El Escudo

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Años de experiencias habían hecho del capitán un hombre frío. De aquel calor que recorría todo su cuerpo al despertar cada mañana, hoy no se percibe ni la más subatomica partícula. Para el Humano Contemporáneo, es particularmente extraña la naturaleza de un individuo que al vivir de inagotables experiencias, se ha quedado totalmente vacío de emociones.

El Capitán ahora se enfrentaba diariamente a un agresivo sol, que no para de enrojecer su piel como si su sangre se detuviese súbitamente a través de sus venas. Solo es hasta bien llegada la noche, cuando puede continuar su rumbo entre tormentas, nostalgia y respuestas a inquietudes que jamás le han surgido. El Capitán es ahora El Rey del Dolor.

Sin embargo, ningún Rey, Héroe u Hombre común alguno se encontraba preparado para La Revelación. Con ella, vino la más grande tormenta que se podía experimentar, una verdadera, tan contundente como un golpe de realidad. La Balsa, que hasta ahora permaneció intacta durante años y parecía endurecerse con los mismos, empezaba a sucumbir ante el oscuro oceano. Las grietas empezaron a aparecer en las paredes del pequeño refugio de madera, dejando entrar rápidos vientos de angustia y error. Miles de bestias marinas golpeaban desde las profundidades, provocando un rumbo desordenado y una pérdida de control total. La Balsa era ahora tan vulnerable como un pequeño trozo de madera en una colmena de termitas, y aun faltaba conocer aquello más vulnerable. 

Todo el esfuerzo, todos los días y todas las experiencias, sin embargo, la emoción con la que en un principio se abalanzó sobre las infinitas aguas, había llegado a su fin. Aquella era la verdadera revelación, el fin de la balsa, el fin de sus días, el fin de sus experiencias. Intento aferrarse a aquello que había vivido en los distintos mares, pero nada alivio su angustia. Ni todas las lecturas, escrituras y composiciones lograban calmar su ansiedad, además, estas nunca fueron compartidas, nunca llegarían a su fin, jamás serían de su amada. Nunca supo quien era su amada, ¿A quien ha de amar alguien que solo se conoce a si mismo?.

Tal vez, la ansiada calma debía estar en todo aquello antes de la balsa. Tal vez en aquellos que conoció en su estadía en tierra, Tal vez en los ideales por los cuales alguna vez decidió tomar acción, tal vez en todo ese esfuerzo que para nada valió. Eso es. ¿Como pudo ignorar la realidad durante todo este tiempo?, ¿Como pudo creer que su vida empezaría en el mar?, De cualquier manera ¿Qué era la vida?, ¿Por qué habría de buscarla?. ¿Acaso ser un individuo significaba alejarse de otros?.

La Tormenta, enviada por los dioses de El Lamento, La Redención, El Sueño y La Muerte, había destruido casi por completo la balsa. Solo uno de ellos, Hypnos, como si se tratase del descanso más esperado de toda la existencia, decidió otorgar una ultima noche. Surgió el sueño entonces, como escudo ante la realidad.

Océano de contradicciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora