3. La buena estratega

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Ayudando a Adrien

III

"La buena estratega"

...

Aquello había sido lo más irresponsable que hacía en toda su vida, pero no se arrepentía de nada. Cuando Nathalie llegó con su padre para comprobar sus avances en el piano, estaba tan de buen humor que la melodía salió muy pulcra, haciendo que su padre se sentara con él para comprobar que no estuviera usando ningún tipo de ayuda acústica.

Cuando ambos se retiraron, volvió a ponerse sus auriculares. Para sorpresa de él, Marinette aun seguía en línea. ¿Lo estaría esperando?

«¿Me esperaste?» envió con una sonrisa y la respuesta lo hizo reír.

«Ya quisieras, estuve subiendo de nivel» Y acompañado de un emoticón del símbolo de la Victoria, le indicó que ahora estaba en el ochenta y ocho. ¿Cómo iba a alcanzarla así?

«¡Tienes que enseñarme como subir de nivel!» contestó.

«¿Y qué gano yo?» la respuesta lo confundió. ¿Qué podía darle a su amiga?

«¿Qué te parece mi eterno agradecimiento?»

«... 100 diamantes platino y te ayudo a subir de nivel.»

«¡Hecho!»

.

Se rio de su recuerdo. ¿Hasta qué hora se habían quedado? No tenía ni idea. Solo recordó escuchar la voz de la mamá de su amiga alegar que se quedó dormida en el escritorio, para él también acostarse en su cama a dormir. No iba a negar que estaba cansado, pero la había pasado tan bien con Marinette que realmente no le importó tener que usar cubre ojeras para que Nathalie no lo descubriera.

Ahora estaba en las escaleras del colegio esperando porque llegara, y tras la trasnochada de ambos, estaba seguro de que iba a llegar tarde. Sonrió cuando la notó llegar y pasar tan rápido por su lado que tuvo que tomarla del brazo para que se detuviera.

—¡Oh, Adrien! —exclamó y se soltó del agarre, apenada—. Lo siento, no te vi.

—Te quería dar esto —y sacó de su bolso, una hoja con un código—. Dicen que cuentas claras, conservan la amistad —la de ojos celestes, lo miró confundida y al bajar la mirada a la hoja de letras negras vio un código de...

—¿Es broma?

—¡Nop! —dijo, haciendo explotar la «p» al final de la negación—. Era lo mínimo que podía hacer, dijiste que querías ese caballo.

—¡¡Gracias!! —gritó tan emocionada, que, de un salto, se colgó a su amigo quien rápidamente se sintió muy avergonzado, pues sus mejillas se tornaron muy rojas. Marinette se separó de él sin percatarse de lo que había ocasionado en el rubio— ¡Magnifico corcel platino, al fin serás mío! —dobló la hoja con cuidado y la metió en su mochila, justo cuando empezó a sonar la campana del inicio de Clases— ¡Adrien, vamos! —exclamó, tomándolo, ahora ella, de la muñeca para ingresar al colegio.

El rubio aun no salía de su aturdimiento. ¿Qué había sido eso? Sacudió la cabeza y trató de concentrarse en clase, pero el aura alegre de Marinette parecía atravesarlo por la espalda.

—¿Por qué tan contenta, chica? —consultó Alya, a lo que Marinette, simplemente, la abrazó del brazo, apoyando su cabeza en el hombro de su mejor amiga.

—El Corcel Platino es lo que más deseaba del juego online —le comentó.

—Ajam —dijo la de lentes—. Del juego que no dejas de hablar desde hace un mes —ella afirmó—. Pero, dijiste que ese caballo era especial y de poco acceso...

Ayudando a Adrien...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora