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Si tenía que escuchar una palabra más sobre lo maravillosa que era Chris Noel, Charlie Dalton se vería en la obligación personal de pegarse un tiro.

Había pasado los últimos días oyendo sobre las maravillosas citas que Knox había tenido con ella en las últimas dos semanas, asintiendo y felicitando a su amigo de la manera más genuina que su talento para la actuación le permitía fingir.

"Ella es perfecta, Charlie", había dicho Knox la tarde anterior, "y voy a pedir su mano."

Por supuesto que intentó detenerlo.

"Knox, ambos tiene dieciséis años y solo un mes de conocerse; vas a espantarla, hombre", intentó sonar lo más racional posible, y es que lo estaba siendo, pero no podía evitar que su voz temblara un poco por la secreta desesperación.

Knox soltó una risa, burlándose de su punto.

"¿Y eso qué? ¡Somos almas gemelas!", espetó con alegría.

Y así fue como terminó en la habitación de Charlie, moqueando y bebiendo una cerveza que habían robado de la nevera, lamentando su prisa.

Charlie no podía hacer más que sobar su espalda y hacer muecas de pesar, mas por dentro estaba contento de que su amigo fuera estúpido e impulsivo en ocaciones. Él no debería sentirse de ese modo.

"Creí que estábamos hechos el uno para el otro, que no habría duda de ello", oyó a Knox lamentarse, dándole el último trago a la botella.

Charlie notó las mejillas rojas de su amigo, preguntándose si se debían al llanto o a la poca experiencia con el alcohol, pero ciertamente no importaba mucho; pensó que lucía adorable.

"Ánimo, hombre, ya llegará la persona indicada para ti", intentó consolarlo, evitando el impulso de gritarle que la tenía justo enfrente, pues aquello terminaría en tragedia.

Know moqueó y limpió sus mejillas antes de asentir. "Tienes razón, es solo una chica, y afuera hay cientos."

"Incluso chicos", dejó salir antes de poder evitar, congelándose en su lugar al percatarse de lo que había dicho.

Afortunadamente, Knox sólo rió suavemente, palmeando su rodilla.

"Supongo", murmuró y Charlie se vio en la necesidad de morder el interior de su mejilla. Revelador.

"Venga, lávate esa cara de perdedor y vamos a dar un paseo; hay que disfrutar de nuestras últimos días de libertad", sugirió, levantándose de su lado para luego ofrecerle una mano. Un paseo siempre animaba a su amigo, era como un perro. ¿Esa comparación resultaba extraña? Bueno, Charlie Dalton era una persona extraña. Y enamorada, si aquello lo justificaba.

Knox tomó su mano y se levantó, tirando de él para atraparlo en un apretado abrazo, dejando a Charlie sin saber cómo reaccionar.

"Eres un buen amigo, Charlie", habló una vez que lo había soltado, sin darle tiempo de corresponder al abrazo propiamente, y dejó un extraño e inesperado beso sobre su frente, antes de palmear levemente su mejilla y caminar hacia la puerta, "¿vienes?"

Cuando Charlie le contara sobre lo sucedido a Neil más tarde, él hablaría de intensas miradas, abrazos correspondidos y determinación; definitivamente no mencionaría el temblor de sus manos y el tartamudeo mal disimulado que, si Knox lo había notado, no lo había mencionado.

Había sido un buen día.

the name is mr. brightsideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora