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Los viajes en limusina ya se habían vuelto algo común para Jisung. Al salir de la Escuela, siempre estaba el mismo auto esperando por llevarlo a la mansión de los Zhong. Durante su estadía ahí había aprendido muchas cosas de los Zhong. Por ejemplo, que los padres de Chenle aún vivían en China y que su única familia en Corea era su abuelo, quién lo trataba como su hijo. También aprendió que Chenle era mayor que el y cuando le explicó al mayor sobre el uso de honoríficos, este le dijo que por favor no los usará con él. Jisung no decidió indagar más en lo que el chino le había dicho y prosiguió a seguir con las clases.

El avance de Chenle era impresionante, su abuelo quedó completamente sorprendido al ver como su nieto ya era capaz de conversar con fluidez. Agradeció mucho a Jisung. Jisung, en cambió, no parecía importarle nada más que hacer al chico dominar el coreano como un experto.
El pequeño genio no parecía notar las miradas tímidas que el chino le dedicaba de vez en cuando, o como sus adorables mejillas se coloreaban de un rosa pálido cada vez que Jisung le decía algún cumplido. Tampoco parecía percatarse de como el chino lentamente se enamoraba de su fría, seria y extraña personalidad.

Para Chenle, Jisung era un atractivo crucigrama. Como los que su abuelo resolvía todos los días durante el desayuno y con los qué el le ayudaba de vez en cuando. Había algo en su extraña y distante personalidad que lo atraía. Quería saber más de el y, sin darse cuenta, poco a poco empezó a enamorarse de su adorable pero serio tutor. Chenle quería saber más de el. ¿Qué pasaba por su cabeza? 

— Jisung es extraño. — Dijo sin pensarlo. El menor lo miró confundido y sorprendido.

— ¿Extraño? — Le pregunto el menor, viéndolo de una manera sería. Por primera vez, Chenle se sintió intimidado por la mirada de alguien.

— Jisung parece entender y analizar los libros y letras, pero no a las personas. —

Jisung suspiró. — Ah, eso. Me lo dicen seguido. Supongo que si soy algo extraño, no logro comprender muy bien a las personas. —

Chenle sintió una pequeña calidez dentro de sí mismo cuando escuchó  a Jisung decirle algo que no tuviera relación con la lección de coreano. Quería saber más. Quería escuchar a Jisung hablarle coreano todo el día, aunque probablemente sólo entendería la mitad de lo que el diga. Quería ser su amigo, quería saber todo de él. ¿Qué rayos le sucedía? El jamás había deseado algo tanto como ahora.

Tan sentimental como siempre.

Jisung no perdió tiempo y volvió a seguir con las clases, llamándole la atención a Chenle de vez en cuando, pues el chino parecía estar en otro mundo.

— Lo lamento, Jisung. Más concentración desde ahora. Lo prometo. — Sus ojos se encontraron con los del mayor por un momento, y por primera vez Jisung notó algo en una persona. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Chenle, las mejillas del chino inmediatamente se tornaron rosadas. Jisung fue incapaz de borrar esa imagen de su cabeza, no paraba de reproducirse dentro de su mente. Sintió una extraña presión en su vientre y un cosquilleo en su garganta.

Sacudió su cabeza rápidamente.
Concentrate Jisung. Se dijo a sí mismo.  No tenía tiempo para perder pensando en tonterías.







Tutoring ➛ ChensungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora