Prólogo Part. 2

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Holis, disculpen la demora pero el proceso creativo lleva tiempo. Con este capitulo concluye el prólogo. Ojalá les guste. 😊😊😊😊











Son Dongpyo supo desde pequeño que la vida no le había deparado nada bueno. Al quedar huérfano a temprana edad, como único sobreviviente en un horrible accidente de tránsito que cobró la vida de sus padres y hermano mayor, y encontrarse de pronto en la entrada de un viejo orfanato, destinado a convertirse en su nuevo hogar, comprendió que algunas personas vienen al mundo con una horrible cruz de sufrimiento que cargar a sus espaldas, y él, era una de ellas.

Sus vicisitudes y tropiezos no acabaron solo ahí, para su pesar. A veces miraba al cielo, desde la ventana de la habitación que compartía con otros 7 niños, preguntándose si habría hecho algo muy malo, que lo condenó a esa vida de miseria y soledad a tan corta  edad, y pedía tener al menos la oportunidad de encontrar una nueva familia. Una que lo quisiera, haciéndolo sentir amado, necesitado, y parte de algo, que le brindara ese cuidado y calidez que perdió a manos de un conductor borracho, causante del deceso de sus familiares biológicos.

Pero aparentemente la vida tenía otros planes para él, unos mucho más oscuros y macabros. A los diez años, luego de finalmente darse por vencido con la idea de salir del orfanato, a Dongpyo le fue diagnosticada una rara enfermedad degenerativa, que terminó por condenarlo para siempre. Luego de meses sintiéndose débil, sin fuerzas, sufriendo caídas previsibles, sumado a dolores musculares y de cabeza. NLMD fue el nuevo eslabón, que se unió a su ya larga cadena de desgracias.

Su caso fue una excepción, algo extraordinariamente raro de ver, pues la mayoría de los afectados, solían presenta los síntomas ya entrados en la adolescencia, a partir de los 14 años.

Ese hecho lo colocó en la mira de uno de los laboratorios de experimentación más avanzados en el estudio de enfermedades degenerativas esqueletomusculares.

Goverment Research Experimentation Laboratory (GREL) o Laboratorios de Experimentacion Investigativa del Gobierno era una institución de avanzada en el mundo científico. Y en cuanto tuvieron conocimiento del diagnostico de Dongpyo, tomaron cartas en el asunto, adelantándose a cualquier otro centro investigativo que estuviera interesada en tratar su caso.

El chico resultó ser uno de los sujetos de experimentación más valiosos con los que contaban.

Mediante un sustancioso pago al orfanato que lo albergaba, para mantenerlos callados sobre la naturaleza de las investigaciones que realizaban, y el estado en que el pobre Dongpyo pudiera llegar a presentar luego de las pruebas, la institución tuvo luz verde para utilizarlo a su antojo. De todos modos nadie iba a llorar su muerte, o se acordaría de un huérfano niño enfermo y debilucho, y mucho menos harían demasiadas preguntas. Terminaría siendo uno de esos casos donde la enfermedad, trágicamente acaba con la vida de un infante que no resiste su crudo embate, sobrecogedor, pero inevitable.

Pero, a pesar de todas las atenuantes, Son Dongpyo no murió. Contra todo pronóstico sobrevivió al fuerte tratamiento, e incluso, con el paso de los años, presentó ciertas mejorías, sutiles, pero esperanzadoras. Y por ese motivo, fue elegido candidato para desarrollar un novedoso proyecto, celosamente clasificado, que prometía grandes avances en el tratamiento de la enfermedad.

Los individuos que padecían de NLMD, tenían defectuoso el gen que codificaba a la proteína encargada de crear la membrana de protección que rodeaba a las fibras musculares esqueléticas, protegiéndolas de daños y desgastes, por lo que sufrían de una progresiva pérdida de movimiento, y de masa muscular, al ir muriendo esas células desprotegidas. En ese caso, la degeneración era lenta, pero no por eso menos letal. Los afectados podían vivir por años, luego de ser diagnosticados, llegando incluso a hacerlo unos 20 o 25 una vez enterados de su padecimiento. Pero finalmente, terminaban enfrentado a la muerte a una prematura edad, casi ninguno pasaba de os 35 años.

Este proyecto, que buscaba, mediante un virus, provocar una mutación específica en el gen dañado, para hacerlo funcional, representaba una esperanza para muchos enfermos, una forma de alargar considerablemente su vida, y por ende, muchas personas apostaban todas sus ilusiones en la exitosa consecución de la investigación.

Y las muestras de tejidos utilizados para el estudio, pertenecían a nadie más que a ese chico huérfano que la vida tanto se había encargado de golpear. Algo que sin saberlo, terminó siendo su carta de salvación.

Ser utilizado como prototipo, lo exoneró de participar en los ensayos, pues se había convertido en la fuente de muestras para continuar perfeccionando el virus, y como éstas debían estar conformadas por tejido vivo, su utilización en las pruebas hubiera resultado contraproducente.

Pero la mayoría, a diferencia suya, no corrieron con igual suerte. Muchas veces vio ingresar a las salas de pruebas a jóvenes que como él, estaban en busca de una nueva oportunidad de vida, solo para observar como salían dentro de bolsas negras, y con los pies por delante. Y no en pocas ocasiones escuchó los gritos desgarradores provocado por el potente patógeno inyectado dentro de ellos, carcomiéndolos desde el interior, y provocándoles una muerte dolorosamente lenta, en vez de la cura que habían entrado ansiando.

Los cadáveres lucían desgarradores, piel purpúrea, llena de prurito, a veces cianótica, o con verrugas amarillentas. Cráneos alopécicos, escamosos, sangre bañando gran parte de su rostros, haciéndolos irreconocibles, extremidades extrañamente curvadas, engarrotadas, venas sobresaliendo a través de la epidermis, hinchadas y azulosas.

Eran cuadros impactantes para cualquiera que fuera lo suficientemente humano para contemplar aquella abominación, pero no lo suficientemente significativos como para acabar con un proyecto que presagiaba muerte, en lugar de salvación. Pero cuando fuerzas oscuras manejan desde las sombras los hilos de la institución, los demás se convierten en simples objetos prescindibles, útiles solo mientras produzcan algún tipo de avance importante. Sus vidas vienen con tiempo de caducidad marcado por quienes deberían tener el deber moral de ayudarlos.

Lamentablemente, Dongpyo era demasiado pequeño para comprender la maldad y decadencia que encierra al mundo en un agujero de autodestrucción. Él solo podía llorar en silencio, y continuar su mísera existencia, hasta el día en que ya no requirieran de sus servicios, y pudiera ser finalmente libre.

Sus únicas horas de felicidad, eran al momento de asistir a las terapias físicas. Allí conocía a otros como él, chicos que no estaban destinados a sufrir finales  tan crueles como los que había presenciado. Jóvenes afortunados, aun padeciendo la enfermedad, de ser capaces de disfrutar del inmenso regalo que es solo un día más de vida.

Personas como Jeon Jungkook, y Park Jimin.






























Bien, otro obstáculo vencido. A partir de la semana que viene, probablemente el sábado, se comenzarán a publicar los capítulos.

Sorry si no quedó muy bien esta introducción. Pero irá mejorando a medida que avance la historia.

Gra ias por el tiempo que se toman para leer la historia. 💞💞💞💞💞



Abajo una foto de Dongpyo en caso que no lo conozcan. Pertenece a X1.

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