Capítulo X : Sentimientos que nacen

530 33 4
                                    

- ¿Quién rayos eres tú? – Mi hermano había preguntado mirando directamente a Syaoran con cara de pocos amigos, el se volteó en ese mismo instante y su cara cambió de la amabilidad al desafío en un instante, parecía que sus miradas chocaran y salieran chispas de sus ojos, Syaoran no respondió, parecía competir con mi hermano a ver quien apartaba la mirada primero.

- Hola Touya, el es Li Syaoran, un compañero de clases de tu hermana y también uno de sus protectores, ¿Recuerdas que Eriol nos hablo de él? Así que espero que te comportes amablemente con nuestro invitado, que además ha hecho gran parte de la cena para nosotros – Mi papá hablaba amablemente pero ¿Me lo parecía a mi o estaba regañando a mi hermano? - ¿Qué tal te ha ido en el trabajo? En un momento estará lista la cena puedes subir a darte un baño, ya estoy a punto de servir para que comamos juntos y por favor en cuanto pases por el cuarto de tu hermana llama a Kero y a Spinel, apenas les digas que la cena está lista no tardaran ni un segundo en bajar – Agregó como para quitarle hierro al asunto riendo un poco, mi hermano suspiró con desanimo y bajo la mirada.

- Está bien papá – Acepto mi hermano de mala gana – Pero ¡TU! espero que no te la pases tan... Cerca de mi hermana o te las veras conmigo – Agregó mirando a Syaoran aunque en su voz no había mucha convicción, parecía que el solo hecho de saber que Syaoran era uno de mis protectores hacia que mi hermano lo tratara con menos rudeza, y suspiró en señal de rendición antes de subir a su habitación.

- ¡Uff! Creo que ya paso lo peor ¿No crees pequeña Sakura? – Dijo mi padre mirando fijamente como me agarraba al borde de la mesa con fuerza, poco a poco fui aflojando mi agarre, sin duda, no había sido tan malo como esperaba, quizás y era el cansancio de mi hermano lo que había influido de esa manera en que no explotara, o quizás mi hermano se estaba ablandando un poco... Si claro, estoy segura que es la primera opción – Disculpa a Touya joven Syaoran, es extremadamente sobre protector con su hermana, y bastante celoso cuando de chicos se trata, afortunadamente Sakura no ha traído a ningún pretendiente antes, de hecho nunca se había interesado por nadie hasta...

- ¡PAPÁ! – Grité antes de que dijera alguna otra imprudencia, mi cara había tomado todos los colores posibles, miré a Syaoran y miraba al suelo tan rojo como yo ¡Dios mío! Espero que no haya entendido lo que mi papá quería decir, o por lo menos que no lo haya malinterpretado, definitivamente me estaba preguntando porque la tierra no me tragaba en este instante.

- Lo siento, voy a terminar de servir, puedes tomar asiento, porque mejor no van a la sala un rato, gracias por la ayuda el día de hoy, todo ha quedado delicioso ya veo que eres un excelente cocinero – Le decía mi padre a Syaoran a modo de cumplido.

- N-no se preocupe señor, ha sido un verdadero placer para mí, como le había dicho me encanta cocinar y es lo menos que podría hacer por ayudar – Decía Syaoran haciendo una pequeña reverencia.

- Ahora llevaré a Syaoran un rato a la sala a que se refresque, papá – Dije tomando a Syaoran del brazo antes que papá dijera alguna otra imprudencia.

     Nos sentamos en el sofá un rato mientras papá terminaba de servir la cena, quería decirle tantas cosas y no sabía ni como comenzar, sabía que tenía el tiempo limitado, pues en cualquier momento bajarían Kero y Spinel o peor aun mi hermano, que por cierto, aun había alguien en la casa que no había llegado, ya me estaba preguntando dónde estaría Yukito, pero de seguro estaba con Eriol y Nakuru ayudándoles en lo que les hacía falta para su nueva casa, después de todo hace un rato debió haber llegado y aun no había señales de él, así que decidí escribirle un mensaje.

- Este... - Comenzó a decir Syaoran, subí mi mirada del teléfono y lo vi de nuevo su cara estaba tan roja como un tomate - ¿De verdad... Nunca te has... E-e... Ena... Enamorado? – Preguntó parecía que le había costado mucho realizarme esa pregunta y ya veía por qué, ni siquiera me estaba mirando, miraba fijamente sus manos que estaban apretadas en un puño, yo me quede mirando ese punto exacto para poder responder, sentía que no podía ser valiente y tratar de mirarlo a la cara.

DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora