--- ¿Cree usted en la felicidad? --- pregunto alzando los ojos.
Él sonrió y ladeó la cabeza como si estuviese haciendo su retrato y buscando un ángulo difícil.
--- Pues... sí. Creo en ella. Ya sé que sería mucho más interesante decir no y adoptar una actitud de existencialismo desengañado. Lo cierto es que creo que, si uno se propone, puede llegar a ser medianamente feliz. ¿Cómo definiría usted la felicidad?
--- Las definiciones siempre son difíciles. Ser feliz es... alcanzar un estado de exaltación espiritual que nos hace verlo todo con colores más luminosos. Es... sentirse vivir minuto a minuto. Saborear todas las sensaciones... ---esta vez fue Lisa quien cogió el inevitable pincel, delicadamente, y lo volvió a colocar en su primitivo lugar, dentro de un bote que lucía un divertido ramo de pinceles---. Yo sólo he sido feliz durante tres años de mi vida --- dijo en otro tono ---. Los tres años que viví en este piso.
Esperaba que él dijese algo, pero no lo hizo. Se limitó a mirarla con nueva curiosidad, guiñando un poco los ojos.
---El resto de mi existencia no cuenta. Le parecerá absurdo, pero es así. Mi infancia fue estúpida e incolora, como lo son todas de las chicas huérfanas e internas en colegio. A los veinte años gané una beca y vine a París.
---Adquirió entonces lo que pudiéramos llamar su 《complejo de París》...
---No... No se trata de París..., aunque lo considero la ciudad más hermosa del mundo... Igual me hubiera sucedido en cualquier otro lugar. Fue... fue... el... ambiente.
--- Supongo que, por ambiente, quiere usted decir el amor...
Lisa se sobresaltó de su frase, pero acabó por admitirla.
--- ¿Como ha adivinado...?
Rió él.
---Es facilísimo. Se enamoró y... --- vaciló y cambió el final de la frase --- : ¿él también pintaba...?
--- Era escultor.--- Se sentó en el brazo del sillón y esta vez agarró mecánicamente todo el bote de pinceles---. Producía unas estatuas cubitas horrorosas. A pesar del amor, nunca pude congraciarme con sus estatuas. Algunas eran francamente pavorosas.--- Sonrió con ternura, como si el hecho de que él crease aquellos moustros fuera un motivo más para adorarlo ---. Artísticamente sentía una terrible inclinación por lo morboso... --- se detuvo avergonzada---. Bueno. No sé por qué he empezado a contarle todo esto. Seguramente le interrumpí en su trabajo para proponerle un negocio absurdo, y encima aprovecho para contarle mi lamentable historia. ¿Qué estará pensando de mí? Perdóneme... Me marcho ya.
Le tendió la mano, que él retuvo, sacandole el guante y quedándose con él.
--- No me aburre lo más mínimo. Por el contrario. Ya que ha empezado, confieso que me gustaría saber... No la dejaré marchar aún.
Sonrió Lisa.
--- Todo el mundo quiere conocer el final de las historias de amor, ¿verdad? Pero mi historia aún no tiene final. Quedó en suspenso durante seis años.
--- ¡Seis años! Es demasiado tiempo para mantener la curiosidad del lector. ¡Seis años!
--- Seis largos años--- repitió---. Proyectábamos casarnos, pero carecíamos de dinero.
---¿Por qué el amor y el dinero casi nunca están de acuerdo?
---Surgió una oportunidad para él. Un pariente le llamó desde Cuba para ponerse al frente de un negocio.
Frutas en conserva.
--- No es romántico, pero en cambio es sabroso.
--- Y lucrativo. Dejó de esculpir horrores y a mi vez abandoné los pinceles y volví a Tailandia y luego fui a Corea. No concebía a París sin Jimin. Nos despedimos jurándonos amor eterno. Un capítulo de novelita barata. Lágrimas, promesas... 《Nos casaremos en cuanto tenga dinero...》
---- ¿Y... después...?
Suspiró Lisa. Un suspiro doloroso que alejaba el tono de broma que vanamente intentaba dar a la narración.
---Han pasado seis años...
Titubeó antes de preguntar:
---¿Y no volvió a saber de él...?
--- Durante el primer año me escribió con cierta asiduidad. Después... silencio.--- El ambiente del estudio le era tan familiar, que no le parecía extraño estar allí haciendo confidencias a un desconocido. Ni siquiera le resultaba desconocido. Era uno de tantos chicos pintores con los que se relacionara durante sus tres años de París. Uno cualquiera de la pandilla que comía en su mesa de Cbez Dupont, discutía a voces sobre Jean Paul Sartre y alababa el modelar cine italiano---. Cinco años de silencio hasta que llegó su cable hace poco días.
--- ¿Cable?
