Chelmno, Polish 1942
—Bitácora del día son las 09:14 a.m. día 29 de Febrero. Me encuentro en al campo de concentración en Chelmno en Polish, han pasado 3 años desde qué inició la guerra. La verdad no sé qué pensar sobre los mandatos de Hitler, me encargaron dirigir el campo de concentración y desde que llegué aquí solo he visto inocentes morir. Siempre doy vueltas sobre mi cabeza sobre si ¿Realmente estoy haciendo lo correcto?, ¿Habrá una forma de parar esta guerra?, ¿Está bien, lo qué está haciendo la nación?... Sigo sin entender por mí cambio de comportamiento, yo no soy así... soy un soldado qué pelea por Alemania que sigue órdenes, ¿Eso está mal? ¿Por qué tengo este sentimiento de culpa? Soy un verdugo para estas personas qué solo esperan su muerte. Esto es como un infierno y lo peor de todo... Yo soy un demonio para esta gente. Tal vez cuando todo esto acabe podré regresar a casa...
Termine de hacer mi bitácora y procedo a levantarme de mi asiento, agarró algo de comida que había en mi escritorio. Era solo un pedazo de pana. Lo guardó en el bolsillo derecho de mi gabardina y empiezo a dirigirme a la sala de prisioneros. En el camino me encuentro con algunos soldados que custodiaban la zona. Al percatarse de mi presencia se hacían a un lado para dejarme pasar y con firmeza hacían su saludo levantando su mano con la palma hacía bajó y gritando. —Heil Hitler—. Estos soldados tenían un vestimenta de menor rango que consiste en una Guerrera (Feldbluse) de color verde grisáceo, con un pantalón (Keilhosen), unas botas corta alemana con la suela claveteada, y un Casco (Stahlhelm) del mismo color de sus ropas. En sus espaldas colgaban un Fusil Mauser Kar98K.
La mayoría de soldados respetaban o temían Kroenen, porque fue personalmente condecorado por el mismo Hitler con el rango más alto de la Cruz de Hierro. Sé gano más respeto por ser parte del equipo de comando nazi que rescató al depósito líder italiano Benito Mussolini del cautiverio. Era más conocido por su apodo "Der stille Mörder" era eficaz en cumplir misiones y más si se trataba en asesinar objetivos, era alguien frío qué no mostraba sentimientos al matar soldados enemigos. La característica más distintiva de este soldado era que siempre llevaba una máscara de gas y un traje de protección.
Últimamente se a visto más compasivo con los soldados, la mayoría de soldados no saben por su cambio de comportamiento. (Ni él mismo sabía)
—Disculpen— asintiendo con mi sombrero mientras pasaba de ellos. Los soldados solamente se quedaron algo extrañados por mis palabra, era raro cuando un general sé disculpara con sus subordinados. Camine por varios minutos por los pasillos del campo de concentración. Al entrar dónde se encontraban los prisioneros, había generado una tensión por parte de los prisioneros. No era algo común que un general de alto rango entre a las celdas, eso significaba que algo malo iba pasar. Era de suponer qué todos tuvieran miedo el verme era algo que estaba acostumbrado. Finalmente llegué a mi destino, era una celda con una niña de cabello rubio, con ojos azules vestía con uniforme a rayas de prisionero. La niña sé encontraba al lado de su madre quien la miraba desconsolada. Al parecer todavía no notaba mi presencia, pero cuando su hija volteo a mí dirección, le entro un miedo que recorrió todo su cuerpo pues lo único que podía pensar era en lo peor.
—¿Mamá?, ¿Qué está pasando? no puedo ver nada!— dijo la niña tratando de quitar la mano de su madre de su rostro. En su tono de voz se podía notar pura inocencia y confusión.
—Nada tesoro, no te preocupes... solo cierra los ojos ¿Está bien?— lo decía dulcemente a su hija para no causarle pánico, igualmente ella cerraba fuertemente sus ojos y esperaba su fin.
