NUEVE

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-¿Qué te parece si vamos a un lugar más privado? No quiero que tu familia nos escuche -la mujer hizo una mueca adorable mientras jugueteaba con el cuello de la camisa del vampiro.

El castaño sonrió para luego dejarle un beso en la frente.

-No quisiera sonar arrogante, pero sabía que este momento llegaría -extrajo un llavero del bolsillo trasero de su pantalón y se lo enseñó a la rubia.

-¿Eso significa? -inquirió algo confundida.

-Alquilé una cabaña para nosotros solos. ¿Que te parece?

Ella lo abrazó feliz. Lo que más deseaba era disfrutar su tiempo con forma física al lado del vampiro. Subieron de inmediato al auto de Edward. Kassia no se vio impresionada por la velocidad con la que  el vampiro conducía, ella simplemente sonrió intentando distinguir algo en el paisaje.

-Es una extraña sensación la que me embarga , ¿sabes? Siento que mi piel necesita de tu toque -la joven cerró sus manos sobre la tela del vestido que estaba sobre sus piernas.

-Entiendo a lo que te refieres, pero ya estamos cerca. Lo resolveré cuando lleguemos a la cabaña.

Kassia se sorprendió cuando se encontró acostada en la cama, con el cuerpo desnudo del inmortal sobre el suyo. Edward se movía sobre ella como si no tuviera intenciones de detenerse jamás.

-Dame unos minutos para recuperar el aliento -pidió la rubia, cuando ambos estuvieron un poco saciados. 

Apenas en ese momento pudo apreciar la belleza del interior de la cabaña. Cuando Edward la besaba, solo podía concentrarse en él. La decoración de la habitación era estupenda. Los pisos de madera brillaban, había dos escalones que elevaba la zona de la cama matrimonial de madera oscura. En la parte baja, habían sillones frente a una ventana que dejaba ver la naturaleza que reinaba afuera. 

Lámparas antiguas empotradas a la pared iluminaban la habitación. En las paredes, colgaban cuadros con motivos florales. Había una alfombra marrón frente a la cómoda baja al pie de la cama. 

Permanecieron encerrados allí durante varias semanas. No parecían tener suficiente del otro. Jugaron juegos de mesa, vieron películas, bailaron, cantaron, incluso ella lo acompañó a cazar. Todo estaba yendo perfecto hasta que una mañana, Edward regresó de ir a comprar comida para Kassia, pero ella ya no estaba allí. Su ropa y zapatos estaban junto al sillón al lado de la ventana. 

Salió corriendo al bosque, tratando de seguir el rastro de la mujer, sin tener éxito. No le quedó más alternativa que ir a hasta su casa en busca de su familia. Los demás Cullen se unieron de inmediato a la búsqueda. 

-Hijo, debes mantener la calma. Todo indica que Kassia ya no tiene forma física. Debes seguir el plan que pensaste con ella. 

En las primeras semanas de su regreso, el ente femenino vagó por el bosque sin poder comunicarse con alguien. Su presencia era indetectable para todos. Estuvo vigilando a Edward, lo vio bastante abatido. Eso la hizo sentir muy culpable, pero la decisión de intentarlo la habían tomado juntos. Debía respetar su elección. 

Pasaron varias semanas antes de que los animales la escucharan. Hubieron más transformaciones entre los Quileute debido a la visita de los vampiros que residían en Delani. Ellos no eran parte del trato, así que Kassia tuvo que intervenir para equilibrar el número de metamorfos y vampiros. 

Cuando los Cullen se enteraron, el castaño de la familia volvió a tener esperanzas. Solo ella podía intervenir en las transformaciones. Edward no se había cansado de escuchar todo lo que Kassia le había contado sobre su vida. La extrañaba tanto que a veces la veía entre sus los habitantes de Forks.

Amantes Trágicos |Edward Cullen |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora