Capítulo 9.

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Hacía dos días que Grizz venía durmiendo en mi habitación por las noches. Terminábamos exhaustos después de estudiar mucho, por lo que decidíamos tomar pequeños recreos que terminaban en ambos tirados en mi cama completamente dormidos. Mis padres no tenían idea alguna de que el vecino estaba pasando dos noches seguidas en mi cama y estaba muy agradecida por ello, es decir que estaba agradecida de que no supieran, no de que Grizz se quedara en mi casa... bueno, más bien, estaba agradecida por ambas cosas.

Al segundo día optamos por ir juntos a la práctica, razón por la que recibimos varias miradas curiosas, sumándole que más tarde entramos al colegio juntos y tomados de la mano. Yo al principio me negaba, no me gustaba la idea de exponerme mucho y mostrarme ante todo el colegio, eso era algo no propio de mi persona, pero, al ver los ojos de cachorrito que puso Grizz, no hice más que darle un corto beso y caminar por los pasillos junto a él con total orgullo. Aunque todavía no habíamos aclarado qué éramos, me comenzaba a gustar estar así con él.

— ¿Cómo es que andas de la mano por ahí con Gareth Visser? —preguntó Elle, sentándose a mi lado. Nos encontrábamos en la clase de química.

— Solo digo, si dejaras tu celular y prestaras atención a tu alrededor, tal vez comiences a enterarte de las cosas —respondí, sonriendo de lado.

— Eres una perra —dijo, entrecerrando sus ojos—. ¿Desde cuándo?

— Oh, hace dos días nos besamos y se me confesó.

— ¿Y recién ahora te parece apropiado contarme?

— Sip.

Di por terminada la conversación cuando el profesor atravesó la puerta del salón, haciéndonos callar a todos.

Al salir de la clase del Sr. Taylor, decidí buscar a mi no-sé-qué. A 5ta teníamos historia y hoy era el gran examen. Justo dos días antes de la final de esta temporada. Nuestro colegio era medio raro, ya que, por lo que tenía entendido, las temporadas empezaban a principio de año y terminaban casi a finales de éste, no empezaban a finales de un año y terminaban a mediados de otro. Pero bueno, de todas formas no sabía mucho sobre el tema.

Lo hallé hablando con sus amigos, estando Clark entre estos. Ambos parecían un poco tensos, pero intentaban que el resto no lo notara. Eso se podía ver.

Por suerte, las heridas de Grizz ya se iban curando muy bien, haciendo un gran proceso. Todavía tenía unos raspones y moretones, pero la mayoría ya estaba hecho en una cascarita, por la que tuve que luchar para que no se sacara.

— Hey —lo saludé, tocando su hombro derecho por detrás.

Al darse vuelta, vi cómo su rostro se iluminaba y en él se posaba una hermosa sonrisa con la que quería que me mirara siempre.

— Hey —susurró, dándome un corto beso y rodeando mi cintura con sus fuertes brazos. Yo, por mi parte, puse los míos detrás de su cuello.

— Hola, Kodiak —habló Helena, un poco divertida por la situación—. Nosotros justo ya nos íbamos. ¿No es cierto, amor? —se dirigió hacia Luke.

— ¿Qué? No, acabamos de llegar —fue interrumpido por una pequeña patada que le dio Helena, en un intento de ser disimulada—. Está bien, sí, ya nos íbamos.

Clark había desaparecido ya hacía un tiempo, ya que, cuando fui a verificar el panorama, no se encontraba más junto a nosotros. Luego se fueron Helena y Luke, quien se iba recibiendo un pequeño regaño de parte de su novia.

— Te tengo una diminuta propuesta —me dijo Grizz, brindando leves masajes a mi espalda.

— No sé que te han dicho, Grizz, pero el tamaño sí importa.

El Vecino |Grizz Visser| AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora