Capítulo 5: Llorar.

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NARRADOR.

Jamás pensé que algún día me iría de tú lado. Y es que desde el primer instante en el que te vi a los ojos y te dije que te amaba era muy en serio.

Contigo me imagine vivir el reto de mis días. Contigo descubrí lo que era el amor de verdad.

Te amo, no lo pienso negar pero bien he cierto que también me amo a mí y tú presencia ahora me hace daño.

Te dejo Emiliano. Te dejo libre para que vivas tu vida a lado de la persona a la que amas.

Tal vez cuando pueda volver a ver esos ojos que tanto ame sin sentir que mi corazón se quiebra en pedazos podremos volver a hablar como personas maduras.

Hasta pronto Emiliano.

El chico de cabello ébano sintió sus frías lagrimas recorriendo su gélido rostro. Sintió la sangre abandonar su cuerpo y su corazón que él consideraba duro como roca ahora no era más que un vil montón de polvo.

¿Alguna vez han sentido como si lo más importante que tienen les fuera arrebatado en un instante? Bien pues ese era el sentir del joven que veía entre sus manos la nota que el amor de su vida había dejado sobre el buro y observo como la tinta se teñía y se extendía por el papel al contacto con el agua salada que derramaban sus ojos.

Diego, se había ido. La persona con la que vio crecer su amor se había ido tal vez para siempre y sentía que su mundo se hacía cenizas.

Miró el closet vacío y la cama que ocupaba un espacio enorme, casi descabellado.

ARISTÓTELES

-Comete el brócoli- le ordené a mi caprichosa hija a lo que recibí un rotundo no como respuesta mientras se cruzaba de brazos indignada. No sé lo que hará Temo pero siempre le obedece y a mí bueno... por lo menos puedo decir que soy el papá cool.

-Princesa, comete el brócoli, si no lo haces tu papá Temo me va a colgar y ya sabes cómo es cuando se enoja.

-No te preocupes papi, entiendo.

-¿Entonces te comerás el brócoli?- pregunté esperanzado.

-No pero cuando papá Temo te mande a dormir a la sala te presto a Terry para que no tengas miedo- me dijo señalando a su oso de felpa que abrazaba con singular cariño.

Resoplé rendido. Sin duda eso de ser autoritario con ella no era para nada mi estilo. La tarde de mi descanso no la planeaba peleando con mi hija de seis años.

Las campanadas del timbre interrumpieron la dramática pelea y para mi sorpresa al abrir me encontré con todo menos lo que esperaba.

Un Diego Ortega ojeroso y con los ojos hinchados me observaba desde el umbral de la puerta esperando con impaciencia a dejarlo pasar.

-¿Diego? ¿Estás bien?- el antes mencionado caminó arrastrando los pies hasta llegar al sillón de la sala donde se desplomó dramáticamente. Hice un gesto a Valentina para salir del lugar. Por su cara la cosa debía ser grave.

-Diego háblame, ¿Por qué estás así? ¿Te hicieron algo?-Asintió lentamente- ¿Te lastimaron?- Asintió una vez más y luego agregó con una voz frágil.

-Me lastimaron el corazón.

TEMO.

Las manos tamborileando sobre la mesa de madera de mi escritorio hacían un golpeteo constante y molesto, haciendo que tuviera los nervios prácticamente de punta.

-¿Puedes dejar de hacer eso? Me desconcentras- le reñí a Mateo que esperaba con impaciencia a que terminara el informe que Ubaldo me había 'pedido terminar.

TE AMO: Hasta el final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora