1. Un mundo paralelo

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Me despierto sobresaltada. Miro el reloj, son las diez de un sábado. Recuerdo que ha hecho que me despertase, lo he tenido desde hace una semana, y solo de pensar en el me dan escalofrios.

Dejo mi peluche a un lado y me dirijo al baño. Tengo la cara inchada del sueño. Cuando me lavo el rostro, veo mi aspecto más natural. Me veo a mi, una chica con el pelo marrón muy oscuro y ondulado que me llega hasta la espalda. Mis ojos son marrones muy claros, con destellos dorados. Ahora ya me veo: Adela Rolley Rodríguez,  una chica de 15 años nacida en España.

Voy hacia el salón esperando por lo menos a que mi madre este despierta, pero no, es demasiado dormilona para eso. Asi que voy hacia la cocina y me preparo el desayuno.

Poco a poco se van despertando los demás. Mi hermana pequeña, Luna, que tiene el pelo negro y los ojos grises. Ella tiene 10 años. Mi madre es exactamente igual a mi hermana y a mi padre, salvo por el color de ojos de él, que es azul.

-¿A qué horra te vas al cumpleaños? -me dice mi madre

-No lo se, seguramente a las doce, por que comere allí. Volvere sobre las ocho si vamos al cine

-Traeme chuches Adela-dice mi hermana, bueno, me obliga

-Si hay o si no me las he comido ya, que dudo que me sobren

Llevo las cosas a la cocina y luego me lavo los dientes y me cambio de ropa.

Me pongo una camiseta roja, unas mallas vaqueras y unas botas que me llegan por debajo de la rodilla. Me recojo el pelo en una trenza con una gomilla que tiene un lazo rojo.

Me toco el colgante que llevo puesto al cuello desde el verano. Es un tipo que se lleva pegado al cuello y que es de cuerda. Tiene un colmillo de lobo. Nunca me lo quitare, es demasiado valioso para mí.

Ya son las doce, me tengo que ir.

-¡Adios!-digo

-Recuerda traerme chuches Adela

-Vale

Salgo de mi casa y me dirijo al cumpleaños.  No se por que, pero siento que alguien me sigue. Como hay mucho tráfico, me voy por un camino a las afueras del pueblo que tiene muchas curvas. Es raro que en mi pueblo haya tanto tráfico, pero por lo menos por este sendero no tengo que respirar el olor de los coches.

Mientras camino por el campo, noto que algo cambia. Miro al suelo. Creo que llevo un rato sin moverme.

Arranco un helecho del suelo y lo pongo a mi lado. Sigo caminando unos cinco minutos y vuelvo a mirar el helecho, ahora esta delante mía. Me pongo nerviosa y hecho a correr. De repente, aparece una raiz del suelo y me tropiezo. Me pongo boca arriba.

Una piedra se eleva y de la nada, aparece una persona sujetándola. Esa persona podría medir aproximadamente dos metros diez. Tiene el pelo negro y los ojos... ¿rojos? Si, creo que si. Rojos como la lava de un volcán en erupción.

-Dame el diente de Darking- me dijo, tiene una voz muy grave, ronca y rara

-¿Qué?-pregunto por lo bajo

-O me lo das o ya verás...

No lo entiendo, no se a que se refiere, hasta que me doy cuenta de que se refiere a mi collar. No. Es demasiado valioso para mi, me lo dio una amiga antes de irse del pais, ahora no se ni siquiera si esta viva o no, por que su pais a los pocos meses, estallo la guerra. Por donde ella estaba perdieron, por que bombardearon su pais. Además, lo compro en un mercadillo.

De repente, siento miles de patitas puntiagudas en mi cuello. Son escorpiones. Dudo que me puedan quitar el collar, pero matarme, eso si. Me pongo blanca. El hombre alza la piedra y no para de mirarme a los ojos. Yo los cierro. Se que de todas formas me mataría, ya que no me dejaria con vida después de matarme. No soy tonta.

El elixir de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora