Capítulo 11.

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AMARA CORTÉS.

Aitana parece más emocionada que yo con esto, mientras que a mi solo me causa rechazo la situación.

— Amara —Aaron habla tratando de sacarme conversación— ¿Dónde te apetece ir?

— Realmente no me apetecía salir de casa.

— No le hagas caso —Ríe Aitana— podemos ir donde tú elijas.

¡Quédatelo tú! **grita mi mente desesperada por la actitud de Aitana.

Realmente no sé si es la más indicada para confiarle mis sentimientos porque a la primera de cambio le da la razón a nuestro abuelo para hacerme todo lo que me está haciendo.
Sergio habla con Toni y le dan la razón a Aitana para que Aaron termine llevándonos donde él elija.

No soporto tanta cortesía.

— Prima di algo —Anima Toni con su vocecita insoportable. Lo único que quiere es satisfacer los deseos de nuestra familia.

— ¿No basta con decir qué me da igual dónde ir? —Pregunto extremadamente seria. Aaron mueve la cabeza y saca las llaves de un coche.

— Vamos en mi coche.

LIAM COOPER.

Estar en mi casa se ha convertido en un infierno el día de hoy. Decido salir al porche con mi hermana para despejarme un poco.

Se levanta en cuanto me ve salir.

— Vamos dentro, tengo que enseñarte muchas cosas. —Me dice.

— No, quiero tomar el aire. Entra tú y sácame las cosas aquí si tanta emoción tienes de enseñármelas.

Ella parece más preocupada porque yo no salga que por enseñarme no sé qué cosas.
Observo desde lejos a Amara.

— ¿Amara? —Susurro.

Me resulta extraño verla cerca de un chico que no es familiar y más, apunto de entrar en un coche.
Reconozco al chico, es popular, uno de los mayores ¿Qué hace cerca de ella?

— He estado aquí sentada desde que entró en casa de los Cortés —Me cuenta Sofía— él parece que está interesado en una de las chicas de la familia.

— Adivino de quien.

Él trata de abrirle la puerta a Amara pero ella como yo, se entretiene mirándome.

— Tal vez no es de ella, si no de Aitana.

Uno de sus primos persigue su mirada y llega hasta mi. Giro la cabeza, toso y disimulo todo lo que puedo.

— No quería que vieras nada porque seguro que no tiene ninguna importancia. Seguro que es amigo de alguno de esos dos y ellas.. —Rio sarcásticamente. Ella se da cuenta de la tontería que acaba de decir y se retracta.

— Ellas no pintan nada ahí si fuera eso. Lo extraño es que su abuelo permita algo así cuando ni siquiera la deja acercarse a los chicos en clase. —Me siento en el banco.

— No pienses en eso ahora, mejor vamos dentro y vemos algunas series ¡Te dejo elegir!

— No me apetece —Froto las manos y apoyo la cabeza sobre ellas— Quiero estar aquí un rato.

— Pero hace frío.

— Más tarde ¿Sí? Prepáralo todo.

Ella entiende mi situación, decide no insistir más y entra aunque no muy conforme.
Amara se marcha en el coche de ese chico popular.

La ley de Amara. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora