Jimin tenía al fin dieciocho años y era el día más feliz de su vida. No era su cumpleaños, tampoco estaba en Disneyland, sino que por fin se estaba graduando, lo que significaba que finalmente dejaría su hogar e iría a SNU para ver a Jungkook.
Su último año en la escuela había sido estresante, cada semana tenía una jodida clase vocacional, le habían dado más tareas y exámenes que nunca, por lo que casi ni tenía tiempo para su novio. Antes se llamaban unas tres veces en el día, se mandaban selfies, mensajes en el almuerzo, la cena y antes de dormir, hablaban por skype día por medio e incluso habían fines de semana en que el castaño viajaba hasta su casa. Pero en ese último año todo se había complicado un poco, Jimin no tenía tiempo, Jungkook incluso menos, porque debía dividirse entre ser el estudiante perfecto, trabajar en un taller mecánico cuatro días a la semana, estudiar todos los días y además mantenerse con vida, preparándose de comer.
Era jodido.
Jimin sabía que su novio no la estaba pasando tan bien, siempre estaba ocupado, incluso hubieron meses completos en que no compartieron más que un par de mensajes. En un comienzo el rubio se enfadó con él, mas Taehyung supo hacerle entrar en razón. A veces tener edades diferentes era un problema, porque Jungkook estaba en otra etapa ahora, era mucho más maduro que Jimin, quien seguía haciendo berrinches con su padre y a veces le gustaría hacerle berrinches a su novio para que le contestara las llamadas y le diera cariñito.
Pero ya eso había llegado a su fin, porque Jimin estaba oficialmente graduado y podría ir a vivir a Gwanak-gu con su novio, ser felices y darse cariñito. El rubio se imaginaba una vida perfecta con él, Jungkook estudiando y dando lo mejor de él; Jimin bailando ballet cada día, haciendo lo que más amaba, esforzándose al máximo; podrían cocinar juntos o al contrario, vivir de pizza; saldrían a pasear en la motocicleta de Jeon cuando tuvieran tiempo, le llevaría por sus lugares favoritos; podrían dormir hasta tarde los domingos, ver películas hasta muy entrada la noche.
Era perfecto, sería perfecto.
Solo había un problema, y es que aún no le decía a su padre sobre sus deseos de ir a vivir a Gwanak-gu.
Es verdad que había tenido demasiado tiempo para pedir permiso de ir a vivir a otra ciudad, pero igual que cuando tenía que contarle sobre su noviazgo, no podía encontrar el momento indicado. Y es que Hoseok era tan dramático y aprensivo.
Luego de su graduación, él y sus padres se dirigían al restaurante más lujoso y pomposo de Seúl, para celebrar. Jimin tendría al siguiente una fiesta con sus compañeros, pero era probable que no le dejaran ir, al menos no después de pedir autorización para ir a vivir con su novio.
Ahora, mientras estaban haciendo el brindis, viendo a sus padres con esa sonrisa orgullosa y ojos brillantes, Jimin sentía el corazón oprimido. Siempre había imaginado lo bueno de irse con Jungkook, mas nunca reflexionó sobre los contratiempos que eso le podría traer, como por ejemplo, dejar a sus padres. Aunque le avergonzara admitirlo, Jimin en serio iba a extrañar a sus melosos padres, la manera en que su appa le consentía y amaba tanto, como su padre le regañaba por todo para luego cumplir todos sus caprichos. No sabía como iban a reaccionar si les decía que quería irse, ¿Llorarían? Eso sería terrible, porque probablemente Jimin también llore.
Pasa gran parte de la cena metido en su mente, escucha las anécdotas a medias, casi ni prueba su plato. Hoseok parece notar que su pollito está distraído, pues no tarda en tocarle el hombro para llamar su atención.
— Pollito, ¿Está todo bien?
— Si, es solo... ¿Les puedo decir algo?— Taehyung acaricia el cabello de su hijo, sonriendo cariñoso.
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𝟱 𝗽𝗮𝘀𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗮𝗴𝗿𝗮𝗱𝗮𝗿 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝘀𝘂𝗲𝗴𝗿𝗼𝘀 ➤𝗞𝗼𝗼𝗸𝗺𝗶𝗻
Short StoryLa historia de cómo Jungkook consiguió el consentimiento de Hoseok, gracias a su plan y sus infalibles cinco pasos, el castaño está dispuesto a agradarle a sus suegros y así seguir con su novio. Cinco pasos para agradar a los suegros, aunque muera e...