La Balsa

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El capitán se encontraba a punto de culminar la obra más trascendente de su vida. Había invertido en ella, una vida entera con suciedad en sus manos, quemaduras en sus brazos y lesiones desde su frente hasta sus rodillas. Sus pies, en un principio vigorosos y semejantes a los del héroe Filípides, ahora lucían derrotados como aquel que por años atravesó un infinito desierto siguiendo la ilusión de un Oasis. Sin descanso alguno, como si no hubiese tardado lo suficiente para tomarse un respiro, era el momento de que la balsa lo llevase a su verdadero destino.

La balsa era lo suficientemente grande para que el capitán y todas sus ideas viajasen en ella. Pensó así, era el escenario y el momento perfecto para empezar su vida. Pescaria cuanta variedad de especies brindase el océano, tendría tiempo para avanzar en la escritura y la composición de incontables melodías que buscaba dedicar a aquella persona amada próxima a ser encontrada , pues el destino de un héroe está garantizado por los dioses.

Asi pasaron entonces aquellos primeros días en La Dolce Vita, nombre que había surgido en honor a aquellas fantasías narradas en la era dorada del cine en Italia. Fue posible entonces, gracias a la soledad y a su instinto de supervivencia, desarrollar las más espléndidas técnicas de navegación y pesca. Con ayuda del sol y de los ciclos lunares, logró generar un envidiable sentido de la ubicación y del pasar de los meses. Era tal la habilidad del capitán para dirigir la balsa, construida con sus propias manos, que no era extraño que lograse volver, cuando lo desease, a distintos puntos exactos dentro de los bastos mares. Su cuerpo y su memoria volvían a ser jovenes. Sus nuevos conocimientos en supervivencia habían creado a un hombre tan resiliente, que hubiese sido digno del reconocimiento del resto de los de su especie.

El capitán ahora se autoproclamaba Rey de los mares, y ni si quiera Poseidon podría haberlo puesto en cuestión. Todo gracias a la balsa, la preciada y maldita balsa que tanto sufrimiento trajo en su vida, hoy era aquello que siempre quiso que fuera: El artefacto de la experiencia.

Océano de contradicciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora