Paroxismo

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Dolor que ahoga, la angustia se apodera de mi pecho
empieza como una pequeña braza
diminuta
y se convierte en fuego.

¡Quema!

¡Arde!

Ardo.
En medio de la habitación vacía y oscura los pedazos de mi alma se van desbaratando.
Y el dolor es incontenible.
Y el deseo de apagar el fuego crece más que otras noches.

No hace frío pero estoy helada.
En las ruinas, mis pensamientos condenados retumban,
gritan,
son alaridos insaciables de un dolor añejo que no sana.

Culpas atrasadas
odio remanente que encadena el espíritu
las lágrimas amargas se estancan en el pecho y suben a la garganta.
Sollozos ahogados consumen el aire.

De un lado para el otro,
de sollozo en sollozo.
Las uñas se clavan en mis piernas en un intento desesperado
de aliviar el dolor que me aqueja el pecho...

Latidos rápidos que en el frenesí se atoran,
final inminente que se convierte en mentira,
como todo,
como mi vida.

Ojalá (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora