Hay una delgada línea entre el odio y el amor. Pero existe una línea aún más delgada.
La línea entre el amor y la obsesión.
Jungkook estaba jodido, muy jodido y obsesionado con su castaño mejor amigo.
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Jungkook siempre dibujaba cuando estaba aburrido en clases, su pie repiqueteaba inconscientemente, no sabía qué dibujar en medio de la aburrida clase de historia. Su mirada se posó en todas las esquinas del salón, en las paredes, en los bancos y hasta en el aburrido escritorio del profesor ubicado en una esquina. Quizá sería mejor dibujar un rostro, sus ojos obscuros se posaron en las cabezas de todos los estudiantes. Todos demasiados normales, tal vez algunos muy bonitos, pero era solo eso, algo bastante superficial, sin eso eran totalmente insípidos, o al menos para Jungkook. La mirada del pelinegro divagó un poco más hasta que se poso en un compañero de clase, en el conocido rostro de su compañero de clase.
No, para ser específicos con su mejor amigo Taehyung; con el cual estaba peleado por el momento. Jungkook entrecerró los ojos y recorrió los rasgos de su mejor amigo. Tae era bonito, demasiado bonito, pero a diferencia de los demás, Tae tenía un aura tan diferente, una personalidad que no conocía la palabra vacía, el mejor amigo de Jungkook era bastante peculiar, por lo que no pudo culpar a sus manos cuando tomaron vida propia sobre las hojas de su cuaderno.
Empezó dibujando una finas lineas sobre una de las esquinas de sus hojas rayadas, con un simple portaminas, ya que no tenía sus lápices especiales a mano, detalló con mucha precisión un boceto del rostro, siguió con los ojos del castaño a los cuales les puso minuciosa atención, las cejas tan pobladas habían quedado un poco opacadas por el flequillo que caía suavemente sobre ellas, su nariz totalmente proporcional para su rostro, sus labios tan rojizos; los cuales muy tristemente no pudo pintar por la falta de su estuche de dibujo. Sin embargo la luminosidad y el brillo que agregó a los belfos, hizo que resaltarán un poco más, no era el resultado que quería, pero se conformaría por el momento. Los cabellos casi rubios de Tae, a los que tampoco Jungkook les pudo hacer justicia, fueron resaltados con un poco del fino lápiz blanco para otorgar un brillo y voluminosidad. No olvidó resaltar la nuez de Adán, ni tampoco el delgado cuello del castaño, las ropas de Tae tampoco fueron ignoradas.
Cuando terminó su dibujo lo observó una y otra vez encontrándose de lleno con la tristeza de Tae reflejada en sus ojos, ya sabía que era demasiado brillo el que había puesto, lo que solo podía ser producto de lágrimas retenidas.
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