«Tal vez piensa que la voy ejecutar...», me dije en pensamientos. Saque el pedazo de pan que tenía guardado en mi bolsillo y lo dejo adentro de su celda para qué pueda comerlo —Sigh—
solo di un suspiro y procedo a retirarme del lugar. Al percatarse de qué no pasaba nada, con miedo abre poco a poco los ojos observando que ya se había ido el soldado, vio algo dentro de su celda, un pan, intentó analizar el ¿Por qué un general le había dejado algo de comida? así dejando de taparle los ojos a su hija.
—Mamá ¿A dónde sé fue el señor?— preguntó su hija, confundida, porque de en un momento a otro desapareció el señor.
Cuando la madre escucho la voz de su querida hija, paró de pensar del por que de la situación.—Ahmm...fue a seguir con su trabajo mi tesoro— respondía a su hija, con su mismo tono dulce. Extiendo el brazo así tomando el pedazo de pan que habían dejado. Ella no iba desaprovechar la oportunidad de darle de comer a su hija así partiendo el pan de tal manera que a su hija tenga el pedazo más grande.
«Me estoy ablandando mucho por esa niña, desde que llegó al campo no he podido dejar de pensar en ella...» me dejó pensando. Ya al terminar de dar algo de comer a esa niña y a su madre. Me dirigió al patio donde se encontraban los demás prisioneros. Habían varios comandantes y soldados en la zona, me estaban esperando. Sé dieron cuenta de mí presencia, hicieron su saludo mostrando respeto hacia mi persona, los prisioneros sólo quedaron quietos al ver que su sufrimiento estaba por comenzar. Los soldados que estaban en ese momento intentaban no tener mucho contacto con directo, tal vez era mi máscara tan llamativa que tenía puesta. Terminaron de dar el saludo y procedieron a dar las órdenes para las ejecuciones o para trabajos laborales. Al terminar los soldados procedieron a cumplir los mandatos escoltando a los prisioneros a sus respectivos lugares de trabajo. Sé que es otro día más pero solo se sintió mal al ver tanta desesperación y angustia que se reflejaba en el rostro de los prisioneros pero, gracias a su máscara nadie se percató de ese sentimiento de injusticia. Pasaron las horas, me la pase supervisando a los prisioneros y terminando así el día, para ellos era otro día en el infierno.
Cansado de ese deprimido lugar, me dirigo a un río que se encuentra cerca del campo de concentración. Este río conectado con el Mar Báltico. Es un lugar que me fascina ir, es un lugar alejado de todos, dónde me puedo relajar y desestresar me de toda esa mierda . Estaba sentado en un pastizal un poco alejado de la orilla del río, apreciando la hermoso vista, gracias al reflejo del agua sé podía apreciar la luna y las estrellas.
—Creo que esto es lo único que ha valido la pena al venir a este lugar— mientras observaba el paisaje. Me percaté de algo en la orilla del río, un brillo peculiar como de un objeto brillante de metal. Estaba algo de curioso al ver ese objeto ya que habitualmente el río, no suele traer basura. Fui a ver de qué podría hacer y al acercarme vi qué era un espejo de mano en perfecto estado, al tomarlo del piso. Tiene un diseño adornado de material metálico azul plateado que comprende el respaldo y el mango del espejo, el brillo era provocado por la parte reflejante del espejo, al voltearlo había una especie de cabujón en forma de gota de color azul claro y posee un detalle celeste en la parte superior en forma de gota de agua fragmentada incrustada en la parte posterior. Volví a voltear el espejo y al ver mi reflejo.
—En qué me he convertido...—dije algo melancólico— Tal vez me llevaré este espejo... puede que me sirva de algo...
P.D: Este episodio esta editado para mejor comprensión.
ESTÁS LEYENDO
"No Soy Lo Que Reflejas"
FanfictionUna historia de un hombre quien cansado de mancharse las manos de sangre durante la Segunda Guerra Mundial decide hacerle un cambio a su vida, pero no contaba que conocería a un ser que lo ayudaría, así ambos, poniendo sus mundos de cabeza. Sangre...