1ra parte

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Escucho el sonido del electrocardiograma anunciando que mi corazón aun esta latiendo lentamente tomando ritmo poco a poco, el sonido empieza a lastimar mis oídos al ser lo único q soy capaz de oir, al fondo, detrás de una puerta voces retumbando en un pasillo, las ruedas de plástico de lo q parece una camilla golpeando cada loseta al caer en la separación entre estas. Un "Despejen " me hace temblar a la vez q oigo el cuerpo de la persona golpear la camilla. Hay demasiado barullo en lo que puedo apostar es un hospital pero yo estoy sola, no hay nadie a mi alrededor, ni doctores ni enfermeras. Presiono los ojos recordando llamas mientras revuelvo mi cuerpo entre las sabanas, puedo sentir el calor en mis pies y mis manos, siento el fuego rozar mis orejas quemando el pelo hasta llegar a la piel. El sonido del electrocardiograma va cada ves mas rápido haciéndome regresar al presente abriendo los ojos mientras que un gruñido invade la habitación. La puerta se abre de golpe dejando entrar a 1 doctor, 2 enfermeras y 3 enfermeros, siento mis mejillas mojadas, acaso...estuve llorando?

Cuando intento levantarme veo q mi muñeca derecha esta esposada a la camilla y puedo notar sobre todo por la falta de pelo, q mi cuerpo esta lleno de quemaduras

– No...no..- murmuro mi vista se cristaliza haciéndome imposible reconocer a alguien a mi alrededor.

– 10 Ml de medetomidina – escucho la voz del un hombre mientras en un cajón los cristales chocan

– No por favor, yo no queria...no yo fui...- mi cuerpo empieza a temblar debido al miedo que me provocan mis mismos recuerdos de la noche anterior. Siento la aguja atravesar mi piel y mientras un grito agudo sale de mi boca vuelvo a suplicar

– por favor no, el intento matarme que mas podía hacer por favor no, - es muy común que a las quimeras que cometemos algún crimen se nos sacrifique cual animal, por eso no es raro que tema por mi vida.

–Tranquila solo necesitamos que descanses, tus heridas tienes que sanar, llamamos a tu padre, viene en camino – la voz de una enfermera me tranquiliza a la ves que acaricia mi cabeza, mi cuerpo se relaja dejándose caer sobre la camilla mientras empiezo a sollozar dejando que las lagrimas se resvalen por mi cara.

–No quiero recordarlo...no quiero verlo – murmuro llevándome mi mano libre a mi rostro limpiando las lagrimas, pero cuando la sal toca una herida abro los ojos y son conciente del mal estado de mi cuerpo. Mire mi palma ahora con una enorme quemadura por un par de segundos recordando nuestra pequeña escena en el baño, una donde cuido de mi... "puras mentiras" cierro mi puño haciendo que mis uñas se entierren en esta.

–Dale 5 mas...-murmura el doctor.


Estabamos recostados en su sofá, ese bendito sofá, mi cabeza contra su pecho escuchando su corazón latir tranquilo a la par con el mio. Su mano recorre mi espalda desnuda lentamente dibujando círculos en ella mientras yo delineo las cicatrices en su pecho, se que lo odia, y el sabe que tengo un millón de preguntas pero me he vuelto lo suficientemente paciente como para esperar. Hablamos de la vida...de nuestras vidas, de nuestro pasado, sueños para el futuro, como si de verdad yo tuviera un futuro cruzando estas puertas, ni siquiera se si sere capaz de eso.

Quiero estar a su lado, atrás del monstruo caradura descubri que hay un ser humano con un alma lastimada, un niño temeroso y no puedo evitar aferrarme a eso con todas mis fuerzas.

– Que deseas de la vida? – apenas murmuro, su única respuesta es un sonido gutural haciéndome entender que no le quedo claro –Con todo tu dinero, poder ...que mas puede haber en la vida que no puedas tener o q no hayas tenido. Que mas quieres? – Levanto mi cuerpo sentándome en el sofá frente a el, siento su mirada recorrer mi cuerpo, pero ya estoy tan acostumbrada a estar en sus manos que no hay pudor.

–Quien dice que deseo algo? – se burla a la vez que cierra los ojos con falsas intensiones de querer dormir. Suspiro lamentándome por el acto seguido me pongo en pie dejando que el pelaje cubra mi cuerpo, apenas me alejo unos metros de el cuando ya su cuerpo se ha levantado con ganas de seguirme.

–Que triste es tu existencia entonces Zed... tienes todo...pero a la ves no tienes nada. Si yo fuera tu daría todo lo que tengo por tener uno...un solo anhelo – levanto mi dedo índice queriendo darle importancia a mis palabras, pero nuevamente su risa burlona llena hasta mi, casi dándome una bofetada.

– y tu? Tu que anhelas? – sus pasos se dirigen a la silla detrás de su escritorio, sin dejar de verme fijamente, con un gesto me llama hacia el, y yo cual hipnotizada por el olor de su cuerpo me acerco sentándome en sus piernas, dejando que cada una cuelguen a los lados de su cadera. Puedo sentir su miembro caliente y duro debajo de mi, muevo mi cadera suavemente frotándome contra el mientras sonrio, sus manos toman mi cadera de inmediato haciéndome saber que le gusto

– Libertad...- digo antes de que siquiera intente hacerme suya de nuevo. – Quiero ser libre, quiero sentir el viento en mi cabello, la arena bajo mis pies...ese es mi mayor anhelo – no me suelta, pero en sus ojos veo que todo el deseo por poseer mi cuerpo se ha ido.

–Libre...de mi? – susurra con miedo, su corazón se acelera, casi temeroso de mi respuesta.

– Libre contigo..- me inclino hacia adelante reposándo mis labios sobre los suyos, mis brazos lo rodean lentamente acercándonos aun mas. Sus manos recorren mis espalda bajando por mis piernas, llevándose a su paso cada rastro de mi pelaje.

Entre sueños y pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora