CAPÍTULO IV

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A la mañana siguiente, Eric se despertó con una sonrisa. Nada más abrir los ojos, los recuerdos que le asaltaron de la noche anterior le abrieron el apetito... estiró la mano al otro lado de la cama, pero la encontró vacía, fría... <<pero ¿dónde se habrá metido? Se preguntó>> echó un vistazo rápido a su habitación y entendió que se había ido, no habían resto de su ropa por el suelo.

Tras una ducha ligera y algo de ansiedad por ir en busca de Irene, salió de su camerino hacia el salón Restaurante donde tendría lugar el desayuno.

Allí estaba ella, preciosa seleccionando algunos panecillos del buffet. <<Se le veía tan guapa>> pensó.

Llegó por detrás de ella y sin que lo viera, se acercó sinuosamente por detrás y susurrándole al oído le dijo:

—Te eché de menos esta mañana.

Una especie de calambre sacudió el cuerpo de Irene, quien tras recobrar la normalidad y de la manera más gélida le contestó:

—Buenos días, Eric—dándole un frío beso en la mejilla.

Eric en ese momento sabía que algo iba mal. — ¿Qué te pasa Irene?—preguntó.

—Nada... ¿Qué me iba a pasar?

—No lo sé, dímelo tú. —inquirió él

—Ya te he dicho que nada, simplemente estoy aquí intentando elegir el desayuno.

—Irene, ¿qué te pasa? No eres la misma de anoche... ni siquiera me has mirado... ¿dónde está la Irene simpática y cariñosa que conocí anoche?

Irene estaba empezando a sentirse realmente incómoda. Tenía que reconocer que se moría de ganas de besarle, pero no quería ceder. Sabía que no podía ser débil en un momento tan crucial. Pero tenía que dejar claro que ella sabía que solo había sido un calentón y que le estaba ahorrando el momento de "Irene, tu y yo sólo somos amigos... lo de anoche fue un error y bla bla bla"

—A ver Eric... tú mismo lo has dicho, lo que pasó anoche fue anoche... hoy es otro día y cada uno tenemos que seguir con nuestro viaje.

— ¿De verdad deseas eso? Preguntó al tiempo que la obligaba a mirarle a los ojos.

—Pues... —dudó Irene, sintiéndose cruel—claro que sí—contestó reafirmándose a pesar de que su mirada se le clavaba en el corazón.

Eric no se lo podía creer... había pasado una de las noches más maravillosas de su vida junto a Irene, haciéndole el amor con verdadero sentimiento y entregándose en cuerpo y alma porque no quería perderla y porque realmente se sentía a gusto con ella y resulta que todo había sido un farsa. Ella parecía ser diferente, divertida, cariñosa, pero sobretodo parecía ser buena persona.

El apetito se le había ido de repente, ya no quería desayunar, por lo que se dio media vuelta y se fue. Se sentía engañado.

Irene se sentía triunfante por haberle dejado claro que ella no esperaba más de él. No quería que fuera él quien la dejara a ella. Pero a su vez se sentía apenada, porque lo que ella deseaba con todas sus fuerzas era pasar todo el tiempo posible con Eric y repetir la noche anterior. << ¿Habré obrado bien?>> se repetía una y otra vez mientras esperaba a que su rebanada de pan saliese del tostador.

De pronto se dio cuenta que ya ella tampoco tenía apetito. << ¿Habré hecho bien? ¿Y si resulta que Eric es un buen chico y no tenía malas intenciones? ¿Y si no fuera como Manu?>>

Eric había decidido ir al solárium, no tenía ganas de juegos en la piscina, quería estar tranquilo. No lograba entender lo que había pasado... pero pronto se fue convenciendo de que Irene no era lo que parecía... que la noche anterior había sido un espejismo y que él no supo darse cuenta.

Se sentía ridículo. Le había abierto el corazón sin apenas conocerla. Pero una vez más se había dado de bruces con la cruda realidad. Llevaba años intentando encontrar una chica con la que compartir su vida, pero cada vez que conocía a alguien que podía cumplir los requisitos, algo sucedía.

Hace dos años conoció a Pamela, quien decidió dejarlo para irse a vivir a Australia, luego conoció a Andrea quien se fue a cumplir su sueño a Sierra Leona como misionera y Paula quien tras cuatro meses de relación se dio cuenta que continuaba enamorada de su ex novio... Y ahora, que había vuelto a abrir su corazón, porque sintió que la química que tenía con Irene no la había sentido jamás por ninguna de ellas, todo se vuelve a derrumbar porque al parecer ella solo buscaba sexo.

Aunque seguía sin entenderlo, para él había sido una noche tan especial... se había sentido tan cerca, tan compenetrados. Durante la cena habían congeniado al cien por cien y luego en la habitación había sido sublime. Y estaba seguro que ella también había sentido algo...

Que desengaño tan grande... incluso fue él el que insistió en que entrara a su habitación... debía ser una estrategia para no parecer una facilona... que bobo había sido.

Así que tras dos horitas de verdadero quebradero de cabeza, se levantó y volvió a la piscina.

<<Bueno... tengo que cambiar de mentalidad... esto es un crucero para pasárselo bien y esta chica no me lo puede estropear... seguro que aún me queda mucho por disfrutar>>.

Debido a la hora que era, quedaban muy pocos sitios libres... pero de pronto escuchó como un grupo de cinco chicas estaban riendo a carcajadas, haciéndose su propia fiesta y una de ellas le gritaba:

—Ssshhh, ssshhh, eh! Tú, guapetón... ¿estás buscando sitio? Aquí a nuestra vera tenemos una libre.

Eric le sonrió de lejos y pensó... <<Y ¿Por qué no?... que mejor que un grupo de chicas alocadas para pasar página>>

Así que, con paso firme se dirigió a la hamaca vacía.

Las chicas comenzaron a gritar de la emoción. Indudablemente les encantó tener a Eric allí cerca de ellas... buscaban fiesta y risas... y él parecía ser bastante simpático.

Tras el desayuno, Irene había decidido sentarse en la terraza del camarote. Estaba de muy mal humor y no quería relacionarse con nadie.

No se sentía nada bien... estaba empezando a pensar que se había equivocado. Los ojos de Eric, cuando reafirmó sus palabras reflejaban dolor... << ¿se habría precipitado echándolo de su lado?>>. La sensación de triunfo que había sentido en un primer momento, había pasado a desolación. Realmente quería estar con él y pasar el crucero con él.

Acababa de darse cuenta que prefería vivir la experiencia. La noche anterior había sido extraordinaria y ahora por miedo al fracaso, ella misma se había privado de la felicidad que sentía estando a su lado. Ella solita se había apartado y ahora se sentía igual de mal que si Eric la hubiese dejado... y lo peor de todo es que quizás él no tenía esa intención y era ella misma la que se estaba autodestruyendo.

Finalmente decidió no darle más vuelta e ir a la piscina. Quería ver a Eric, debía pedirle disculpas por como lo había tratado. Él no tenía culpa de sus  miedos ni paranoias con los chicos... debía ser valiente y afrontarlo. Así que se puso su mejor biquini, cogió la toalla y el protector y se fue.


...Y ahí estabas tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora