El Hijo de la Luna

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Empezó con un pequeño destello, una fracción de segundos en que una persona única e incomparable dio su primer respiro de aire fresco en este mundo incomprensiblemente.

Todas las almas al principio son de esta forma, tan puras y deslumbrantes, tan pequeñas, tan tiernas, tan lindas.

Al nacer no tenía idea de mi propia existencia, solo respiraba este nuevo aire que inundaba por completo mis pulmones, el frió del aire exterior fuera del vientre de mi madre, la única fuente de calor cercana a mí era las manos del doctor que me recibió.

Pero este frió, no era tan malo, se sentía bien, empezó poco a poco a formar parte de mí.
A medida que mi cuerpo crecía, me acostumbraba a este frió exterior.
Empecé a amarlo, aceptarlo y abrazarlo.
Luego cuando ya te cansas de lo monótono, comienzas a probar otras cosas, otros fríos.
Así como el frió circunstancial.

Fue ahí cuando las cosas en mi supuesta vida normal, comenzaron a cambiar, mi mundo se enfrió, y mi tiempo se congeló.

Estoy atrapado en una era glacial, pero no duele, no me siento mal.
Al contrario me encanta respirarlo y sentir ese frió que cala mis huesos.

Ya en esta situación, tuve que afrontarlo, cuando eres un niño por lo general las personas piensan que eres tierno y cálido, yo no lo soy, pero aun así soy un niño, aunque soy un tempano de hielo.

Las relaciones obligadas del colegio no se hicieron esperar, había que enfrentarlas, no había opción de todas formas.
Cuando eres un bebe, o un niño, no tienes autoridad sobre tu propia vida, los adultos a tu cargo deciden por ti, independientemente de que te guste o no.

Estos niños amantes de la diversión sin límites, tratando de ganarse un espacio entre sus pares, era solo una inútil competencia de quien tenía más amigos.
Empecé a ir, a aprender, mientras otros solo jugaban con los artefactos que nos proporcionaban los adultos, juguetes de diferentes colores y formas, era la forma de mantener nuestras mentes bajo su propio control, no me gustaba eso.

Aprendí cada cosa que nos enseñaron ahí, las palabras, números, signos, todo aquello que nos permitía comunicarse con otros seres, dentro, obviamente, en el mismo idioma general del país.

Los amigos no me importan, la gente tampoco, por el momento lo único importante es la información.
Adquirir sabiduría, al menos, la que está a nuestro alcance por el momento.

Seguía creciendo, me volví más y más adulto.
Ahora ya los demás lograron implantarme su ideología de sociedad.
Seguía amando el frió, ahí conocí la soledad, ese momento pleno y único, entre tú, un libro, un vídeo, una foto o lo que sea que tengas en ese momento.

Un instante mágico y turbulento que es como una espada de doble filo, a veces es tan relajante y otras tan silencioso, que pesa en el alma.
No es menor, no es como un simple frió de existencia, más bien un frió vacío.

Ahora que ya soy consciente de que existo, ¿quién soy?

Emprendí una búsqueda tratando de encontrarme, caí en la desesperación a tal punto que me afectaba lo que los demás pensarán de mí.
¿Cuándo me importo eso alguna vez?
¿Porque ahora?
Creí al igual que todos que el amor era la respuesta más rápida a la respuesta de mi existencia.

Pero cometí un error.

Olvidé que era frió absoluto, la gente que toqué con mis manos y se relacionó conmigo, se congeló.
A ellos les duele el frió, les duelo yo.
Pero no puedo evitarlo, lastimo a la gente inconscientemente porque ese es el ser que soy.
Fui creado de esa forma, soy el hijo de la luna, fría y vacía.
A veces me gustaría estar en el espacio sideral, porque allí estaría en soledad y moviéndome a través del vacío, sin rumbo, sin sueños, sin nada.
La nada misma.

Las personas como yo solo ocupan una cifra numérica en este planeta, jamás seremos famosos, ni talentosos, ni alguien importante, inútiles con mucho tiempo.
Pero debemos existir para que otros brillen, allí donde nosotros somos fallos, existen los que lo logran.

Porque así como existe el sol, así también debe existir la luna.
Todo tiene que estar en el perfecto equilibrio, lo malo y lo bueno, el yin y el yang, el cielo y la tierra, etc.

Lamentablemente a mí me toco este lado de la moneda, fui más desafortunado, así es como debe ser.
Allí donde yo llevé el frío, alguien más llevará el calor.
Es un poco molesto tener que limpiarles el piso a otros, a los verdaderos dueños de este mundo, tener que vivir siempre soportando las cargas, ser el que llora, el que se queda con lo peor, con las migajas.
La vida no es justa, más bien es como una estúpida comedia.
Y al final siempre le cobra más caro a un hijo de la luna.
Pero lo bueno de ser un demonio del frió es que no me importan lo que me pase. Al final la recompensa más grande es la muerte.


Algunos la toman antes, pero para los de mi especie preferimos soportar los errores del mundo hasta el final.

Porque así somos los más fuertes del mundo, los que, aunque, la vida nos derribe, sabemos levantarnos y seguir soportando.
También somos masoquistas del frió, es como una droga, una vez la pruebas, ya nada puede sacarte de ese agujero.

Por eso me incapacite de muchas cosas, selle la puerta a mi corazón, la encadene para poder soportar el frió invernal que me preparo el destino, ese es mi camino.

La diferencia entre los cálidos y yo, es que, ellos pueden caer a mi bando más fácilmente y no volver a recuperarse.
A mí me cuesta mucho más ser cálido, es casi imposible, me puedo mentir a mí mismo, pero dentro aun estaré como un glaciar.

A veces me pregunto, ¿existirá algún ser capaz de descongelar mi podrido corazón?, dependo de otra persona porque yo solo no lograre nada, las llaves a la puerta de mi corazón están esparcidas por el mundo, yo no las puedo tocar, me evaporó.

Es mi maldición como demonio del frío.

Fue ahí cuando conocí aquella luz, ese ser inmaculado cuyas llaves colgaban de su esplendoroso pecho.

Un Alma Verdaderamente NobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora