El tiempo para él transcurría de la forma más lenta y dolorosa, su mente le hacía atormentarse a cada momento con lo sucedido. Se sentía débil mentalmente, y ahora su cuerpo también parecía perder fuerzas. Había usado todas sus fuerza por mantener encerrado en lo más profundo a aquella otra alma que le hacía sentirse tan miserable, pero comenzaba a perder la pelea. Ahora podía oírlo a pesar de sus esfuerzos.
Seguía burlándose de su sentimentalismo, humillándole y tratando de hacer que le cediera el control. Era entonces cuando se preguntaba, si realmente tenía sentido seguir con vida.
Ya había asesinado a su padre, sin detenerse a pensar en todo lo que había hecho por él. Ikki sólo quería salvarlo de su cruel destino. Pero ni siquiera permitió que le explicara nada, sólo actuó, y ahora padecía las consecuencias.
No había visto a nadie a su regreso de Siberia, ni siquiera a su hermano, simplemente se encerró en la cabaña que alguna vez había ocupado junto a su tío. Athena le había llamado, pero no deseaba salir, no quería recibir las miradas de sus compañeros de armas, ni oír todo lo que decían sobre él.
Suficiente tenía con llevar el peso de la muerte de Hyoga. Sabía que Ikki estaba cerca, podía sentir su presencia rondando afuera; él tampoco había hecho esfuerzo para hablarle, pero estaba seguro de que sabía como se sentía. Por otro lado, su mente le decía que su delito no pasaría desapercibido, mucho menos por ser la segunda vez, en el mismo lugar; lo más probable es que el llamado de Athena tuviera que ver con su necesario castigo.
Pues si bien su padre había sido uno de los santos más importantes dentro del ejército de la diosa, no usaba el manto de oro que le correspondía, a diferencia de Hyoga. Por lo tanto, los demás santos reclamaban justicia ante la muerte del Santo de Acuario.
Nicolas esperaba el momento de su juicio, si todo salía bien, por fin le darían aquello que deseaba; descansar junto a su padre y su madre. Pero la voz en su interior volvió a burlarse de él. Por supuesto, ¿cómo podía siquiera pensar en que podría ser libre?, él no lo permitiría, no estaba dispuesto a perder su recipiente.
Las ojeras bajo sus ojos se hacían cada vez más grandes, dormir era arriesgado, si lo hacia el otro tomaría el control. Pero sí dejaba a su cuerpo sin las fuerzas suficientes, tendría una oportunidad de descansar, pues sólo así, ni siquiera el otro podría usar su cuerpo a falta de fuerzas físicas. Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar.
De no ser por Argaios y su tío, lo habría logrado. Apenas habían transcurrido unos días desde que había tomado su encierro como definitivo, cuando su hermano le fue a buscar acompañado de Shun y Shaun. Y había sentido miedo.
Miedo de ver a su tío a los ojos y ver de nuevo aquella mirada que le dedicó, el día en que asesinó a Hyoga. Pues no se sentía merecedor de que siquiera se preocuparan por él. No. Ante sus propios ojos, él se había convertido en un monstruo; y no merecía nada más que desprecio. Así como él mismo se despreciaba, sentía que su tío y hermano también debían hacerlo; así como Nate lo hacía, como el resto del Santuario lo hacía también. No merecía nada más.
Pero el corazón puro de su tío no soportaba verle sufrir, su tío, le había perdonado y hecho saber, que no podía odiarle. No podía, y no quería. Nadie más podría entender lo que sentía como su tío; sólo otro recipiente podría hacerlo.
Gracias a Argaios, había trasladado su encierro al templo de Leo, por órdenes de Athena, pues al menos ahí, nadie podría acercarse para gritar desde afuera, todo aquello que él sentía por sí mismo.
Su traslado al templo, había sido tal y como esperaba, excepto por ciertas cosas. Su hermano, Seiya, Koga, Ryuho, y su tío, le habían escoltado desde la cabaña; siendo flanqueados por el resto de santos de oro, aquellos que no le odiaban. Pero los que lo hacían, se limitaron a dirigirle miradas llenas de rencor, debido a las ordenes de Athena. Al llegar al templo, la armadura recibió a su portador, como prueba de que en él aún existía la bondad. Pero él no quería vestirla, no se sentía digno de ella.
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Aún en el Último Suspiro
FanfictionNo todo dura para siempre, a veces, hay obstáculos que crean fisuras en las uniones más fuertes y poco a poco las diluyen. Sin embargo, en ocasiones, los sentimientos pueden permanecer ahí, ocultos y listos para volver a salir, antes de que sea muy...