Capítulo 4

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¿Puede ser que después de tantos meses, esto sea un capítulo?

SÍ, PUEDE SER.

Un irritante sonido perforó mis tímpanos aquella mañana, tensando todos mis músculos de golpe preparándome para saltar en caso de emergencia. Tras fruncir el ceño acompañándolo con una mueca de dolor decidí abrir los ojos para echar un vistazo a mí alrededor, tratando de encontrar el motivo de mi mal despertar.

Con tan solo el gesto de girar mi cabeza sobre la almohada me topé con mi móvil a escasos centímetros de mi nariz, la alarma de éste sonando a todo volumen justo al lado de mi oreja izquierda.

Suspiré; ya me había vuelto a quedar dormido mientras jugaba al comecocos.

Al menos podía estar seguro que no llegaría tarde a trabajar aquél día, ya que después de tal bomba acústica no sería capaz de volver a pegar ojo en un tiempo.

Deslicé el brazo por debajo de las sábanas para poder atrapar el móvil con mis manos, aprovechando así para estirarme y deshacerme de aquella sensación de pesadez de cada mañana. Últimamente me despertaba con los músculos realmente anquilosados, necesitaba ponerme en forma.

Apagué la alarma con desgana e hice ademán de levantarme. Y digo eso porque eso no fue lo que hice precisamente; en realidad me volví a tumbar y me quedé unos largos 10 minutos estirado sobre el colchón, con las manos entrelazadas sobre mi pecho y el móvil entre ellas, observando el blanco techo como si este fuera a hablarme algún día.

Nunca lo hacía, pero yo mantenía la esperanza.

Una vez vencida la pereza me fui a la cocina, preparé un buen desayuno y me lo llevé al sofá. Ahí encendí la televisión y busqué un canal para niños pequeños, en el cual iban a echar Bob Esponja en cualquier momento.

Eso sí que era una mañana digna de alguien como yo.

A eso de las 9:10am se terminó uno de los miles de capítulos que daban, ya que el show duraba hasta las 10:30am, por lo cual recogí la vajilla sucia, paré la televisión y me fui corriendo al baño a terminar de asearme.

Poco más tarde me puse una camiseta de tirantes de Metallica junto con mis pantalones negros, a juego con mis zapatos y mi gorra, la cual había encontrado tirada por ahí mientras elegía qué ponerme. Finalmente me puse el pin de Blue, cogí un jersey gris unas tallas más grandes que la mía por si me entraba frío fuera, me puse el móvil en el bolsillo y salí más contento que un niño con zapatos nuevos.

Quería que aquél día fuese genial, por lo que trataría de ir rápido de camino al trabajo para poder pararme cinco minutos delante de la casa de Charlie. Me gustaba su manera de ser; era diferente, original, guay. Hablar con ella me mejoraba el día, y ni siquiera la conocía.

Al ver que el sol había decidido brillar con fuerza aquella mañana pensé que sería buena idea atarme el jersey a la cintura, más que nada porque si no lo hacía mi antebrazo terminaría por fundirse de tanto aguantarlo.

Entre una cosa y la otra, paso tras paso, terminé por pisar las primeras piedras de aquella calle tan antigua de la ciudad, en la cual no había ni un alma.

A cada paso que daba mi sonrisa se iba ensanchando y mi corazón latía con más fuerza. ¿Qué mierdas era esto? Sólo era una chica, por dios.

Cálmate, Mikey” –me dije mentalmente.

Saqué un momento el móvil de mi bolsillo para echarle un vistazo a la hora, la cual marcaba las 9:45am. Era sorprendente la rapidez con la cual había caminado aquél día.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2014 ⏰

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