El diario de Maiah

Primer día de clases

Suena el despertador y me levanto, tomo una ducha, me visto, me maquillo un poco, tomo mi bolso y espero a que Alejandro pase a buscarme. Escucho el timbre sonar y ya sé que es el, corro a sus brazos, lo abrazo y lo beso en la mejilla. Alejandro más que un amigo también es mi hermano, siempre me celaba con todos los chicos porque nos ama a mí y Rouse tanto que hasta llegaría a matar por nosotras.

- ¿Chaparrita como te sientes hoy?- pregunto muy sonriente.

- ¿Estoy bien A y tú?

-Bien porque tu lo estas, vámonos llegaremos tarde, seguimos platicando en el camino.

Asentí y nos fuimos. Nos pasamos el camino entero hablando sobre todas nuestras actividades realizadas en las vacaciones ya que él se fue a New York el verano entero junto a su hermano.

Cuando llegamos a la escuela de lejos se notaba muchas personas nuevas este año, tanto chicas como chicos, nos bajamos de su auto y nos dirigimos hacia adentro. No pasaron ni 5 minutos cuando de repente me encuentro a Rouse la cual tiene una sonrisa de oreja a oreja y ya me imagino por quien y porque.

-R como te ah ido en tu cita?- le pregunto ansiosa porque me cuente.

-Supermegaextrabien!!! -responde dando saltos como una niña de 5 años. Fue todo un caballero durante la cena se ah portado de maravilla, me hablo de su interesante y impresionante vida y me ah besado, y besa de lo mas bien, aun no lo olvido M, eh quedado loca.

Pongo los ojos en blanco y sin poder contenerme mas me rio a carcajadas junto con ella, Rouse era una chica muy chistosa a veces y tan solo con el hecho de decir algo de ese modo me causa gracia.

-Hey Maiah, deberías buscarte un chavo bien bueno este año, ya no puedes estar sola. - Me dice con su carita angelical.

-No creo, ahora mismo no estoy por fijarme en nadie, sabes que eh sufrido bastante, ya no creo en el amor y no quiero ningún compromiso por ahora. -Le respondo con una firme actitud.

-Psss, eres una aburrida, bueno allá tu, yo mientras tanto gozare un montón con mi chico. - Me dice sonriente.

- ¿Espera, espera, espera, con tu chico?. -Le pregunto arcando una ceja.

-Ah, jajaja es que me ah pedido que sea su novia y yo le dije que si.

Luego de la interesante conversación con Rouse me dirijo a mi salón de clases y Rouse se queda conversando con Alejandro y otros compañeros. Camino lentamente y a lo lejos noto una chica, delgada, blanca, con cabellera rojiza y larga, me miraba fijamente y cuando la miro sonríe, le devuelvo la sonrisa y bajo la mirada, se veía misteriosa, vestía como un chico y tenía la mirada intensa, ignoro la situación y sigo caminando. Entro a mi salón, allí habían 4 chicos hablando de basket, mujeres y alcohol, uno de ellos se queda mirándome, al parecer es nuevo y es muy guapo, coloco mi bolso en mi asiento, salgo del aula y me dirijo donde mis amigos.

Luego de que sonara la campana para entrar a clases me siento en mi asiento y el chico que antes mencione de hermosos ojos grises, tomo asiento a mi lado, me miro y me guiño un ojo, arque una ceja y voltee la mirada. Me quedo mirando fijamente a la puerta, totalmente distraída y llega la joven de cabello rojizo trotando y con la mirada avergonzada por llegar tarde.

- ¿Usted es la señorita Venecia Johnson cierto?. -Le pregunta el maestro a la chica.

-Si soy yo. - Contesta con tono bajo y baja la cabeza.

-Tome asiento y no vuelva a llagar tarde a mi salón. -Le contesta el Maestro con su cara de payaso de mal circo.

Ella ocupa un asiento al final de la fila donde yo estaba, se notaba que era tímida y de pocas palabras, voltee hacia al frente y preste atención al maestro.

Sonó la campana del almuerzo, Rouse, Alejandro, algunos amigos y yo nos dirigimos a nuestro asiento habitual de todos los tiempos. El estúpido de ojos hermosos de mi clase se sentó justo al frente y no dejaba de mirarme, su mirada era penetrante pero muy interesante, solo de verlo de me erizaba la piel.

Me puse de pie y me dirigí hacia el baño para lavarme las manos, cuando salí, el estúpido de mirada penetrante estaba al lado de la puerta, me sostuvo del brazo, me miro fijamente sin decir una sola palabra, mientras yo contemplaba sus ojos y el los míos.