Capítulo 9: 28 de Diciembre

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A las doce en punto de la noche estoy en la playa mirando a todos lados.

He venido a la zona donde estuvimos la otra vez. Doy por hecho que es aquí donde vendrá.

Después de media hora de espera, con los nervios a flor de piel, oigo una vocecita en la oscuridad.

–¿Aitana? ¿Estás por aquí?–

–Sí, aquí– enciendo la pantalla del móvil y la muevo para que me encuentre.

–Perdona el retraso, no pensé que tardaría tanto.–

–No pasa nada, ya has llegado.–

Nos abrazamos y nos sentamos en la arena. Ha traído unas cervezas y patatas. Me pasa una y empiezo a beber.

–Oye, ¿por qué dijo Manu que te fuiste corriendo sin dar explicaciones?– me pregunta.

Me incomoda tener que responder a eso, pero le voy a decir la verdad.

–Pues... pensé que te habías ido con Sofía y no te habías despedido ni nada. Me sentí bastante mal y actué como una niña pequeña.–

Me sonríe, se acerca a mí y me da un beso en los labios.

La única iluminación que tenemos es el reflejo de la luna en el mar. Lo suficiente para que sus ojos verdes resalten. Se clavan en mí. Antes no podía mirarlos más de unos segundos y ahora no puedo dejar de hacerlo. Sus ojos enganchan.

Me lanzo a besarla. Ese beso es un imán, después de ese, ya no podemos parar.

Esta vez soy yo la que está encima de ella. Le beso hasta llegar a su cuello. Noto cómo se excita y su cuerpo se mueve pidiéndome más.

Acaricio su torso por encima de la ropa. Ella agarra mi espalda con fuerza. Me animo a meter la mano por debajo de su jersey. Tiene una piel muy suave. La única barriga que he acariciado es la de Manu, pero ni de lejos es tan suavecita.

Imito lo que me hizo ella a mí. Paso las puntas de mis dedos por su pecho. Patri se aparta un poco y se quita la camiseta. Vuelve a tumbarse. Continúo acariciando el pecho con mis dedos. Paso mi mano a la espalda y consigo desabrocharle el sujetador a la primera. Me siento muy orgullosa. Recorro su espalda y noto cómo su piel se pone de gallina. Me gustaría sentir de nuevo su piel contra la mía así que quito la camiseta. Ella se encarga de mi sujetador. Apoyo mi cuerpo en el suyo y noto como se me eriza toda la piel. Nos besamos sin parar y mis manos acaban en sus pechos. Nunca había tocado a nadie así, pero ver su reacción me excita muchísimo y quiero darle más. Voy paseando por cada trozo de su piel hasta llegar al pantalón. Cuando llego debajo de su ombligo el cuerpo de Patri se estremece. Coge mi mano y la dirige a sus muslos. Por esta parte de su cuerpo me siento más perdida, intento fijar un camino entre sus muslos pero no me atrevo.

–Hazme lo que quieras– me dice al oído.

Esa frase me pone a cien y me da el valor para desabrochar su pantalón. Intento introducir mi mano dentro de él, pero no puedo. Mi corazón late a mil, pero esta vez de nervios. Agarra mi mano y la mete dentro. Con su mano encima de la mía la mueve por encima de sus bragas haciendo pequeñas caricias. Le miro y se está mordiendo el labio inferior. Sus caderas hacen círculos debajo de mí. Ella solo ha tocado mi espalda y siento que estoy super húmeda y excitada. Aparto el filo de su ropa interior hacia un lado. Y empiezo a acariciar sus partes más íntimas. Muevo mis dedos haciendo círculos y ella gime.

–Vas genial, no pares– me dice con la respiración entre cortada.

Yo no me atrevo a decir palabra, estoy bastante concentrada y nerviosa.

Las etapas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora