the red thread of fate ; hopega

[ 四 ]

--Hoseok --Yoongi se sorprendió al escuchar los pasos siguiéndolo.

--Yoongi-hyung.

El pelinegro dejó de caminar esperando a que el menor lo alcanzará en el pasillo, sintiéndose nervioso sin siquiera comprender porque se sentía de esa forma.

--¿Qué pasa? --preguntó --¿Se te volvió a caer otro botón?

--Sí --el menor dijo con voz cantarina, aunque no tardó en corregirse --Ah. No, no se puede evitar...

El pelinegro dejó salir un suspiro, una sonrisa incómoda apareciendo en su rostro --¿Qué hay con eso?

--Es solo que --Hoseok llevó su dedo a su rostro rascando su mejilla con nerviosismo, enrojeciendo visiblemente --Cuando te reconocí, no pude evitar sentirme feliz.

--¿Eh? --El corazón de Yoongi comenzó a latir con fuerza en su pecho, ¿Por qué su corazón estaba haciendo eso? 

Yoongi tocó su pecho con las mejillas rojas y el sudor frío bajando por su frente  ¿Qué demonios era lo que le sucedía?

Solo podía recordar las palabras del menor cuando estuvieron a solas en su hogar, la forma tan suave y dulce en que había dicho que quería atesorarlo incluso cuando había una posibilidad de que Yoongi no lo recordará más tarde debido a su estado.

Ese tipo de cosas, solo lo hacían sentirse asustado, él no podía decirle a su corazón que dejará de latir con frenesí.

--¿Yoongi-hyung? --Hoseok intentó tocar su hombro cuando notó su respiración agitada, pero el mayor no tardó en alejarse, sobresaltado --Tu cara está muy roja, ¿podría ser que tienes fiebre?

--Ah, ¡Hace mucho calor aquí! --Yoongi comenzó a correr lejos ignorando los gritos confundidos de Hoseok llamando su nombre.

Solo fue capaz de detenerse, sin aliento cuando estuvo lo suficientemente lejos de Hoseok como para saber que no lo encontraría.

Él no estaba enamorado de Hoseok, la forma en que su corazón se agitaba, esos no eran sus verdaderos sentimientos.

Todo era culpa del hilo, era el hilo quien le estaba haciendo creer eso.

Decidió, más temprano que tarde, que debía de hacer algo al respecto, y hacerlo rápido, si no quería que las cosas empeorarán.

Más tarde, con el cabello mojado aún por la ducha se sentó en el sofá de su casa.

Su mente no había descansado por un minuto en todo el día, incluso si debía hacer algo, seguía preguntándose qué exactamente se suponía que haría.

La opción más coherente fue rebuscar en internet, ya que si hablaba de su hilo rojo con otra persona probablemente lo tomarían por loco. Incluso había intentado buscando alguna solución en internet antes, pero jamás había encontrado nada.

Había sido un desperdicio de tiempo.

Pero no perdía nada intentando de nuevo.

Colocó en el buscador "Maneras de cortar el hilo rojo del destino" y dio clic, sin tener esperanza alguna de encontrar algo --¿Hmm? --se quedó mirando un par de segundos un link que lo llevaba a una página.

Había encontrado una dirección, pero se veía bastante extraño. Incluso si era notablemente sospechoso, era mejor que nada.

Por si acaso envió un correo que contestaron un poco de tiempo más tarde. Al final, él y la persona que prometía poder arreglar su problema intercambiaron un par de correos hasta que acordaron encontrarse.