Así empezo todo...

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Hoy llegue a la academia con ganas de golpear a Ana, mi mejor amiga, el día anterior me había dejado con solo una media en medio de la calle, ya que estábamos jugando a bajarnosla, y de la nada me la quito y se fue corriendo. Sentí a todo el mundo mirándome mientras murmuraban entre si, mi cara (como siempre) se puso rojo, demasiado roja; debería hacer un tutorial de como hacer que tu cara se ponga roja en un segundo.
Entre al salón y ahí estaba ella sentada...Me dirigí a su asiento pero antes de que pudiera alcanzarla se fijó en mi y se levanto de un salto poniendo las manos a la altura de su pecho, reclamando inocencia.
-Oh, por favor, soy muy joven para morir-dijo Ana con una sonrisa.
La mire con ojos de tristeza esperando que se arrepintiera de lo que hizo el día anterior.
-¿sabes lo vergonzoso que fue para mí?- dije con una voz entrecortada fingiendo que quería llorar.
Ví como de repente su cara cambio, sintiéndose culpable se acerco más a mí para abrazarme y pedirme disculpas, y fue entonces cuando la agarre de los hombros y la lancé al piso conmigo. Con un movimiento rápido puse mis manos sobre su zapatilla izquierda, mientras aún no se daba cuenta de lo que pasaba, logré sacársela; la levante en el aire en signo de victoria mientras reía a carcajadas. Entonces sentí un tirón en mi pantalón de buzo que hizo que cayera de nuevo en el piso y aterrizara en Ana. Gritó de dolor.
- Auu! .... Se que estas molesta por lo de ayer pero no era como para que me rompas todas las costillas- dijo Ana con una mueca de dolor, aunque yo noté una ligera sonrisita que salía de su interior.
Me eché a reír, mientras ella me seguía con esa característica risa contagiosa que me hacia reír aun más.
-Te lo mereces! .Quiero mi media de vuelta!- le dije mientras me levantaba y le tendía la mano para ayudarla.
- La zapatilla primero-dijo ella
-Olvídalo, tu empezaste ayer, y yo lo terminaré. Es lo justo- dije riendo
- Esta bien, esta bien.
En ese momento me di cuenta que el profesor de filosofía estaba parado enfrente , él tenía la mala costumbre de querer imitar a un fantasma. Cada vez que entraba a sus clases lo hacía silenciosamente, y su apariencia no era de mucha ayuda, ya que era delgado como un mondadientes y algunos de mis amigos le echaban 80 años. Note su mirada clavada en nosotras. Felizmente el salón aún era un caos y al parecer la única que se había percatado de su presencia había sido yo.
Prácticamente corrí a mi sitio, al igual que todos en clase, y salude al profesor.
-Buenos días, profesor Lopez
- Señorita Rollins-dijo con cara de disgustado.
Dirigió su mirada a Ana y luego dijo.
-¿Me puede explicar porqué solo lleva una zapatilla?
- Ahhh, no creo que quiera averiguarlo.
Mierda, me olvide de devolverle su zapatilla.
-¿Puedo ir a recuperarla?- siguió Ana
El profesor asintió con una mirada de odio. Ana se dirigió hacia mi sitio y yo le extendí la zapatilla mientras mi mirada decía: Lo siento. Pero ella me sonrió, como diciendo : No importa
Eso era lo que hacia que Ana fuese mi mejor amiga, no se tomaba las cosas muy en serio cuando no lo ameritaban.
-Bueno, espero que esto no se vuelva a repetir, ya es hora de que maduren- dijo el profesor como una indirecta hacia nosotras- Todos siéntense y abran el libro en la pagina 48, quiero un resumen completo......
Mi mente se perdió en esas ultimas palabras. Este era el curso que mas detestaba, y estaba segura que el curso me detestaba a mi tambien, lo había aprobado a las justas desde que lo empezamos a llevar; felizmente no era uno de esos súper importantes cursos.

Nuestras clases terminaban a las 3:00 pm y a esa hora todos debían dirigirse a sus casas sin exepcion. Ya que 30 minutos después había toque de queda. Los militares salían a las calles y tenían orden de disparar a cualquiera que encontraran en su camino, era una manera de nuestro gobierno de mantener bajo control a la poblacion; sobretodo a nosotros - los que poseíamos dones- nos consideraban una gran arma si estábamos de su lado, pero varias veces grupos de rebeldes habían intentado tomar el poder a la fuerza, por supuesto no lo lograron, y fueron ejecutados en la plaza publica de nuestra ciudad, como ejemplo para todos. Jamás olvidare a ese hombre revolucionista que tocó la puerta de nuestra casa pidiendo asilo y escondite por algunos días-la desesperación se reflejaba en sus ojos -antes que los soldados lo encontaran; lastimosamente, ayudar a un traidor te hace cómplice y por lo tanto un futuro ejecutado. Mi madre tuvo que decirle-con todo el dolor de su corazon- que se marchara.

Regresaba a mi casa con Susane- mi vecina-cuando éramos pequeñas solíamos ser muy unidas , como hermanas; teníamos la misma edad y asistíamos a la misma academia pero nuestros dones eran diferentes, ella era una saltadora. Los Telequineticos y los saltadores no nos llevábamos muy bien, siempre había habido rivalidad; ellos creían que su don era el más "cool" y nos miraban como si fuéramos menos que ellos. Pero Susane era diferente, la única que me agradaba de todo el grupo de saltadores.

Mientras íbamos caminando hacia nuestra vecindario un saltador apareció enfrente de nosotras; me sobresalte un poco, pero Susane parecia tranquila, supuse que lo conocia.
El chico nos miro.
Estaba a punto de gritarle que tuviera mas cuidado. Pero él se me adelanto.
-Susane, ¿que haces juntando con esos cerebritos?- dijo, haciendo énfasis en "cerebritos"
-¿quien te crees para decirme con quien me puedo juntar?, Mathew- le respondió Susane, fulminandolo con la mirada. Si hay algo que ella odia, es que le den ordenes.
Espera, Mathew?.... Mathew Greenwall? ......Había escuchado de él. Era el capitán del equipo de hockey de los saltadores. Nos destrozaban en todos los partidos que teniamos, aunque nunca lo había visto en persona, todo el mundo hablaba de él. Todos los Telequineticos lo odiabamos, y yo no era la excepcion. De repente me di cuenta del apodo que me había puesto
- ¿como me has llamado?- dije furiosa-...Maldito saltamontes, podrías habernos caído encima!. Discúlpate al menos.

-Pero no lo hice , ¿o si?. Así que no tengo que disculparme- dijo con una sonrisa petulante que hacia que me diera ganas de golpearlo.
Por mas que quisiera no podía negarlo, solo nos había asustado; me tuve que limitar a resoplar con cólera.

Luego dirigió su mirada a Susane
-Mi padre quiere que te apures en llegar a casa. Parece que hay una charla familiar.- dicho esto desapareció frente a nosotras.
Me quede estupefacta.
- ¿Es tu hermano?-dije y me quede con la boca abierta.
-Corrección: Hermanastro-respondio
-¿Por que nunca me lo habías dicho?-
-No es algo de lo que este orgullosa, ademas no tiene mucha importancia.
-¿de que hablas? Sí es importante. ¿Y desde cuando lo son?
-Desde hace unos meses, su papá se caso con mi madre y desde ahí vivimos juntos. No es muy agradable, así que lo evito lo más posible.
-Rayos, debiste decírmelo. Creí que nos contábamos todo.
-Lo siento. Sabía que tu lo odiabas. Así que no estaba segura de como te lo tomarías.
-bueno, es cierto que no me agrada ( ni a mi, ni a todo mi grupo).... Pero es TU hermanastro, no el mío-después de una pausa dije- Creo que deberías tratar de llevarte mejor con él- no puedo creer que eso haya salido de mi boca- son familia ahora, no?
-Sí, lo intentare-me sonrió-Debo irme o mis padres se molestaran. Nos vemos mañana,si?
-Ok, corre o llegaras tarde.

No era un camino muy largo de ahí a mi casa, así que no me importo quedarme sola. Ahhh... Todavía siento las ganas de golpear a ese chico, "Mathew" -lindo nombre- ¿Que estoy diciendo?-tambien era guapo y alto- Ya basta!. Me puso un apodo... Maldito saltamontes.
Seguí caminando y de repente BOOM!; de nuevo apareció en frente mío. Demasiado cerca diría yo
-que rayoss!, tu otra vez? -Lo empuje lejos, ya que nuestras caras casi se tocaban
-Auu. Oye, tienes fuerza-sonreí, inevitablemente-Solo vine a ver si Susane seguía contigo, se estaba demorando.
- Pues ella se fue hace un rato. ¿Ahora sí te disculparas?
-Mhh supongo que esta vez sí calcule mal. Disculpa.
-No las acepto, ahora esfumate.
-Wuau, cálmate chica ruda. Es muy raro conocer a un "cerebrito" con caracter.
De nuevo ese apodo
-en serio? Pero no es raro que haya "saltamontes" creídos como tú.
-¿Que te hace pensar que soy asi? No me conoces.

Tenía razon, no lo conocia. Pero mi orgullo no podía darle la razón.

-Hay rumores sobre ti, ninguno es muy bueno
-¿Te dejas llevar por eso?.... Te propongo algo, pasa un día entero conmigo y si después sigues creyendo que soy un saltamontes creído, te concederé algo que quieras.
Lo mire con ojos muy abiertos, ¿estaba hablando en serio?. No quería pasar un día entero con él, pero la idea de que me concedería un deseo me gustaba. Siempre habia querido ir a "Las islas Camaran", unas islas al sur del país donde el sol se ponía de forma maravillosa, y el clima tenía un sol eterno; sin duda él con su habilidad de saltador podía llevarme en un segundo y regresar antes de que mis padres se dieran cuenta.
-Pero¿ y que pasa si al final del dia milagrosamente me convences que no eres así?
-Entonces tu tendrás que concederme un deseo. -me dijo como si fuera obvio.
Realmente quería ganar mi deseo, y valía la pena tomar el riesgo.
Le tendí la mano.
-Hecho. Cualquier deseo- me aseguré.
-Cualquiera- respondió, sellando el trato.

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