un animal cazando a una presa.

Quizás yo era la presa aquí.

Doy varios pasos hacia atrás.

─ ¿Quién eres? ¿Te conozco? ─le pregunto al hombre. ¿Por qué aún no había huido de allí? 

Lazos De Sangre ; DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora