3ra parte

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Me despierto asustada con el corazón golpeando con fuerza mi pecho casi como intentando salirse de él, una capa delgada de sudor cubre mi cuerpo denotando que esto no era para nada un sueño agradable si no todo lo contrario...una pesadilla. Sentándome en el borde de la cama viendo mis pantuflas por lo que me pareció una eternidad, ¿él estará bien? ¿Habrá sobrevivido? Mil dudas llegan a mi cabeza en la soledad y oscuridad de mi habitación. Quería verlo, deseaba verlo, no podría vivir el resto de mi vida si lo mate, ¿y si lo herí? Me puse de pie buscando un cambio de ropa sencillo guardándolo en una mochila. Me acerqué a mi ventana a la vez que me desprendí de mis ropas cubriéndome únicamente con mi pelaje.

-Debo estar totalmente loca – puse la mochila en mi espalda y salte por la ventana corriendo hacia la ciudad camuflajeandome en las sombras.

Volví al Nine Tales estaba totalmente quemado, lo que parecía ser el primer y segundo piso aun estaban en pie, pero para nada estables. Había unas cintas amarillas de la policía impidiendo la entrada, revise por encima de mi hombro solo para ver q no había alguien más, porque sería una lástima q a alguien me importara un comino y aun así entrara. Salte sin problema las tres cintas acercándome lentamente al edificio, a pesar del tiempo, el clima y que más personas estuvieron aquí, podría distinguir diferentes aromas, el suyo sin duda alguna, Oboro para mi desgracia y el de muchas quimeras mas, podía oler la desesperación, la angustia y para mi pesar carne quemada, creo que no todas se salvaron. Oía el edificio crujir ante mi casi como si se quejara dolor y mientras estaba sumida en mi melancolía un arma cargándose me hizo volver a la realidad, no estaba sola.

-No te muevas – esa voz femenina tan familiar hacia que mi cuerpo ardiera en ira, porque ella? ¿Porque estaba aquí? Di un par de pasos con toda la intensión de salir de ahí aun dándole la espalda, el arma se disparo y pude oír la bala cortar el aire pasando muy cerca de mí, no me dio, ni siquiera lo intento. – Que no te muevas dije – sentencio.

- Y que haremos Oboro? ¿Estar aquí el resto de nuestras vidas esperando que una se mueva? No lo creo tengo mejores planes – levanté mis manos mostrándome desarmada, pero al mismo tiempo le enseñaba con que era capaz de matarla ahora, las garras que coronaban de cada uno de mis dedos. Mirándola sobre mi hombro podía ver el brillo de su arma a la tenue luz. – Donde está el? ¿A dónde se fue?

-Como si fuera a decírtelo, él sabe que tu hiciste esto, te matara en cuanto te vea – se risa llego hasta a mi casi golpeándome con la verdad, tenía razón, me arriesgaba a morir en sus manos, ¿era eso lo que quería? ¿Ahora? ¿Después de encontrar mi libertad?

Apoye una rodilla y las palmas en el suelo, tenía que salir de aquí, Oboro era capaz de dispararme en cualquier momento, incline mi cuerpo hacia adelante dispuesta a echar carrera cuando el gatillo sonó de nuevo pero esta vez sentí como mi brazo ardía, la maldita me había dado. Me gire deprisa hacia ella corriendo en cuatro dando largas zancadas zigzagueando para evitar las balas, cuando estuve a un par de metros de ella rugí lo más fuerte que mi cuerpo me permitió provocando que se moviera dejándome pasar. Salí aun corriendo alejándome unas calles antes de esconderme en un callejón para recuperar el aire.

"Maldita, maldita maldita!" – me queje mientras observaba la herida. Apoye mi cabeza en la pared mientras me sentaba en el suelo detrás de unos contenedores. Mi pecho subía y bajaba de prisa, no por haber corrido si no por haber escapado de ahí de nuevo. Podía oír de fondo los ruidos de la ciudad, los autos, la música, y risas muchas risas, sin duda estábamos en el centro. Me levante después de unos minutos, tenía su aroma que era lo más importante, lo demás era cuestión de tiempo. Me vestí a oscuras volviendo a mi cuerpo humano para no llamar la atención y salí de la oscuridad cuidando de que Oboro no fuera a salir de la nada y atacarme de nuevo, pero no, estaba a salvo.

Me tomo un par de horas, pero al fin di con el lugar donde estaba, clínica St. Jude, entre despacio a la recepción, había vendado mi herida con algo improvisado ya que no era nada grave.

-Buenos días, mi nombre es Nicole disculpa busco a un amigo, Zed Licourt, estuvo en un incendio hace unas semanas y sé que está aquí – la mirada de la enfermera hizo que me diera cuenta de lo que había dicho – es decir, me dijeron que está aquí, por eso sé que está aquí. – Intente sonreír normal, pero ver al hombre que intentó matarme me tenía con los nervios de punta, agregado a eso el olor a hospital que quemaba mi nariz y hacia que mis ojos lloraran, el incesante goteo de los sueros conectados a los pacientes, todo me estaba poniendo de nervios.

-Señorita estas no son horas de visita, venga mañana cuando sea adec...- la molesta enfermera se detuvo al ser interrumpida por una doctora.

-Cual dijo que era su nombre? – respondí de inmediato girándome hacia ella – Así que usted es la famosa Nicole, Zed no ha dejado de preguntar por usted, si había venido o había dejando algún mensaje o cualquier señal de vida – respondió alegre mientras me indicaba que la acompañara.

-Disculpe yo también estuve en ese accidente, y – realice una pausa pensando que quizás debía guardarme un poco para mí – estuve indispuesta. ¿Cómo está el? – retome mi andar alcanzándola.

-Se encuentra estable, aunque su cuerpo sufrió gran cantidad de quemaduras tiene una pierna rota y un par de costillas, lo encontraron con escombros arriba de él, iban a darlo por muerto cuando comenzó a respirar. Lo mantuvimos sedado esperando que mejorara, pero la velocidad a la que su cuerpo cicatriza es simplemente...- ahora se detuvo ella girándose a verme fijamente por unos segundos, su mirada clavada en mis ojos me hizo saber que era lo que buscaba en mi – bueno ya lo entiendes. – asentí, pero no, no lo entendía, Zed era un humano uno muy herido y hasta enfermo, pero humano al fin de cuentas. Se detuvo delante de una puerta abriéndola para mi, - se encuentra sedado, esperábamos a que su familia viniera para darles noticias, pero tú eres la única que...- se detuvo al verme pasar frente a ella.

-No tiene, no tiene a nadie excepto a mi – "y me acaba de perder" entre en silencio cerrando detrás de mí. Lo vi, no necesite encender la luz para verlo, y no quería hacerlo, verlo en este estado con tal claridad, siendo el tan fuerte me mataría, me destrozaría.

Suspire acercándome a la camilla sentándome en el borde sujetando su mano. ¿Este era el hombre que había intentado matarme? ¿El que había envenenado una botella de vino para mí? No... eso no suena a él, el preferiría matarme con sus manos literalmente. Verme suplicarle por mi vida, rogar hasta mi último aliento y tener mi cuerpo sin vida bajo su poder, quizás con eso alimentaria a las demás quimeras... si eso si suena a Zed. Pero eso solo es una parte de él, la parte cruel, porque hay una parte que es capaz de sentir amor, yo lo sé, yo lo sentí...o al menos eso creí.

Inspire profundo para tomar fuerza y encender su luz de noche, al hacerlo pude ver que prácticamente todo su cuerpo estaba vendado, pude ver mejor el yeso de su pierna y como su rostro yacía placido en su descanso.

-Zed...perdóname, no era mi intensión herirte, nunca quise lastimarte.- sentía como mis ojos empezaban a llenarse lagrimas y un par resbalando por mi mejilla. –pero es que...tu... - cerre mis ojos con fuerza sintiendo las lagrimas resbalar conteniendo los sollozos. Mi mente se dirigió a los recuerdos de esa noche, cuando regrese a Nine Tales, él se había quedado arriba y...

Entre sueños y pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora