—Son grandes —dijo Katria.
—Sabemos perfectamente que son grandes, Katria —respondió Mathis—. Es por eso que les dicen Grandes Verdes... porque son grandes y de color verde.
Katria puso en blanco los ojos y soltó un bufido.
—Eso es exactamente lo que digo, son grandes y verdes. Es imposible que sean tan difíciles de encontrar, son grandes y salvajes, seguro que hacen mucho ruido. Encontramos uno, lo matamos y volvemos al campamento, es fácil.
—Sencillo decirlo —dijo Mathis cruzándose de brazos.
Mirah, Castor y Silka, sentados en unos troncos daban lentas mordidas a un trozo de pan mientras observaban a sus compañeros discutir.
—Son grandes, grandes y verdes —repitió Katria—. ¿Qué más quieres? Si hay alguno en el bosque los veremos sin problema, o al menos sus huellas.
—Pues a mí me parece una buena idea —dijo de pronto Silka. Parándose—. Ahora coman, que estas son las únicas raciones que nos han dado. ¡Solo coman y dejen de pelear de una vez!
—¡No puedes estar de acuerdo, Silka! —dijo Mathis—. Esto es estúpido.
—Tú no tienes ninguna idea —dijo Silka, frunciendo el ceño—. Llevas un buen rato diciéndole que no a Katria, aun así, tú no tienes una idea ni un plan que podamos llevar a cabo, así que te pediré que comas y pienses en algo mientras. Si no se te ocurre un plan mejor, simplemente haremos lo que dice Katria.
Mirah los observaba en silencio.
—También pienso lo mismo —dijo Castor—. No podemos quedarnos sin hacer nada, tenemos tres días y un objetivo.
—En cuanto a ti —dijo Silka. Se acercó a Katria y le puso un pan en la boca—: También tienes que comer.
Fueron apenas unos minutos los que se detuvieron a comer y discutir, y aun así había sido suficiente tiempo para que Mirah advirtiera el frío del lugar. Las frondosas copas y las enormes hojas mantenían fresco el lugar, demasiado fresco para su gusto.
El grupo comió con presteza, todos sintieron pronto el frío en sus cuerpos y sabían que solo el movimiento los podría ayudar. Katria insistió en que debían terminar su tarea a la brevedad, sin embargo, pasaron horas y no vieron más que arboles a su alrededor. La mayoría verde y de tronco marrón, y ocasionalmente divisaban un tronco gris que se alzaba con ramas retorcidas y carente de hojas.
Mirah no tardó en cansarse, el arco largo que llevaba en la espalda tenía una notable diferencia de peso con el arco artesanal que acostumbraba a usar para la caza de animales pequeños.
Maldita cosa esta ¿Seré capaz de usarlo? Pensó mirando uno por uno a sus compañeros. No, no debo pensar en eso... solo espero que no se pongan frente a mí al disparar... no quisiera matarlos... no pasará, he practicado mucho... sí, he usado el arco demasiado tiempo. El padre de Katria me enseñó y gracias a eso he tenido comida durante todos estos años.
Pronto sus pensamientos volaron hasta aquellos años. Los años donde, siendo una cría de doce años había perdido a su madre y abuela. Para su fortuna no estuvo el suficiente tiempo sola como para morir.
—Lo importante es la paciencia —dijo el hombre tirando el anzuelo al agua. Miró con tranquilidad la corriente del riachuelo—. Van a llegar, pero lo importante es solo esperar, a veces parecerá que no irán a picar nunca, pero siempre llega alguno.
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Crónicas de Aysshard: La Hoja Blanca
FantasyMirah es una joven sin familia, sin motivo de existencia. Un día, llegan los reclutadores a su modesto pueblo, una guerra se acerca y la emoción la llama. Una guerra que tiene más cosas de las que ella pudo nunca imaginar, y la mayoría de ellas no l...