Capítulo 2: Capítulo 1. La muerte de los Potter

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Primer capítulo: Muerte de los Potter y presentaciones parte uno.



Dejar a más de veinte brujos nunca era bueno y esto era la prueba viviente ya que todas las varitas estaban en alto, dando a entender que un enfrentamiento podía desatarse. Un suave llanto de bebé los hizo tensarse a varios ya que, del grupo más numeroso, vieron a una mujer de cabello rojo y ojos verdes cargar un bebé de cabello castaño oscuro y piel levemente pálida, el cual lloraba como si pudiera saber que sucedía a su alrededor.

La tensión era demasiada, haciendo que, de milagro, Severus mirará la carta sobre los libros, avanzó hacia este y agarró la carta mirándola con detenimiento, analizando si leerlo o no.

– Podría darme eso, Severus, por favor. – Pidió Dumbledore con amabilidad, extendiendo su mano y recibiendo la carta, después de analizarla durante un largo rato hizo una mueca de incomodidad por ver qué no era magia común.

– ¿Qué sucede, profesor? – Preguntó una joven pelirroja, siendo abrazada por un chico azabache de lentes y ojos color avellana.

– Eh… Nada grave, solo que la magia que desprende está hoja no es magia común, parece más… Antigua.

La tensión se hizo mayor, así que Dumbledore decidió leer la carta, tragando grueso y haciendo una mueca por lo que leería. Suspiró, no le gustaba nada esto.


¡Yo soy tu padreeee! Bien, no es cierto, Star Wars me afecta con esa escena.
Yo soy Destino, sí, ese destino, no soy malvada ya que ustedes pueden tomar sus decisiones propias, yo solo creo lo que sucederá (Así que Harry no me culpes, tampoco tu Daimiel) pero bueno… Me apiade de ustedes, junto con mi amigo, tiempo, los juntamos y decidimos que van a leer un par de libros que tratan de Harry y Daimiel (Si, está narrado desde el punto de ambos) lo hago por qué quiero darles una vida mejor, más relajada, normal en pocas palabras.
Así que… ¡Sentarse, escuchar y aprender de sus errores, magos estúpidos!
Atte: Destino.

Un chico, de la primera generación, con el cabello rubio casi platinado avanzó con elegancia, alzando una ceja.

– Dumbledore, ¿Nos está diciendo que un ser místico nos trajo aquí?

– Desgraciadamente, señor Malfoy, es cierto. Lo que no entiendo es quien es Harry y Daimiel.

– ¡Nosotros!

– ¡Yo!

Harry y Daimiel versión mayor habían hablado primero, dando un paso al frente alzando una ceja con curiosidad por parte de ambos pero sus versiones jóvenes parecían alejados, distanciados, haciendo que todos se preguntarán qué tenían que ver ellos.

– Buenos días primera, segunda y tercera generación. – Dijo una voz suave y calmada que resonó en todo el salón de los menesteres, haciendo que los magos se asustarán con fuerza, principalmente una rata… Digo, uno de los merodeadores. – Agradecería que Dumbledore los llevará al gran comedor con todos los demás alumnos, ya que muchos alumnos de Hogwarts serán seguidores del sin nariz. – Una voz varonil pareció susurrar un «¡No seas mal educada!» así que ella a regañadientes gruño. – Perdón, de Lord Voldemort o Tom Riddle, como quieran llamarlo. Bueno, llevense los libros y leean, pero antes presentense y los que estén en versión joven y mayor podrán evitar unirse por unas pulseras que aparecerán en sus bolsillos. ¡Adiós!

Dumbledore, aún sin entender como es que habían terminado en la vista de dos seres místicos tan antiguos como el mundo en si, guió a los presentes al gran comedor agradeciendo que una puerta apareciera de golpe para que todos salieran. Nadie hablo en voz alta pero si podían escucharse los murmullos entre ellos dando a entender que estaban nerviosos principalmente un chico de veinticinco años con una sonrisa triste, de cabello azul abrazando a una chica rubia mientras que, al lado de ellos, estaba una chica de cabello rubio platinado y puntas azules lo veía con tristeza.

– Teddy Jr, deja de verlos así, los extrañas amigo pero espera a que nos presentemos, ya después les das un paro cardíaco con la mordida de lobo que tienes tatuado en el brazo. – Intentó bromear con intensión de calmarlo, dándole un suave golpe en el hombro sacándole una risa débil. – ¡Eh, hombre, sacarle un susto a mi prima!

- Claro, Delphini, solo evita que te griten cosas por tu padre

- Mi único padre es Lucas, así que vamos que se van sin nosotros.

Cuando por fin llegaron al gran comedor los jefes de cada casa llamo a sus alumnos y hizo que se sentarán, haciendo aparecer dos mesas más dónde se sentaron las dos —Segunda y tercera— generaciones juntas.

– ¡Queridos alumnos! Hoy les vengo a informar sobre algo interesante, varios aquí son de esta época, los demás del futuro y se que parece raro pero bueno, algunos son sus hijos y otros sus nietos, dejemos que la… ¿Segunda? Sí, la segunda generación se presenten, después la tercera. Pasen al frente, por favor, eviten alterar a los presentes.

Varios de la segunda y tercera generación gritaron en coro un «¡Lo dudamos, Dumbledore!» para hacer que Minerva hiciera una mueca al ver más futuros bromistas. Empujaron a un chico un tanto regordete, quien estaba avergonzado y miro hacia todos lados.

– ¿Por qué yo?

– ¿Por qué tú no? – Siseó molesta una chica pelirroja molesta, mirándole con frialdad.

– Está bien.

El chico suspiró, se removió en su lugar realmente tenso, bajo la mirada y vio sus manos para después alzar su vista.

– Me llamo Neville Longbottom, soy hijo de Frank y Alice Longbottom, pertenezco a gryffindor, tengo 15 años y mi materia favorita es herbologia. ¿Dudas?

Una mano de Hupeffluf alzó su mano, parecía curiosos del tema que se acercaba.

– ¿Si? – Preguntó Neville curiosidad.

– ¿Enserio eres gryffindor? No es por ofender. – Se apresuro a decir el tejón.

Un chico de cabello platinado soltó una risa burlona, mirando al tejón.

– ¡Nos preguntamos lo mismo desde hace años! – Se escuchó un «“Por ahora no, Draco”» de una voz femenina.

Frank y Alice estaban por responder cuando una chica pelirroja de ojos verdes dio un paso como cubriendo al chico.

– No cree, profesor, que sería mejor que uno de nuestra generación pase y se presenten otro de la tercera generación, solo lo digo para terminar rápido. – Comentó con casualidad, mirando a Dumbledore.

El cuál pareció pensarlo durante unos segundos para después sonreír asintiendo.

– Claro, señorita..

–Potter, profesor.

James Potter se levantó con rapidez, mirando una mini copia de Lily Evans, miro a su, recientemente, novia quien tenía lágrimas de felicidad en sus ojos.

Leyendo: Los Potter y la piedra filosofal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora