El deseo de Albus Potter

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Albus Potter se mira en el espejo y le sorprende ver la determinación que había en su rostro pese al nerviosismo que recorría cada centímetro de su cuerpo. No sabía que ocurriría esa noche, qué resultados tendrían sus actos ni qué respuestas. Sin embargo, sólo era consciente de la única certeza que lo impulsaba a mantenerse firme y no dar paso atrás con sus planes. Una sólida certeza que se había ido forjando día tras día desde su primer año en Hogwarts y que en ese minuto se negaba a seguir manteniendo en secreto.

Y es que Albus con dieciséis años, prefecto de Slytherin y, ohporMerlín también con un grano en la frente, estaba total y completamente enamorado de su mejor amigo. Scorpius Malfoy.

Si Albus tuviese que decir cuando se enamoró de su amigo, no podría decirlo con exactitud.

Pudo haber sido en una alguna de las clases, cuando en pleno silencio sepulcral se murmuraban algo divertido y ambos se miraban a los ojos antes de apretar con fuerza los labios para no estallar en carcajadas incontrolables que muchas veces les daba un pase directo a un castigo. O pudo haber sido alguna de las noches en que no podía dormir y bastaba un "Scorp ¿Estás despierto?" para conversar hasta que le entraba el sueño. O pudo haber sido esas veces cuando el clima mejoraba y ya se podía estar fuera del castillo. Entonces iban con sus amigos a sentarse cerca del lago y Scorpius siempre terminaba apoyando la cabeza en su regazo.

No, definitivamente no sabía en qué momento se había enamorado de su amigo. Era como si el sentimiento siempre hubiese estado ahí instalado en su corazón y un día sólo había decidido prestarle atención.

Ni siquiera estuvo tan sorprendido cuando se encontró enamorado. O sea, sí, igual le entró un poco el pánico cuando fue consciente de que estaba enamorado porque se trataba de su amigo. De su mejor amigo. Y es que ¿Qué ocurría si él se declaraba y Scorpius no sólo no le correspondía, sino que prefería mantener distancias?

Su amistad con Scorp era demasiado importante como para poder perjudicarla de esa forma, sin embargo, una parte de Albus se dijo que si no lo intentaba, si no se atrevía y daba el salto tampoco se lo perdonaría jamás.

Llevaba meses dándole vueltas al asunto y finalmente decidió que debía ser esa noche.

La noche de la cena de Navidad.

La primera cena de Navidad que pasarían en Malfoy Manor.

Si bien quería expresarle sus sentimientos pronto, no tenía pensado hasta esa mañana hacerlo para la cena. Fue algo más o menos improvisado. La gran mayoría de su familia era Gryffindor así que se justificaba. Algo de eso debía tener en la sangre.

—Al, por tercera vez ¿Ya estás listo? –pregunta su padre desde el primer piso logrando que el aludido rodara los ojos. —Llegaremos tarde.

—¡Que ya voy! –responde, gruñendo.

Los orbes verdes vuelven a posarse sobre el espejo, e ignorando el apremio de su padre, se pregunta por quinta vez si mejor se cambia de túnica, lo que no deja de parecerle enfermizo y estúpido porque Scorpius lo ha visto en sus peores pintas.

Pero se la cambia. Se viste una túnica con detalles esmeralda porque su padre tenía una similar y recuerda que su madre siempre le decía a él que resaltaba sus ojos y supone que quizás eso lo hacía ver guapo y quizás eso aplica también para él.

La termina de abotonar y sí. Esa túnica definitivamente le quedaba mejor. Se acerca más al espejo para ver el estúpido grano que había salido en su frente. Su cabello era un asunto con el que se había rendido años atrás, pero el grano quizás lo podía arreglar. Lily seguramente sabía algo para eliminarlo y joder, que tonto se estaba poniendo.

Declaraciones y otras sorpresas navideñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora