No te voy a perder, eres mía.

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El reloj sonó a las 5:30 am y se removió solo para descubrir que estaba sola en la cama. Se levantó y apretó sus ojos para despertarse más rápido ¿Dónde fue su lobo? Miró a todos lados pero no lo encontró, se quedó unos segundos sentada en la cama mirando lo hermosa que estaba la luna –Era lo que tenía que pasar, él no es de tu mundo Isamar- Se dijo a sí misma y abandonó el cuarto para prepararse y salir a su trabajo. Mientras caminaba por la calle giró al callejón y sonrió, era mejor agradecer el momento y seguir adelante; por un momento la tristeza la invadió al recordar que él mismo le dijo que no la dejaría sola, un golpe melancólico la atrapó pero salió de sus pensamientos al ser empujada por una chica que iba de salida del autobús. Se bajó en su parada para luego entrar a una tienda por café y seguir su rumbo a su puesto de trabajo.

-Buenos días sr Anton- Saludó al guardia de seguridad.

-Buenos días bella Isamar, bienvenida- La dejó pasar y ella se dirigió a su puesto para seguir con los pedidos de su superior.

Fue algo molesto porque fue demasiado trabajo para un día, colorear, dibujar, dar vida y un sinfín de cosas más; tomó un descanso para ir por un trozo de pastel, eso la animaría muchísimo sin lugar a dudas. Tomó su cartera y tomó su rumbo para la pastelería que estaba a dos cuadras de su edificio. En su caminata pensaba en Adirael ¿Qué estaría haciendo? ¿Sería real lo que pasó? La idea que todo fuera un sueño no la dejaba quieta pero lo que ella sintió fue demasiado real como para olvidarlo. Ladeó su cabeza y cruzó la calle, al llegar a la acera se frenó en seco para luego bajar su cabeza y caminar lo más rápido que pudo.

-Venga mi cielo, dame un beso- Una hermosa rubia de ojos azules se lanzó sobre el regazo de Adirael que la sostuvo con fuerza de las caderas.

-Loba hermosa-Sonrió y dejo un beso en su mejilla para luego bajarla de su regazo –Venga, déjame comprarte el pastel que tanto te gusta-

-Vamos pues- Lo tomó de la mano –Oye amor, caigo en cuenta ahora, en tus años de vida ¿Has tenido sexo con humanas?-

-Para nada amor, no estaría con una nunca. Me parecen feas, más hermosas son las lobas- En ese momento sintió una puñalada en el corazón ¿Era de esperarse eso? Claro que no, pensó que los lobos eran como los de los cuentos, una sola hembra pero como el mismo diría "Patrañas de películas" La tristeza y la decepción tomaron su pecho pero se dijo a si misma que algo como esto podría ocurrir, ella tomó la decisión de entregarse sabiendo que era un desconocido.

-Permiso, disculpen- Los esquivó aguantando las lágrimas que amenazaban con salir.

Adirael quedó pasmado al ver quien le pedía permiso, se maldijo a si mismo internamente por lo que había dicho solo para quedar bien con esta hembra que lo llevaba hasta la coronilla, lo acosaba y debía quitársela de encima a como dé lugar ¿Qué te pasó? ¿Y tu honor guerrero? Constantemente la conciencia lo acusaba mientras caminaba hacia la tienda donde aquella humana que lo hizo sentir tan bien también entró. Le compraría un pastel y la mandaría al carajo, no podía seguir con esta farsa solo porque su amigo se lo pidió. No le interesaba nada en ese momento más que hablar con Isamar, olía su dolor aunque se mantenía tranquila en la cola. Veía la carta y pudo divisar como algunas lágrimas caían de sus mejillas que rápidamente limpió con brusquedad –Bastardo, eso eres- Su mente lo acusaba al ver semejante escena ¿Qué carajos le pasó en ese instante? Se acarició el cabello y gruñó con fuerza, estaba indignado consigo mismo.

-¿Está bien señorita?- El chico de la pastelería le tomó la mano al verla derramar unas lágrimas sobre el menú.

-Sí, disculpe- Limpió con brusquedad sus mejillas y sonrió –No se preocupe, deme un trozo de tiramisú y moccachino porfavor-

Querido Lobo (Mini historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora