Capitulo 5.

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Era la mañana del miércoles.

Iruma estaba feliz, pues era su 3 día en la escuela.

Con mucha alegría bajo al comedor, donde se encontraban ya sus dos padres.

— Buenos días — dijo mientras tomaba asiento en la pequeña mesa.

— Buenos días — les contestaron sus padres al mismo tiempo y con una sonrisa.

Si Iruma era muy feliz, pues desde que paso ese pequeño accidente sus padres lo han tratado con mas cariño y amor.

Sabia que lo hacían tal vez por arrepentimiento del pasado.

— Iruma ¿Crees que puedas quedarte solo? — dijo su padre.

— Claro — contesto con seguridad.

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Iruma iba muy alegre, mientras caminaba por la calle, se encontraba pensando en temas de la escuela, hasta que siente un fuerte peso encima que lo hizo reaccionar.

— ¡Hola Iruma! — grito con alegría mientras lo abrazaba con mas fuerza.

— ¡Buenos días Mariana! —

— Vaya, puedo notar que ya me tienes mas confianza, me alegro mucho — dijo mientras se bajaba de el y empezaba a caminar a su lado.

— Sí, la verdad sí.

Y así, los dos empezaron a caminar juntos lo que faltaba del camino.

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Al llegar al portón de la escuela, encontraron a Sanbock recargado.

— ¡Hola fortachón! — grito Mariana con alegría.

— Hola — respondió secamente a la joven mientras se acercaba a Iruma — Toma.

— ¿Para mi? — dijo sorprendido.

El rubio solo asiente.

Iruma solo tomo la rosa con delicadeza, le era impresionante ver como alguien que se ve tan bravucón le regalara una rosa.

— Muchas gracias —dijo mientras le dedicaba una cálida sonrisa.  

— ¡Que hermoso! — se aventó hacia el rubio — ¿Estas sonrojado? Wow~ que impresión — dijo en modo juguetón.

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Las clases pasaron bastante rápido, dejando así la hora de salida.

Era lo mismo desde el lunes.

Clases, el receso, acompañado de Mariana y ahora la compañía de otro, para luego tener mas clases.

El receso duraba poco, pero disfrutaba cada momento .

En este momento, se encontraba en la calle, dirigiéndose hacia su casa.

No era tan tarde, pero si ya el sol estaba por esconderse.

— Vaya, pero que hermoso chico.

— Me pregunto si a las o a los clientes les gustara.

Bien, esas voces no le gustaron para nada a Iruma.

Lo peor, es que esas voces se escuchaban atrás de el. 

¡¡Y lo peor es que se encontraba en una calle donde no se encontraba nadie, ni siquiera un carro pasaba!!

— No puede ser peor... — susurro.

Al voltear, se encontró a dos hombres bastantes musculosos, tanto como Sanbock.

Sus pies temblaban, tenia miedo.

El no era alguien que pudiera defenderse, ni siquiera a peleado con alguien.

— Tranquilos señores.

Ahora una tercera voz se hacia presente.

— ¿Quien mierda eres tu? — dijo uno.

— Oh, solo soy un chico que odia que se metan con los mas débiles — cada vez se acercaba mas y mas.

El chico al salir de las sombras, solo se le podía ver los ojos, la mitad de su cara y pelo, se encontraban bien tapados.

— Y también odio que se metan con lo mío.

Los hombres solo se pusieron en guardia, pues esperaban a que el menor atacara.

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Al final, los hombres salieron corriendo, ya que les era imposible golpear al menor pues este los esquivaba con facilidad.

— ¡Muchas gracias! — grito Iruma mientras hacia una reverencia.

— Como sea, yo solo pasaba por aquí...

— Aun así muchas gracias, no se que hubiera pasado si no me hubiera ayudado — dio una segunda reverencia.

— Solo vete a casa.

Iruma asiente y se despide.

— ¿No que teníamos prohibido acercarnos a el? — dijo una segundo voz.

— Claro que tenemos prohibido hacerlo, pero mas tu.

— Ya dije que con el beso se le borro la memoria.

— ¡Tonto! Tu también para que te acercas y luego sin un disfraz.

— ¿Por que? ¡Simple! Me duele verlo llorar por esos tontos recuerdos.

— Sabes que necesitan salir, si queremos que todo vuelva a la paz de antes.

— Y me duele no tenerlo a mi lado — susurro triste.

— Si te le acercas de esa manera amorosa solo empeoraras las cosas Azz.

Asmodeus solo suspira.

— Vamos hombre, tenemos que seguir vigilándolo — dijo mientras empezaba a correr.

— Sí... — dijo desanimado mientras lo seguía.

— Por cierto tu beso no solo le borro los recuerdos ¿verdad?.

— No, también lo ayudara a ser mas sociable.... No quiero que por culpa del pasado, le afecte en su vida normal de ahora.

— Bien, solo te recuerdo que también, el necesita aprender a hacer las cosas por si mismo y sin tu magia.

— ¡Pero tu lo ayudaste! — grito Azz.

— Por que necesitaba mi ayuda, se que el es débil.

— ¡Yo también lo ayude.

Y entre gritos y regaño los dos  siguieron al peli azul, para ver si llegaba con seguridad a su casa.

Te conocí. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora