c u a t r o

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Jaemin.


Yo odiaba las mañanas frías, odiaba estar solo en un sólo lugar que no conocía por qué era tormentoso, también odiaba mucho el sol, odiaba no tomar café por la mañana y odiaba la paz que algunas personas podían tener para vivir en la tierra de los vivos.

Los vivos... Ellos eran como una plaga. Tan irritantes y rabiosos, tan problemáticos y afligidos. Habían días donde vivir junto a ellos era estúpido...

Di un fuerte portazo al entrar a la sala del pequeño departamento. Mi estomago dolía al igual que mis piernas, escuchaba el sonido de mi propio cojeo mientras tiraba las llaves a un lado y maldecía hundiéndome al sofá.

— ¿Te a ido bien? — La irritante voz de Renjun invadió la pequeña habitación.

Lo miré con enfado, y pille su inusual vestimenta; Una camisa negra larga y calcetines. Mi camisa y calcetines. Bufé y le indique que se acercara, por qué sobre mi cadáver yo le contaría lo que ocurrió en el bar sin ver algún interés verdadero de su parte.

Sus pasos se escuchan fuertes al correr y sentarse junto a mi, la camisa se subió y no tenia ropa interior. Me lanzo una mirada picara, de esas que él pensaba que me intimidaban, y su dedo pincho mi mejilla adolorida.

— Te ves fatal. Significa que te a ido bien.

— ¿Donde está Kun?

—A estado con Chenle todo el día, el niño aun se siente mal y no sabemos como ayudarlo. Y, deberías cambiar esa ropa antes de que Kun vea que te sentaste en el sillón con ropa húmeda.

Un bostezo salio de mil boca en señal de cansancio y decidí quitar mi camisa húmeda.

— Fui al bar — Le conté, de inmediato paro las orejas para escuchar el chisme — Jaehyun no pudo pagar la deuda con el clan, intente razonar con ellos, pero mira como termine — Chasquee la lengua al recordar como aquellos chicos me habían logrado vencer, y me tiraron en el callejón. — Fue tan patético.

—Oh, pobresito.

Peinó mis mechones húmedos y se lo agradecí, necesitaba un poco de tranquilidad luego de una noche de trabajo pesado.

Sus manos envolvieron mi cuerpo frío y cerré mis ojos, a veces mi compañero podía ser una molestia, pero cuando yo realmente estaba cansado él era pura tranquilidad en el ambiente para que yo me sintiera mejor.

Pero aquella tranquilidad duro segundos, sus manos dejaron de tocarme y lo escuche quejarse haciendo sonidos raros. Abrí uno de mis ojos para poder ver aquel puchero infantil en sus finos labios.

—¿Que ocurre contigo? — Lo miré de frente.

— Hueles raro... ¿Estuviste con alguien?

Sonreí levemente y asentí. Claro, había olvidado a aquel niño que me había intentado ayudar en el callejón. De un rubio platinado y nariz perfilada.  Mis pensamientos  eran tan vagos que olvidé aquella parte de la historia, aunque no era relevante.

—Alguien intento ayudarle en el callejón. Nada importante.

—Pero tu olor es tan... Ash, ve a bañarte por favor — Y tal como si fuera un berrinche se levantó del mueble y se alejó de mi, dándome a entender que no quería tenerme cerca.

Renjun siempre había sido irritante, pero aun así lo lograba soportar, sin  embargo no iba a alimentar su capricho, así que deje que se alejara de mi a su antojo, por qué no existía otra cosa que el contrario amara más que ser perseguido y consentido.

La puerta se abrió y Seulgi entró al departamento con su mejor cara de pocos amigos. Su vestido corto de lentejuelas y el maquillaje corrido contaban por si sola la historia de la mala noche que pasó, pero preferí callarme mientras la vi ir hacia el pequeño bar de Kun y tomar una botella de vino blanco.

Paraíso. ⇁ nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora