Capítulo 11: Reflexiones.

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TEMO

Sabía que Aristóteles jamás aceptaría hablar de todo esto, lo conocía a la perfección. Veía en sus ojos el cansancio, el desconsuelo y la impotencia de no poder ayudarme.

La quimioterapia no me estaba matando, tampoco las medicinas o el maldito cáncer, me mataba verlo sufrir, me mataba ver a mi hija y no tener la fuerza suficiente para abrazarla, no poder pararme de una cama de hospital y observar la angustia en el rostro fatigado de mi padre, de mis hermanos y todas aquellas personas que me tenían afecto.

Soy como un esclavo de mi propio cuerpo, porque el cáncer está ahí y está en todo lo que soy. Sé que no debería rendirme ni tirar la toalla y que la esperanza es lo último que muere pero ya me harté del falso optimismo, de las palabras de aliento y esa filosofía barata que no me permite ser realista sin que todos me señalen como un perdedor.

-¿Se puede pasar?- preguntó una voz entre la rendija de la puerta. Era Emiliano con el ya predecible ramo de flores. Le indiqué que pasara.

Lucia delgado, desgarbado y su cabello ahora era más corto. Me dio la impresión de no haberlo visto en años aunque sólo hubieran pasado algunas semanas. A pesar de eso me dio gusto verlo.

-¿Nuevo look?- Pregunté

-Algo así, sólo corté un poco mi cabello, no es nada.

-Con que cerrando ciclos- Bromeé.

-Sí, pensé que ya que me iré de aquí era buena idea cambiar un poco- Argumentó mientras jugueteaba con los objetos de la mesita de medicamentos.

-Ya pregunta, sé que te mueres por hacerlo- Lo animé

-¿Cómo está él?- Espetó con impaciencia.

-Sigue igual de diva que siempre, el otro día lloró con una canción de 1D pero creo que ya está mejor que cuando llegó a vivir con nosotros... Él te quiere Emi, aunque le cueste reconocerlo la carta que le mandaste lo afectó bastante. Pero tienes que admitir que lo que pasó lo lastimó mucho...

-Yo lo sé Temo, no hay un solo día en el que no me reproché el haber descuidado mi relación con él. Pero tienes que creerme que las cosas no son como parecen.- Se lamentó. Se veía sincero y sé que lo era y de verdad me sentía terrible por ver a mis dos amigos heridos.

-No es a mí a quien tienes que explicarme, es a Diego.

-Es lo que he tratado de hacer pero tú lo conoces incluso más que yo, es orgulloso, no escucha razones cuando se siente ofendido y sé que eso es totalmente mi culpa pero ya no puedo esperarlo más. Ya esperé suficiente a que se digné a oírme.

-¿A qué te refieres?

-A qué tengo que renunciar a él. Tal vez es lo mejor. Pasado mañana me voy a Londres y no volveré a saber nada de Diego por lo menos hasta que regresé a México.

-Lo sé Emi, créeme que lamento mucho que te tengas que ir bajo estas circunstancias.

-Yo también Temo, pero ni hablar.- Dijo con resignación.

-Dime una cosa... ¿Tú todavía lo amas?- cuestioné tajante a la vez que observaba su rostro nostálgico.

-Como el primer día, yo siempre lo he amado. Es difícil asumir que la persona más importante para ti ya no está más en tu vida. Aún no lo asimilo. A veces lo veo en su escritorio redactando esos artículos tan importantes o sirviéndose un tazón gigante de cereal, lo veo bailando por todo el departamento como un niño. Lo siento en mi cama al dormir. Temo, lo extraño como no creí que podría extrañar a alguien jamás, ni siquiera a mi padre cuando murió.- Confesó a punto de romper en llanto.

TE AMO: Hasta el final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora