2. Recuerdos perdidos con las olas

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*Narra Yuri*

Estoy cansada con todo lo que ha pasado esta semana. Estoy agotada. Tódo empezó aquel día...

Me desperté en la mañana. Fui al cuarto de baño y me peiné mi larga melena azul. Ese día creí que la suerte me sonreía, hasta que vi la silueta de Padre. 

-¿Qué haces despierta y sin trabajar en el harado?-me reprendió-. ¡No te quiero ver ni el pelo por la casa!

-Está bien-. Evité el contacto visual con él. Cuando salí, me fijé que no estaba cerca-. ¡Ni siquiera tenemos la misma raza de sangre!¡Yo soy ninfa, tú eres elfo!

-¿Hija?-mi madre se acercó a mí, y no pude evitar abrazarla entre lágrimas-. ¿Ya te ha mandado a trabajar?

-Sí...

-Lo siento mucho, de verdad...

Mi choza está en Lapizaqua, una isla pobre y abandonada de Islas Canarias que al menos posee cultivos para alimentarnos, o venderlos. Lo malo es que mi Padre me manda a mí a regar y él miente diciendo que él es el único que los cuida. Aunque hay testigos que me han visto harar.

Cogí la regadera y les eché agua por encima. Cuando terminé, vi mis manos. Sangraban un poco, así que fui al río. Las metí allí y miré al cielo. Las saqué, me limpié y corrí al bosque. Me tumbé. Era el único sitio alejado de Padre. Sólo que es bastante chico. Miré a mi derecha y observé una telaraña. No había nada, pero sí una pobre mariposa enganchada. Grité y me alejé de allí como pude. Llegué hasta la orilla del mar. Comencé a llorar, ya que no había nadie. Parecía idiota.

Padre es imbécil. Siempre me obliga a trabajar, cuando no trabajo me golpea. Desde que era novio de mi madre. Sin embargo, Papá era especial. tenía 5 años cuando pasó el accidente.

Íbamos cojidos de la mano. Fuimos de picnic al bosque. Mi madre fue a regar, pues se le había olvidado. Yo me senté junto a Papá. Me levanté porque vi algo moverse. Era un bichito que andaba muy contento. En ese instante, me pareció incluso tierno. Papá tragó saliva. Me acerqué para ver que le pasaba, cuando se subió encima de Papá. Iba a quitárselo cuando del bichito le salió un aguijón. Se lo acercó a mi padre...

Y mi padre murió viéndome a mí llorando paralizada gritando:

-¡No toques a Papá!

Desde ese día, veo cualquier tipo de arácnido (aunque sea inofensivo) y me paralizo como una tonta, o salgo corriendo no siendo consciente de qué es lo que estoy haciendo. Ni el médico del pueblo es capaz de decirme por qué me pasa eso.

Un papel revoloteó hasta caer al agua. Lo cogí y le cogí la humedad del agua y se la quité. Luego, recuperé las letras. Todo gracias al poder de agua.

"Algo muy especial va a ocurrir mañana en Madrid. ¿Quién sabe si tu suerte te está esperando allí?"

Sonreí. A lo mejor era verdad y mi suerte me estaría esperando allí. Entré en casa y hice una burbuja especial, que sirve para guardar objetos y luego se transforma en una bola dura y un collar que sólo con el tacto de la persona que lo usa se vuelve otra vez burbuja. Metí mis cosas en la burbuja. La transformé en colgante y me lo puse. Cogí la hazada en la mano, como si fuera a cultivar. Pero Padre me vio.

-¿Dónde vas?-me preguntó con su voz ronca-.¿Qué haces dentro?

-Me había dejado la hazada-mentí.

-Mientes. Has tardado mucho en darte cuenta, ¿no?

-Estaba regando.

-Hija, ¿crees que soy idiota?-me quedé callada, mirando al suelo-. ¿A dónde vas?-no respondía. Estaba harta de él. Papá me trataba muy bien, pero Padre... En ese instante, me golpeó en el hombro-.¡Hija!¡Respóndeme!

El elixir de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora