oh, romeo, estás tan enano que no te veo

VIERNES.

HyunJin despertó ese día antes de que la alarma sonara. Permaneció dos minutos en la cama, sentado, mirando un punto fijo sin pestañear, luciendo como zombie. Reaccionó y observó la hora en su celular. Cinco de la mañana. Abrió levemente la cortina de su habitación y fuera llovía a cántaros.

—Dios, ojalá deje de llover.

Había preparado un escenario perfecto donde ChangBin y Felix lo ayudarían. Al atardecer, sin una sola nube en el cielo, los otros chicos pondrían el coro de "Fancy" y "Feel Special" de Twice. Apretó los labios. El pronóstico, a la noche, había dicho que estaría soleado y despejado todo el día. En ese momento, decía que llovería hasta el día siguiente sin detenerse.

—¿Por qué me persigue la desgracia?

—¿Qué hacés despierto?

El chico giró observando a su madre en la puerta de su habitación. Ella lucía sorprendida, como si el sueño abandonara su cuerpo en segundos. HyunJin tardaba mínimo dos horas en levantarse. Caminó hasta su alto hijo y le tocó la frente.

—Estás bien. Bueno, me da igual si te desvelaste o no. Si te encuentras óptimo, como ahora, debes ir a la escuela.

—Sí, bueno, tampoco pensaba en faltar.

La mujer se acercó mirándolo con sus ojos entrecerrados—¿Qué estás tramando, mini Hwang?

El nombrado rodó sus ojos. No podía creer que su madre lo estuviese tratando como cuando nota a su padre extraño. ¡Él no estaba raro! Solo deseaba vomitar y llorar hasta deshidratarse de los nervios. Como si fuera fácil confesarse a Yang JeongIn. Últimamente, todo el mundo había caído por su futuro novio y era estresante para su ser. No es como si pudiera decidir patearles el trasero a todos ya que eso era tóxico y el menor lo mandaría a volar derechito a la mierda.

—Hijo, estás pálido—la mujer entrecerró sus ojos—. No te estarás drogando, ¿no?

—Mamá, siempre relacionas todo con drogas. No me drogo...

—Entonces qué tiene a mi hijo tan angustiado.

—Me gusta una persona, mamá.

La hermosa mujer permaneció inmutable y mirándolo fijamente. HyunJin quería meter su cabeza entre la tierra. Ya no tenía sentido ocultarle a su madre su enamoramiento. Siempre fue idiota pero desde que cayó, realmente hablando, cayó por JeongIn, se había vuelto un imbécil en todo sentido.

Lejos de Yang, era capaz de conquistar al mundo si se lo proponía. Pero ese veintiuno de septiembre, cuando el menor se lo llevó puesto rompiéndole la nariz, HyunJin supo que el chico le gustaba. ¿Cómo? Fácil: hubiera arremetido contra cualquier otra persona capaz de hacerle eso incluso por error. Y a partir de entonces, siempre que el otro estaba cerca, se volvía un inútil con todas las letras. Gracias al paso del tiempo e intentarlo hasta el cansancio, no era un completo nabo. ¡Participaba junto a él en la obra! Si bien era cierto que JeongIn era tan solo un árbol, Hwang había obtenido el papel principal y las únicas veces que se había defraudado hasta a sí mismo fue cuando rompió el pomposo vestido que le hizo JiSoo con ayuda de JiHyo. Luego, las chicas lo reemplazaron con uno rosado que le faltaba retocar. El anterior le quedaba tan bien...

¡A lo principal!

—¿Mami? Por favor, dime que estás viva. Llevas cinco minutos mirándome sin parpadear ni respirar. Oh, diablos, qué horroroso sería estar hablando con tu cadáver.

—No estoy muerta, inútil—atacó a su hijo. ¿Ella había dado a luz a ese pequeño idiota?— ¿Qué es eso de que estás enamorado? Nombre, edad, altura, dirección, color de cabello, peso, padres, tipo de sangre, notas en cada materia...