--- Un cable en el que anunciaba que estaría tres días de paso en París y necesitaba verme. Se despedía 《Siempre cariño...》
---Siempre cariño--- repitió su interlocutor como si le encantara la frase---. Muy bien. ¿Y qué más...?
---Pues...--- parpadeó azorada--- recordé que yo tenía también que venir a París para asuntos del... del negocio.
---Magnífica coincidencia--- comentó muy serio.
--- Y aquí estoy... Mañana llegará Jimin...--- Se paso la mano por los ojos como si secase muchas lágrimas invisibles, vertidas durante seis interminables años---. Puede usted reírse de mí cuando quiera. No me avergüenzo de confesar que estoy enamorada. Mi prima Jennie me acusa de absurda y me repite constantemente que 《Hay otros hombres》 y que es enfermizo estar dominada por una idea fija. Pero para mí no hay otros hombres. Para mí sólo existe Jimin. Y yo... yo... deseaba que a su llegada todo estuviese igual. Que me encontrase en este estudio, exactamente como antes, como si estos seis años no hubiesen transcurrido... Repetir aquella famosa anécdota 《Decíamos ayer...》---Lanzó una risa forzada---. ¿Me encuentra muy ridícula?
Él no contestó a su pregunta. La estaba mirando otra vez con fijeza tan turbadora, que volvió a hablar Lisa, atragantándose por exceso de vehemencia.
--- Deseo que... no forme un juicio equivocado... No por favor. Nuestro amor era...--- buscó una frase que pudiera hacerle comprender toda la belleza del universo---era... limpio..., romántico..., juvenil. No piense en aventuras inconfesables. Yo vivía aquí con otra compañera, una chica coreana que se casó y de la cual no he vuelto a tener noticias. Jimin venía por las tardes. Organizábamos reuniones estupendas. Éramos un grupo númeroso, que bebía ajenjo, menta y pernod mientras discutía sobre arte. Disparatábamos a placer. Jimin decía que nunca podría olvidar el olor de este estudio, el tono exacto del jarrón sin asa y el crujir de cada madera del suelo. A veces trabajábamos juntos. Transcurrían muchas horas de silencio, embriagadas con sueños de gloria.--- Alzó la cabeza, desafiante---. Bueno. Ya se lo he contado todo. ¿No se ríe?
No reía. Por el contrario, permanecía más serio que nunca, dando golpecitos sobre la mesa con sus dedos. Al fin dijo:
--- ¿Por ese motivo concibió la idea de alquilar el estudio a toda costa...?
--- Durante seis años no pensé en otra cosa.---Rió de sí misma---. Idea fija.
---Idea fija--- repitió él---. Ha tenido usted mucha suerte, señorita 《idea fija》. No se enfade. No me burlo. Digo que ha tenido suerte por ser yo precisamente el inquilino del piso. Soy un tipo muy ingenuo y muy crédulo, que confía en la humanidad. Podría poner en duda su historia y considerarla una muchachita con ganas de aventura...---se metió otro dulce a la boca--- pero soló pienso que es usted una mujer encantadora, llena de complejos absurdos, aunque deliciosa. Su prima tiene razón. La vida se encargará de demostrarle que 《Hay otros hombres》. Perdone mi cinismo. Lo cierto es que siempre hay otros hombres y otras mujeres, a pesar de que a veces uno crea que el mundo empieza y acaba en determinada persona. Es más bonito opinar como opina usted, por supuesto..., pero está equivocada. Sin embargo... me gusta encontrar por el mundo personas así...---Le sonrió alegremente ---. Suyo es el piso ---agregó con sencillez ---. Se lo cedo para tres días maravillosos. ¡No, no me dé las gracias! Ni tampoco me ofrezca su dinero. Permítame jugar al hombre bondadoso...--- Cortó con un gesto el discurso de gratitud que se avecinaba y siguió---: Déme sólo diez minutos para hacer mi hatillo y lanzarme a buscar otra guarida. Prométame que cuidará de mis cuadros y que regara el tiesto con el geranio. Me lo regaló una chica que se casó con otro.---Se echó a reír---. Hay otros hombres..., ¿Sabes...? Pero aunque sea niña atolondrada y neurasténica, le deseo mucha suerte en el último capítulo de su historia. Y, por favor, ocurra lo que ocurra, no cambie nunca de modo de ser. Siga siendo siempre tan y... tan tontita. Y...---le lanzó una mirada completamente diferente---, por supuesto, tan guapa.
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Hay otros hombres/Adaptación/•Liskook•
Novela JuvenilLisa, regresa a Paris para reunirse con el hombre de sus sueños en el ambiente donde fueron felices, pero ve que las cosas han sufrido un profundo cambio. ●Adapatación de "Hay otros hombres" de Luisa Maria Linares. •Aclaro que la adapto por que me g...