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La nieve caía de forma lenta y tranquila, cubriendo la punta de su nariz y llenando su cabellera verde de blanco. Su mirada volvió a dirigirse hacia el gran mar congelado que se extendía bajo sus pies. A su lado, Krieg y Shaun se aferraban cada uno a sus manos.

Yacof se encontraba unos pasos más atrás, al igual que Saori y el resto de compañeros de armas del rubio, así como los habitantes de la aldea que se habían reunido para darle un último adiós al Santo del Cisne, su protector.

Sus esmeraldas se encontraban fijas en el agujero de hielo que había sido abierto, dónde podía notarse el agua helada correr por debajo. Momentos después, la cabellera rubia de Nate se asomó y salió del agua, Yacof se apresuró a darle un abrigo y toalla para secarse, y tras el salió Argaios. Shun sabía que el rubio merecía descansar junto a su madre, por lo que gracias a Saori, su cuerpo se había trasladado lo más rápido posible hacia Siberia, en estado de congelación para que permanecería intacto.

Argaios se había ofrecido a llevar el cuerpo de su tío hasta el barco hundido donde Natassia descansaba, y casi de inmediato, Nate se había sumado.

Shun suspiró posando su mirada en sus dos hijos, ambos le devolvieron la mirada con los ojos cristalizados. Él les sonrió tratando de infundirles calma, pues aunque le dolía en lo más profundo haberse quedado sin su compañeros, sabía que Hyoga nunca le perdonaría si se dejaba vencer. Debía mantenerse fuerte por sus hijos. Shaun se abrazó a él, al tiempo en que regresaba su mirada hacia el mar congelado; Krieg bajó la mirada mientras sorbía su nariz.

Ya encontraría la manera de poder devolverles la sonrisa a sus rostros, sus hijos le necesitaban más que nunca.

Muy atrás de la comitiva, Nicolas veía todo con expresión apagada, bajo sus ojos comenzaban a formarse un par de manchas oscuras, las ojeras no tardarían en aparecer. Su cuerpo tembló a causa del frío, y trató de acurrucarse bajo el grueso abrigo, la voz en su interior se había mantenido callada desde ese día trágico, lo cual agradecía infinitamente; podía tener un poco de tranquilidad. Un cosquilleo en la nuca le hizo mirar hacia atrás, donde la imponente figura de Ikki se encontraba de pie mirando hacia donde el peliverde se encontraba.

Desvío entonces su mirada hacia la del menor fijando sus apagados ojos azules en los de él. Nicolas extrañaba ver el brillo de la vida en ellos, pero claro, no podía, su padre ya era un espectro de Hades.
— ¿Vienes a darme un sermón? —inquirió con tono cansado.
Ikki desvió la mirada de nuevo hacia donde se encontraba el peliverde.
—Vengo a ver a mi hermano. Mis palabras le servirán más a él —contestó con tono calmado. Nicolas bajó la mirada.
No le sorprendía, él mismo se había encargado de alejar a su padre, vivo y muerto.

Sus ojos se cristalizaron al tiempo en que volvía a estremecerse a causa del frío, su mirada se levantó de nuevo hacia su padre, pero Ikki ya no se encontraba ahí. Rápidamente trató de buscarlo con la mirada, pero el peliazul no estaba por ningún lado, dejó escapar una bocanada de aire, hundiéndose más bajo la gruesa tela.

Arriba en el cielo, las nubes comenzaban a soltar más copos de nieve.












Los meses habían transcurrido de forma lenta y dolorosa, de no ser por su cuerpo, no sabría cuantos exactamente; pero ahí estaba de nuevo, sobre aquel gran mar congelado que le parecía extenderse hasta el infinito.

Inclinándose lo suficiente, dejó un ramo de rosas rojas y rosadas sobre la superficie congelada. Su mirada trataba de mostrar calma, pero por dentro se hallaba devastado; suspiró un poco antes de comenzar hablar con la esperanza de ser escuchado.
—Soy yo de nuevo. Ha pasado tiempo desde tu partida... aunque sea poco, las cosas cambiaron mucho... —una de sus manos se movió para atrapar un mechón de cabello y hacerlo hacia atrás en un intento por mantener la angustia alejada.
—Nate se volvió algo frío y distante, odia con todo su ser a Nicolas por haberte matado. Los más pequeños al principio no entendían bien lo que estaba pasando pero ahora; en este último mes, Krieg casi no me habla, se la pasa encerrado en su cuarto o con Nate. Mientras que Shaun espera con ansias que un día entres por la puerta y la abraces...  yo también espero que hagas eso... —murmuró lo último con voz quebrada.

Aún en el Último SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora