Capítulo 4. Las cartas de nadie y presentaciones parte cuatro.
Las conversaciones se hicieron presentes, algunos incluso se acostaron para "relajarse" pero, como a Daimiel.J., terminaron quedándose dormidos haciendo que algunos pensaran en hacer bromas a los dormidos.
No les salió bien a algunos que estaban huyendo de las furia de las víctimas. Aunque Snape envío miradas asesinas a quien deseo o pensó acercarse a su "sobrina" cuando intentaron acercarse.
- ¡Alumnos! Siéntense, vamos a leer un capítulo y mientras lo leemos, los elfos traerán comida, ¿Les parece?
- ¿Comida? - Preguntaron Sirius, Ron, Delphini y Daimiel.J. quien despertó, inmediatamente, al escuchar la palabra comida.
Provocando risas en todos, las grandes y largas mesas aparecieron, algunas fueron agregadas para los visitantes.- ¿Qué hago aquí?
Chilló una voz aguda y chillona, los que conocían esa voz gruñeron, era una mujer de cabello negro y mirada enloquecida, siendo traída por otra persona, una chica de cabello negro y ojos peculiares, la traía del brazo y sujetaba con fuerza.
- ¡Dejad de moverte, bruja estúpida! No sé cómo Hestia pudo bendecirte con el don de la magia. ¡Debiste nacer siendo Squib!
- ¡Suéltame, muggle estúpida, asquerosa!
- ¡No soy muggle!
Gritó enfurecida, dándole una cachetada y le puso, aprovechando la conmoción, unas cadenas de oro, se sacudió el suave vestido y sonrió calidamente.
- Miren bien mi apariencia, pueda cambiarla y venir a sentarme con ustedes pero prefiero escucharlos y verlos de lejos, aquí les dejo a Bellatrix, esas cadenas solo las puedo quitar yo o consciencia, son para evitar que ella agarre cualquier varita y ataque, le bloquea la magia. ¡Adiós!
Desapareció solo dejando una luz plateada a su paso, Bellatrix parecía enfurecida y fue a sentarse dónde estaban los slytherin, algunos por miedo se alejaron ya que la mayor de las hermanas Black tenía un aura de locura pura. Varios elfos siguieron entrando y dejando comida.
Acomodados, con platos y bebidas cerca, en grupos mientras de divertían, Albus Dumbledore hablo.
- ¿Alguien quiere leer?
- Yo, si me lo permite profesor Dumbledore.
- Claro que si señora Potter.
Dorea, conocida así por sus seres queridos, agarró el libro que flotaba hacia ella y suspiró, lo abrió, leyendo el título en voz alta para que todo el gran comedor escuchará.
- Capítulo 4. Las cartas de nadie.
Todos, sin importar casa o estatus de sangre, aplaudieron con fuerza al saber que llegó la carta de Hogwarts.
El papel se comenzaba a estropear ante la fuerza ejercida al dibujar a Medusa. Daimiel sabe que para sentarse a dibujar debe estar tranquila o no desear tener la cabeza de alguien en una bandeja.
El castigo de su hermano había sido el más largo y ella también había salido metida en todo eso, no se arrepentía de dislocar (accidentalmente) el brazo de Dudley pero lo que más le hacía rabiar es que su tía Petunia la pago como ellos.
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Leyendo: Los Potter y la piedra filosofal.
Hayran KurguLa magia era algo que no existía para ambos hermanos. Era algo que sólo existía en sueños, en cuentos de hadas y demás tonterías, pero al darse cuenta que ellos son magos y pertenecen en éste mundo, verán que no todo es de color de rosa y intentarán...