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Riley

Entre tantos pensamientos que pasan por mi cabeza, aun no se me ocurre las palabras exactas que le diría a Harry apenas lo viera. ¿Estará feliz de verme? ¿Me abrazará? ¿O simplemente me ignorará por haberle roto el corazón?

No, no puede ignorarme. Me había ido por su bien y por el de su familia. Debía agradecérmelo.

Estoy dentro del ferry con una taza de chocolate caliente entre mis manos. Y extrañamente estoy tiritando. No por el frío, sino por el encuentro inminente que tendré con el rizado. 

Se preguntarán que opina mi padre con todo esto. Tal como Johan lo había dicho hace un par de días atrás, mi papá no le interesé en lo más mínimo. ¿Y cómo sé eso? Porque le preguntó a mi mejor amigo qué había pasado conmigo y por qué me fui tan repentinamente de la gala de cumpleaños de mi madre. Johan le respondió que volví aquí para recuperar mi vida y estar de vuelta con la persona que más quería en el mundo y la reacción de mi padre fue más que precisa: "Bueno, ya fui una vez por ella. Ya me cansé de perseguirla como el gato y ratón". Debería haberme sentido triste, ¡es mi papá por el amor de Dios! Pero fue todo lo contrario; me sentí aliviada, feliz, tranquila, saber que puedo ser libre y no vivir con el miedo de volver a una vida en la que no estaba contenta.

El ferry embarca en el muelle y me levanto para buscar mi equipaje, dejando la taza medio llena en una mesa. Ansiosa por pisar la tierra de la isla, me hago paso entre todas las personas que hay para ser la primera en salir. La puerta se abre y salgo, respirando el frío que me brinda el lugar y unas ligeras gotas que caen del cielo me reciben. 

Camino por el muelle, millones de recuerdos invadiéndome, como cuando Bella me ofreció alojamiento y Angie nos esperaba en la camioneta bajo una lluvia torrencial. Siento un nudo en mi garganta al no tener la oportunidad de revivir esa escena en carne propia, pero joder, al fin estoy de vuelta.

Pillo un taxi en poco tiempo y le pido que me lleve al hostal donde había alojado antes, la señora que me había acogido me reconoce al instante, sonriéndome con calidez. Le pido una habitación y por cosa de suerte, me entrega la misma de la vez pasada. Dejo mis cosas, me coloco un abrigo y salgo en dirección a la tienda de ropa que trabaja Harry.

En el camino, tratando de evitar el temblor de mi cuerpo por los nervios, comienzo a pensar en el diálogo que tendremos. La verdad, no sé qué esperar del rizado; hemos tenido tantos problemas antes que no tengo ni la más menor idea si esta situación se considerará como uno. 

Llego a Kelly's y me sorprendo al ver muchos clientes dentro. Recuerdo vívidamente que Harry y Ed se quejaban en un pasado por no tener tanta popularidad y henos aquí, después de mucho tiempo, con la tienda rebosante de personas. Cruzo mis dedos, esperando a encontrar al rizado dentro de tanta multitud.

-¡Ed! Ayuda a la señora, por favor ¡y deja el celular de una buena vez! -la voz femenina de Kelly es lo que me recibe cuando entro a la tienda, seguido de la campanilla de la puerta.

-¡Ya voy! -escucho a Ed y lo veo acercarse a mi dirección, aun sin percatarse de mi presencia. Habla con una mujer de edad avanzada, la guía por el lugar y le da consejos de qué ropa es más abrigada. 

De una u otra manera, cruzamos miradas, y su expresión de sorpresa logra sacarme una pequeña risa. Le dice a la señora un par de palabras, ella asiente y va a la caja a comprar lo que ha escogido, mientras que el rubio se acerca a mi, con los ojos y la boca abiertos como platos.

Nuestro Cielo (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora