Viernes 07:53hLas ganas de ser una persona sociable esa mañana eran más escasas si cabía en la posibilidad de los días restantes en mi vida. Mi mente estaba bloqueada en la repetición continua de la cara de MinGi cambiando a la de Taeyang. ¿Cómo puede seguir afectándome de esa manera?
Las pesadillas de esta noche han sido tan recurrentes e igual de espantosas que como cuando estaba en el reformatorio. Igual de traumáticas. Igual de sangrientas.
Agradezco la entrada del buen tiempo pues cuando he ido a vestirme esta mañana no era capaz de ponerme ningún pantalón. Ni mayas, ni vaqueros, ni chándal... Terrible el dolor que me recorre toda la columna cada vez que doy un paso. Horrible la sensación de que la ropa aprieta y choca contra el morado que ha cubierto como un cinturón de un palmo de ancho mis lumbares.
He tenido que declinarme por unos pantalones deportivos extremadamente anchos y cortos de entretiempo que simulan ser tela vaquera a pesar de ser elásticos, esas típicas prendas de ropa que tienes en el final de tu armario deseando que las gastes pero que nunca encuentras el momento. Pues hoy era el momento del pantalón ancho, fresco pero no demasiado y sobre todo que no choca contra mi espalda. Para finalizar una camiseta que Jack dejó en casa blanca y que obviamente es varias talla más grande que la que suelo gustar yo para que me quede igual de suelta.
Descuelgo la mochila de uno de mis hombros girándola sobre mi tronco para ponerla frente a mí. Con cuidado de no hacerme también daño en mis manos raspadas y amoratadas me dispongo a abrirla para poder sacar así los libros que me llevé el miércoles, guardarlos en la taquilla y sacar los de las próximas dos horas.
Termino de subir las escaleras y respiro profundo, respirar es clavarme agujas en la espalda. Paso de largo por la primera fila de bloques de taquillas, a escasos pasos de llegar a la otra fila de bloques donde se encuentra mi taquilla una mano agarra repentinamente mi brazo izquierdo y tira de mí.
Un grito agudo y poco masculino de sorpresa y a la vez de dolor por el movimiento de espalda hace que varios alumnos que estaban por los pasillos me miren de golpe, pero sus miradas rápido desaparecen de mi vita. Estoy completamente a oscuras en un pequeño cuarto pues con mi brazo derecho rozo una pared y con la izquierda una estantería fría que supongo a de ser de metal.
La luz se prende de golpe haciendo que mis pupilas se hagan más pequeñas y que mis párpados se cierren. Abro despacio mis ojos y un resoplido choca contra su rostro con fastidio.
-Joder Tae, que susto. -Una pequeña risa por mi reacción es lo primero que percibo de él, acto seguido su cara se ensombrece.
-Déjame ver cómo están tus manos. -Las agarra entre las suyas y les da vueltas para ver los morados en mis nudillos. Las abraza con sus puños y las acerca sus labios para besarlas dulcemente. Uno, dos, tres. Tres besos por mano. -¿Y tu espalda? ¿Cómo está? -Forzando el poco espacio que hay aquí dentro, subiendo mi camiseta hasta mitad de mi espalda por detrás, el típico armario de la limpieza lleno de papel higiénico, productos de limpieza y olor fuerte a desinfectante.
-Está bien. -Susurro impidiéndole que siga viendo mi ropa interior, no por vergüenza de eso sino por mis golpes. -Gracias por llegar ayer a tiempo de que... -Dejo mi frase suspendida en el aire.
-No las des, ¿vale? -Pide volviendo a fijar sus ojos en mi rostro. -Todo fue bastante caótico cuando NamJoon me llamó. Me supo muy mal dejarte en tu casa y marcharme pero Jin también me necesitaba...
-Es tu mejor amigo, como tu hermano. -Lo interrumpo. -Lo entiendo perfectamente.
Un pequeño silencio se forma y algo cohibido por su constante mirada miro como si fuera un preciado y precioso objeto el palo de la escoba que hay a mi derecha.
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Gamer's (YoonTae ~ TaeGi) Adaptación propia
FanfictionYoonGi se muda por diversas razones a Seúl (Corea del Sur) para vivir junto a su primo Hoseok, que lleva varios años trabajando allí y viviendo junto a su mejor amiga llamada Hyuna. YoonGi se considera un jugador empedernido y sabe detectar por ello...